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Tómalo con calma

Carmen Lomana y Julián Porras, a su llegada al XX Aniversario de LA RAZÓN
Carmen Lomana y Julián Porras, a su llegada al XX Aniversario de LA RAZÓNlarazon

He tenido una de esas semanas que sientes que no vas a poder con ella. Piensas: es imposible llegar a tantas cosas que tengo que hacer y empiezo a estresarme, a no dormir y a sentir ansiedad sin tener la suficiente capacidad para desconectar y dejar que pase lo que tenga que pasar. Esto me produce un enorme enfado conmigo misma por no saber controlarme. Al final te das cuenta de que has podido con todo e incluso tenido tiempo para disfrutar de los momentos que el trabajo te deja. No tengo ningún derecho a quejarme de nada. La vida es poliédrica y llena de matices, nada es blanco o negro. Siempre tengo la sensación de que hay muchas existencias distintas incluso dentro de la de una misma. Después de un intenso día de trabajo es maravilloso llegar a casa, darte un baño y ponerte un precioso vestido, con todo el ritual que eso conlleva, lo cual me produce enorme placer: cremas que perfuman tu cuerpo, «make up» que va esculpiendo y dando color a tu cara intentando suavizar el cansancio, y con un último gesto te perfumas y vistes minuciosamente. Pero falta algo definitivo, las joyas... Unos preciosos pendientes o un collar. Juegas quitando y poniendo diferentes opciones hasta encontrar la definitiva que te ilumina y pone en valor. Cuando te miras al espejo piensas: he vencido a la pereza y al cansancio, parezco otra... Con toda esa energia renovada fui a la gala anual del Teatro Real, donde pasé una de las noches más bonitas que recuerdo últimamente. La Compañía Nacional de Danza nos ofreció un maravilloso «Cascanueces» con una elegantísima puesta en escena y un vestuario digno de las mejores compañías. El Real no podía estar más espectacular adornado con cientos de flores. Los salones donde se sirvió la cena parecían una ensoñación de los bosques de Viena. Agradezco a Ramiro Jofré, y a su extraordinario buen gusto, toda la belleza de la que nos rodea en cada uno de los eventos que se encarga de decorar. La noche, a diferencia del día, se presta más a escuchar y a la charla. Tuve la suerte de estar sentada entre personas muy interesantes. El embajador de Italia, el director del Ballet, hombre de extraordinaria sensibilidad, y la primera bailarina, que se mueve levitando, no parece pisar el suelo con su delicadeza exquisita. Como contrapunto, otra mujer estupenda y bellísima, abogada del Estado. La conversación pasó por muchos matices, desde los artísticos hasta la política.

Hablando de política y abogados del Estado, me parece bochornoso cómo el presidente del Gobierno y sus compinches quieren manipular a jueces, fiscales y abogados del Estado para que en un ejercicio de cinismo sublime cambien hasta la palabra rebelión por sedición y así los sediciosos golpistas del 1 de octubre puedan salir de la cárcel cuanto antes. Si empiezan a gobernar a golpe de decreto ley, como pretende el señor Pedro Sánchez, terminaremos igual que en Venezuela. Están confundiendo al ciudadano, que la mayoría de las veces no tiene muy claro de qué están hablando los políticos. Estos días, y hace tiempo, se pretende culpabilizar a los bancos del impuesto a los actos jurídicos documentados. Este impuesto fue una idea del PSOE en el año 1998. En Aragón lo aumentaron un 50% más hace dos años de la mano del impresentable Echenique (éste ni asegura a sus empleados) y los bancos son meros intermediarios para recaudar ese dinero que pasa a manos de las Administraciones. Son las Comunidades Autónomas las que tendrían que haber devuelto el dinero a los clientes y no los bancos, con el enorme agujero que esto hubiese supuesto. A este Gobierno populista y manipulador no le interesa que los ciudadanos estén bien informados para seguir confundiéndoles a su antojo con demagogias baratas.