Enrique Miguel Rodríguez

Cuesta abajo en la rodada

La Razón
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La caída de Rajoy ha sido, sin duda, la noticia de más fuerza en mucho tiempo. Todos los medios han mantenido desde distintos ángulos la importancia del momento en grandes titulares, las cadenas televisivas se han llenado de programas especiales, destacando La Sexta con el infatigable Antonio García Ferreras al frente de su programa «Al rojo vivo», que cuando la ocasión lo merece puede estar prácticamente las 24 horas delante de las cámaras. Estoy seguro que al lado de su despacho le tienen habilitado un pequeño apartamento, sería imposible de otra manera aguantar sus maratones informativos. En medio de esta situación dramática, aparece algo que demuestra que el sentido del humor no se ha perdido en España. El museo de cera de Madrid anuncia a través de un comunicado: «Mariano Rajoy abandona también el museo de cera de Madrid». Todavía se recuerda el cese de Jaime de Marichalar del museo. Las fotos del citado personaje atado a una carretilla en su traslado a los almacenes del centro fueron una especie de metáfora en imágenes de la levedad del ser en su paso por el Olimpo. Algunos muy imaginativos e indudablemente republicanos vieron con alborozo en el traslado las imágenes de Luis XVI y María Antonieta camino de la guillotina, el principio del fin de la Monarquía española. Lo cierto es que fue una idea del alma del museo de cera en los últimos 20 años, Gonzalo Presa, una de las personas más ingeniosas y divertidas que conozco, que con acciones como el abandono de Rajoy mantiene a su museo entre los más visitados de una ciudad como Madrid, que tiene muchos espacios museísticos, contando con algunos que están entre los primeros del mundo. Es de agradecer la simpática retirada que pone una sonrisa entre tanta mala cara. Al tiempo no deja de ser una especie de certificado de muerte política popular.