Junta de Andalucía

Después de la hecatombe

«A Podemos no está importándole convertir el Parlamento en la sede de la ética andaluza, a riesgo de una reacción atómica»

La Razón
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La radiactividad no tuvo siempre mala prensa. Cuando el matrimonio Curie descubre el radio, un metal que contenían las minas de uranio de Bohemia, irrumpió en la sociedad una inusitada fiebre por este elemento. Su celeste luminiscencia causó sensación. Las masas sucumbieron a las historias sensacionales que los periódicos publicaban sobre Pierre y Marie, también sobre aquellos polvos iridiscentes más radiactivos que el uranio en el orden del millón. Entonces apareció el mercado. El radio, su solo nombre, ayudó a vender elixires, ungüentos y recetas que prometían poco menos que el milagro de la eterna juventud. Con el parlamentarismo sucedió algo semejante. Su hallazgo causó la mayor de las sensaciones, sobre todo entre quienes andaban enterados, pero la llegada del mercado del voto, industria casi monopolística en las actuales agrupaciones políticas, propició la reproducción de promesas de milagros y prodigios en nombre de la representación democrática. La presidenta, Susana Díaz, y la portavoz de Podemos, Teresa Rodríguez, salieron ayer al salón de la cámara a bailar un rigodón radiactivo. Música, maestras. Pues eso, que hablaron de delegados provinciales de maestros y de la maestra presuntamente enchufada, de investigados por la Justicia y de chapuzas. La diana de Podemos es el actual gerente provincial de la Agencia IDEA, Francisco Díaz Morillo, responsable de la Delegación de Educación cuando estalló el caso y a quien incluso pretenden inspeccionarle los títulos del currículo. A Podemos no está importándole convertir el Parlamento en la sede de la ética andaluza, a riesgo de la reacción atómica en cadena que pueda provocar tal bomba de fisión. Creen que, tras la hecatombe nuclear, mandarían ellos.