Relaciones laborales

Homenaje al León de Fuengirola

La Razón
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Si mi amigo mata a una vieja, algo habrá hecho la vieja. Palabra de José María García, un auténtico gurú del oficio e inspiración de varias generaciones de periodistas españoles, a la salud de la tan alabada película de Steven Spielberg recientemente estrenada: aquí somos más dados a la radio cimarrona, con su maledicencia directa a la femoral, que al aburrido rigorismo anglosajón. Son tiempos de trinchera, en los que vuelve a estar vigente el adagio de Antonio Girón de Velasco, por buen mote León de Fuengirola, quien dividió en tres grupos a los ciudadanos, según los trate la administración. «Al amigo, el culo; al enemigo, por culo y al indiferente, la legislación vigente». Inspiró, por lo que se ve, el viejo falangista a la Junta de Andalucía, que bajo esta premisa trata a sus administrados desde 1980 sin que esta reminiscencia del régimen anterior (nótese la diferenciación, pero poca, con el régimen actual) parezca molestar a los hooligans de la memoria histórica. Así, la consejera de Hacienda y Administración Pública, María Jesús Montero, acaba de refrendar el chalaneo para eludir el cumplimiento de una sentencia del Tribunal Constitucional: a los amigos, su recua de enchufados, el ojete a disposición en forma de regalo de diez horas de trabajo mensuales que cumplimentarán dizque en casa, o sea, nunca; y a los enemigos, el contribuyente, la penetrante exacción para recompensar la vagancia, violentando por do más duele, que es por el bolsillo. No en vano, compagina esta señora ambas competencias en su consejería bifronte, para poder así recaudar el diezmo con la mano derecha y entregárselo con la izquierda a su masa votante de estómagos agradecidos. Molesta, sobre la trapacería sectaria, la burla a la Justicia, es decir, a la Nación.