Andalucía

Medusa en su yelmo

La Razón
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Si la mitológica Medusa se atusaba serpientes en lugar de cabellos, Teresa Rodríguez, coordinadora de la franquicia andaluza de Podemos que va camino del mito de la quimera, tuvo que pasarse la mañana de ayer frente al espejo acicalándose un férreo yelmo en lugar de la cabeza. La batalla en la federación de la izquierda posmoderna se ha desatado y a nadie le sobra una lámina de armadura en tanto se recrudece la disputa campera entre pablistas chaleteros y anticapis, que es la facción política de la formación que prevalece de Despeñaperros hacia abajo. Por tanto, más que entretenida con la moción de censura con la que se enarenaban los pasillos del Congreso de los Diputados, que si Rajoy sí, que si Rajoy no, Rodríguez se debió de pasar todo el mediodía frente al espejo enumerando desaires en su particular lista de agravios. La pelea está servida. Aunque la trifulca viene de largo, desde el mismísimo origen de un partido hecho a retales, como la moción Frankenstein, lo novedoso del caso deviene del escándalo de la horterada de la casona del matrimonio Iglesias-Montero. Y, puesto que Teresa Rodríguez y Kichi González, el alcalde de Cádiz, atizaron en la jeta de la pareja con mando y plaza en el aparato podemita agitando tremendo compendio de contradicciones, la consecuencia era previsible: un texto filtrado desde el seno del partido, desde su mismísima sala de máquinas, que atribuye a Teresa Rodríguez y a su consorte un complot para dinamitar la agrupación andaluza neoizquierdista. El sudor de Rajoy en el hemiciclo no será nada comparados con los goterones que chorrean de las sienes de las dos facciones podemitas enfrentadas desde Andalucía. Medusa no descansó hasta que no fue decapitada. A Teresa Rodríguez la salva el yelmo, pero le ven saurios hasta por los respiraderos.