Política

Elecciones autonómicas

¿A quién beneficia la doble urna en la Comunitat Valenciana el 28-A?

El presidente Ximo Puig, junto a la vicepresidenta Mónica Oltra, durante la reunión del pleno del Consell
El presidente Ximo Puig, junto a la vicepresidenta Mónica Oltra, durante la reunión del pleno del Conselllarazon

El voto socialista en la Comunidad Valenciana ha sido muy estable en los dos procesos electorales anteriores, los de los años 2011 y 2015/2016. En 2011 el PSOE obtuvo el 27,5% del voto en las autonómicas de mayo y un semestre después, en las generales de noviembre, logró el 26,8% del voto. En número de votantes pasó de 684.892 autonómicos a 697.474 al Congreso.

Las diferencias fueron mínimas. Ya entonces tenía que competir con una incipiente izquierda alternativa, Compromís e IU. Entre ambos sumaron 319.288 votos en las autonómicas y 295.092 en las generales. El porcentaje de votos de ambas formaciones se redujo del 12,8% al 11,3%, entre las elecciones autonómicas y las generales.

En el proceso de autonómicas de 2015/generales de 2016 nuevamente se repite el esquema en el electorado socialista. En las elecciones a las Cortes Valencianas los socialistas alcanzan el 20,6% del voto y en las generales llegan al 20,8%. En cuanto a votos, pasan de 509.098 en mayo de 2015 a 539.278 en junio de 2016. Las variaciones son mínimas, tal y como sucedió en los dos procesos electorales de 2011.

El votante socialista en la Comunidad Valenciana vota en la misma clave en las autonómicas y en las generales. Es decir, que el voto de ámbito nacional es el que dirige la tendencia en el voto autonómico, y haciendo coincidir ambas elecciones el 28-A conseguirá que los electores socialistas que votarán al PSOE de Sánchez repliquen su voto en las urnas autonómicas.

Sin embargo, esto no es así para la izquierda valenciana. Las fuerzas a la izquierda del PSOE en la Comunidad Valenciana no obtienen el mismo resultado en ambos comicios. Tradicionalmente su voto ha estado más activo y movilizado en las autonómicas y menos en las generales. De hecho, las tres izquierdas valencianas – Compromís, Podemos e IU– sumaron en las regionales de 2015 el 34,2% del voto. Superando en 13,6 puntos al Partido Socialista. Pero en las generales de 2016, el porcentaje de voto que reunieron estas tres fuerzas izquierdistas fue del 25,4%, es decir, 8,8 puntos porcentuales menos. O lo que es lo mismo, perdieron el 25,7% de sus votantes, una cuarta parte, al pasar de autonómicas a generales. Frente a un electorado socialista que vota igual en unas como en otras elecciones.

Todos sabemos desde el 2-D que las elecciones autonómicas y municipales de mayo se van a decidir en clave de política nacional, que la gestión, haya sido buena o mala, de alcaldes y presidentes autonómicos no será tenida tan en cuenta como el voto al Parlamento nacional. El voto se unifica como ya sucedió en todas las elecciones que se celebraron en 2011.

Lo que se pretende con el adelanto electoral en la Comunidad Valenciana es que al ser el PSOE el primer partido en intención de voto a nivel nacional, el votante socialista que entre en un colegio electoral vote con el mismo criterio a las Cortes Valencianas, y de este modo imponerse también a nivel autonómico sobre sus dos directos competidores, el PP en la derecha y Compromís en la izquierda.

El PSOE quiere también «pescar votos» entre los electores de las tres izquierdas alternativas. La desmovilización de estas izquierdas quedó patente en las generales de 2016, en las que 186.358 de estos votantes no repitieron el voto de las autonómicas. Bajaron de los 846.129 votos de mayo de 2015 a los 659.771 de junio de 2016. En aquellas elecciones generales 30.000 votos de estos fueron al PSOE. Ahora se quiere seguir el mismo patrón.