Política

Iñaki Zaragüeta

Lección de Marchena

La Razón
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El juez Manuel Marchena, con su rechazo a presidir el Tribunal Supremo, ha dado una lección magistral a los partidos protagonistas de la maniobra para la renovación del Consejo General del Poder Justicia (CGPJ). Un acto que ha demostrado las miserias políticas de nuestro escenario, incluso la desfachatez y torpeza de algunos de los que actúan en él.
Sócrates ya reflexionaba sobre la Justicia y, en mi opinión, nadie ha superado su conclusión: «Justicia es la observación de la Ley». El problema, por consiguiente, no es el modo de elección de los órganos directores. Existen diferentes modelos en las democracias desarrolladas, en principio todos válidos. Desde la designación personal de la máxima autoridad del país hasta el reparto proporcional de acuerdo a los resultados electorales. El problema aparece cuando los nominados responden a la simpatía ideológica, al deseo de controlar el pilar fundamental del Derecho o al agradecimiento de servicios prestados, más que al prestigio profesional y al conocimiento.
La opción primera conduce inevitablemente a la debilitación del sistema judicial y, por consiguiente, al desprestigio de quienes lo componen a pesar de ser una minoría, ínfima, la que está inmersa en tal deficiencia. No sorprende el fracaso de la reciente operación llevada a cabo por PSOE, PP y Podemos. Al menos, eso sí, quizá sirva para una solución definitiva.
El lamentable suceso debería conducir a lo que ayer indicaba el editorial de LA RAZÓN: «La necesidad de que el Parlamento encuentre una fórmula que, de acuerdo con la Constitución, permita la despolitización del CGPJ, garantice la separación de poderes del Estado y devuelva la confianza a los ciudadanos en la independencia judicial». Así es la vida.