Barcelona

Leo Margets, jugadora profesional de póker: "El póker no es machista, es una meritocracia"

En el libro “¡Juega bien tus cartas! En la vida y en los negocios”, Margets comparte lo que le ha enseñado el póker, “mucho más que un juego de cartas”.

Leo Margets, jugadora profesional de póker
Leo Margets, jugadora profesional de pókerlarazon

Leo Margets (Barcelona, 1983) era la “hija perfecta” hasta que en 2006 una cita amorosa acabó en una partida de póker. Aunque hasta entonces solo había jugado a la escoba, algo se le despertó en el cerebro. Trece años después, esta licenciada en Estudios Financieros y máster en Dirección de Empresas no conserva aquel novio pero sí una pasión que ha transformado en una forma de ganarse la vida. En 2009 fue la última mujer en pie en el Campeonato Mundial de Las Vegas y este sábado volverá a sentarse en la ciudad del juego por un premio de diez millones de dólares. En el libro “¡Juega bien tus cartas! En la vida y en los negocios” (editorial Conecta), Margets comparte lo que le ha enseñado el póker, “mucho más que un juego de cartas”. Entre otras cosas, que no sirve de nada esconder el fracaso o reprimir las emociones como en una olla a presión. Es mejor apostar por gestionarlas y darles salida.

- ¿Qué ha aprendido de usted misma jugando al póker?

- Un montón de cosas. Tenemos una aversión al riesgo brutal que nos lleva a tomar malas decisiones porque lo que nuestro cerebro lo que quiere es estar tranquilito y sin muchos cambios. El póker te hace ver que no decidir es muchas veces el peor camino. El “statu quo” a corto plazo te puede hacer sentir bien aunque no te sirve para ganar nada.

- ¿Usted toma más riesgos en su vida o en el juego?

- Mucho más en el póker porque lo veo todo más claro. De todas formas, intento ser consciente de que la seguridad total no existe, todo es incierto, y una decisión es buena o mala independientemente del resultado. Esto se ve muy bien en el póker. Si tu vas siempre al trabajo por la misma ruta, que es la más rápida, y un día te encuentras con un accidente y tardas muchísimo en llegar seguramente te dirás que tendrías que haber cogido la M30 en vez de la M40. Esto es falso, tu decisión fue la correcta. Lo que ocurre es que pasan cosas que no dependen de nosotros y que no podemos controlar. Hay que aprender a desapegarse del resultado.

- ¿Cómo es un día normal de una profesional?

- Depende mucho de si estoy de viaje. Este sábado me marcho a Las Vegas a jugar el Campeonato del Mundo y estaré fuera un mes. Allí me levanto pronto, hago deporte, desayuno y luego ya me siento a jugar. Es muy intenso, puedo estar 14 horas seguidas porque hay muchos torneos a la vez. Me suelo tomar un día libre en medio para desconectar porque es necesario para la mente.

- ¿Cuánto le cuesta participar en el torneo?

- Todos pagamos lo mismo por la inscripción, 10.000 dólares. Somos unos 9.000 jugadores. Hasta que no queda el 15% de participantes no empiezas a recuperar tu inversión. El ganador se lleva 10 millones de dólares. En 2009 fui lo que ellos llaman “la última mujer en pie” en este mismo torneo, algo un poco absurdo porque es como decir que eres el último pelirrojo. A mí me cambió la vida, quedé en el puesto 27 de 7.000. A ver si esta vez puedo mejorarlo. Has de ir convencido de que puedes lograrlo pero, a la vez, ser consciente de que muchas veces es cuestión de suerte.

- ¿Por qué hay tan pocas mujeres?

- Sólo somos entre el 5 y el 7%. Cuando empecé pensaba que sería una cuestión de tiempo que fuéramos más jugadoras pero no ha sido así. En absoluto es un entorno machista, lo que cuenta es lo que seas capaz de hacer en la mesa. El póker es una meritocracia. La realidad es que a las chicas no nos gusta tanto jugar y las que lo hacemos somos una excepción. Quizá se deba a una cuestión biológica, estamos programadas para otras actitudes y en la mesa hay que ser agresivo. Eso se nos da peor. Nos sentimos más cómodas en otros entornos aunque, evidentemente, no se trata de una cuestión de capacidad ni de inteligencia. En mi equipo de Winamax solo somos dos chicas.

- ¿Hay solidaridad femenina entre ustedes?

- No hay piedad, ya sea con una chica o con tu abuela. Solo quieres ganar fichas, da igual de quién. Es competición y “fair play”. Lo injusto sería que jugara más suave porque enfrente tenga a una chica.

- ¿Se puede ganar uno la vida jugando al póker?

- Esto es como el tenis, algunos pueden y otros no. Se puede vivir de ello, pero tú decides qué relación quieres tener con este juego porque cada fase requiere un nivel de dedicación diferente. También puede ser un hobby, como ir al cine.

- ¿Cómo se entrena?

- Yo juego mucho “online”, tres días por semana, que es donde adquiero la experiencia que luego traslado a la mesa. Me entreno mucho también estudiando, mirando vídeos y repasando y analizando manos pasadas con programas que me hacen mejorar. Al final de lo que se trata es de saber pensar.

- En su libro cuenta alguna partida con personajes célebres.

- Estuve jugando un rato con Matt Damon, que además protagonizó la película “Rounders” que me encanta. Puedo decir que es más sólido que Ronaldo jugando, ja ja ja. De todas formas, no es una industria en la que se mitifique mucho a la gente, es bastante individualista. Cuando jugamos con gente conocida no les damos ninguna bola ni les pedimos fotos. Da igual tu historial, solo importa lo que hagas en la partida.

- ¿Cuál es su peor enemigo en la mesa?

- Creo que hay épocas mejores y peores, pero me parece importante no traerte a la mesa tus cosas de casa. Es algo que he trabajado mucho, no salirme de la partida ni perder el foco aunque tenga veinte minutos entre una y otra jugada. Perder la concentración me hacía perder dinero. Es que es una gran tentación mirar el móvil si tienes algo que te preocupa en tu vida personal.

- ¿Existen técnicas para averiguar por dónde va el rival?

- Casi todas las decisiones las tomo con base matemática, sé cuando una jugada es rentable. El 80% es estadística y probabilidad. Otra cosa es el juego en vivo, en el que importa el factor psicológico. Por un lado, debes ser frío para actuar con cabeza y, por otro, empático para ser capaz de meterte en la piel de tu contrincante y adelantarte a su jugada. Son dos características contradictorias que no se suelen darse en la misma persona. Si sabes leer a tu oponente puedes meterle presión en el momento adecuado. Pero no hay ningún secreto del tipo “cuando se toca la nariz miente o si mira a la derecha es que tiene una mano”. La clave está en detectar patrones de conducta base que indican que algo pasa cuando se desvían. Son patrones que cambian en cada persona.

- ¿Se le da bien poner cara de póker?

- Eso es otro mito. La cara de póker es exactamente la misma que tenías antes de que llegara el elemento que o te encanta o te putea. Por ejemplo, cuando has ligado dos reyes y en el River sale un as debes mantener la misma cara. Es decir, cero muestra de expresión.

- Usted parece una persona muy expresiva.

- En la vida soy muy transparente y por eso mismo en el póker me transformo del todo. Hubo una época en la que me obsesioné por jugar muerta emocionalmente y encima se me daba genial. Hace un año y medio descubrí que no hace falta. Ahora lo que hago es mucho más sano. Lo importante no es bloquear sentimientos como la ira o el enfado sino saber gestionarlos. Si yo tengo dos ases y otro tío tiene dos doses y me gana claro que me va a dar mucha rabia. Hacerte el zen puede funcionarte una temporada pero no soluciona nada porque las emociones acaban saliendo por algún lado. Luego se hacen bola y es peor.

- ¿Alguna vez se escondió detrás de algún accesorio?

- Si, al principio jugaba con gafas y un pañuelo alrededor del cuello porque cuando me ponía nerviosa se me formaba un huequito debajo de la nuez. Las gafas me servían para mirar a mi rival sin ser vista. Ya no me hacen falta, prefiero mirar a los ojos directamente porque es más valioso.

- ¿La gente pierde los nervios?

- La verdad es que ocurre muy pocas veces, pero yo he visto a gente romper sillas del cabreo y te deja impactado. Por eso es importante jugarte una cantidad con la que te sientas cómodo, una cifra de la que te olvides en cuanto la deposites y ya solo te centres en jugar. Mi pareja aunque esté en una partida “online” de 10 euros se enfada cuando pierde. Siempre dice que creía que sabía jugar hasta que me conoció, ja ja ja. La magia del póker es que las reglas te las aprendes en 10 minutos pero luego te das cuenta de que es un océano interminable.

- ¿Cómo se prepara?

- Si no te actualizas estás fuera, es un juego que está vivo. Hay novedades todo el tiempo y las tendencias y maneras de jugar cambian constantemente. Por ejemplo, puedes jugar más óptimo, como un robot, frío como el hielo, o desviarte e ir a por un rival concreto.

- Imagino que saber mentir es un valor en su profesión. ¿Se lo lleva a casa?

- Claro que lo es, pero yo diferencio mucho entre el juego y la vida. No soy nada de escudriñar a mis amigos o familiares y no me siento nada cómoda mintiendo. Lo que sí arrastro del póker es el pensamiento crítico, no dar nada por sentado, y si tengo que negociar algo utilizo todas mis armas.

- ¿Qué tipo de jugadora es usted?

- Si pueden catalogar tu juego eso ya es malo, hay que ser impredecible. Mi estilo cambia en cada partida y según mis oponentes. Tienes que saber adaptarte.

- ¿Nos da pánico fracasar?

- Aquí hay un estigma con la palabra fracaso, cuando es parte de la vida. En EE UU se valora mucho más. Si la cosa sale a la primera normalmente se debe al azar. Da miedo decirlo pero yo prefiero a alguien que ha fracasado varias veces y lo admite. Yo también lo he hecho.

- ¿La suerte existe?

- Claro que sí. Lo que pasa es que nos cuesta mucho reconocer el rol del azar en la vida, a todo queremos buscarle una explicación. La clave está en desarrollar ventajas competitivas para que cuando venga una racha buena la maximices y si vienen mal dadas pierdas lo menos posible. Y sobre todo no obsesionarse con cosas que no dependen de ti. Siempre habrá incertidumbre.

- ¿Los españoles jugamos bien?

- Por norma general, cuanto más sol, peor se juega. Los alemanes y los suecos son muy buenos. Sin embargo, la nueva hornada de jugadores españoles de entre 20 y 25 años lo está reventando. Estamos en el top mundial.

- ¿Qué emoción no se puede fingir en la mesa?

- Es lo que se llama el “contratell”, que es cuando intentas dar información falsa. Con gente muy buena yo no lo intentaría pero con aficionados siempre puedes intentar colarles algo, igual que ellos te dan a ti mucha información. Todo lo puedes llegar a falsear, lo que ocurre es que hay que ser muy sutil. No infravalores al oponente porque cualquier sobreactuación te la van a cazar, la gente no es tonta.

- En su libro habla de que es importante “despersonalizar el conflicto”. ¿Esto cómo se hace?

- Me cuesta hacerlo sobre todo cuando juego con amigos porque con los conocidos del circuito ya he aprendido que hay que ser igual de perra. Con alguien que conoces mucho es más complicado. Y esto se aplica también a lo contrario. Si alguien te mete un farol y te vas a desquiciar, directamente no juegues al póker. A mí alguien me enseña un farol y digo “chapeau”, bien jugado.