Madrid

Los refugiados de Aeroméxico

La «crisis de los varados» despierta la solidaridad entre la comunidad mexicana

La comida se acumula en los mostradores 234 y 235 de la T1 del aeropuerto
La comida se acumula en los mostradores 234 y 235 de la T1 del aeropuertolarazon

La «crisis de los varados» despierta la solidaridad entre la comunidad mexicana

«¿Qué estarías tú dispuesto a hacer por un desconocido?». Eduardo Gómez, un mexicano de 49 años atrapado en España por un billete de avión «sujeto a espacio», lanza al aire esta pregunta, y lo hace clavando en la nada una mirada rotundamente sincera. Porque mientras poco o nada se esclarece en torno a las responsabilidades de unos y otros en esta crisis, la comunidad mexicana residente en Madrid, casi por inercia, ha puesto en marcha una red de solidaridad que ha hecho posible que más de 200 «varados» –así es como se autodenominan estas personas retenidas en Barajas– tengan comida y alojamiento durante su espera. Y todo, utilizando sólo una y muy simple herramienta: Facebook.

Hace seis años el amor atrajo a una diseñadora gráfica y publicista mexicana a la capital; Carolina Hernández Ruiz dejaba su vida en México para casarse en España y construir una nueva al otro lado del océano. Pero no lo pudo evitar, necesitaba algo que la conectara con su país, algo que la uniera con sus raíces, y se decidió a crear una comunidad en internet: «Mexicanas en Madrid», un grupo en Facebook que desde hace cinco años no ha dejado de crecer y en el que, como afirma la administradora, «han surgido muchas amistades, pero también mucha ayuda». En efecto, ahora que centenares de mexicanos aguardan en el aeropuerto Adolfo Suárez un asiento en el próximo avión a su país, la capacidad de cooperación de «Mexicanas en Madrid» ha abrumado a las propias integrantes del grupo. Y es que, desde que a Carolina se le ocurrió aparecer en el aeropuerto con un poco de fruta para sus paisanos, no han dejado de recibir enseres y alimentos, muchos alimentos: «De momento no se requiere más comida. Tienen como para tres días. Por favor no traigan más comida», tenían que publicar a la tarde siguiente en su página. Pero la ayuda no acaba aquí, porque son muchos los que no han dudado en abrirles sus puertas de casa a los afectados, para que tengan donde dormir y, sobre todo, donde asearse. «Hubo mexicanas que llegaron a hospedar a tres personas a la vez», exclama Carolina henchida de orgullo.

Para su suerte, Eduardo Gómez y su familia son parte de los afortunados que se toparon con una de estas mujeres: Mariana Marín, una abogada de 25 años que no sólo ofrece cobijo y comodidades, sino también una enriquecedora convivencia. «Yo me lo tomo como una experiencia, y además divertida», asegura Diego, un joven de 19 años que, eso sí, espera poder llegar a Guadalajara (Jalisco) antes de que comience el próximo curso lectivo. Pero, aunque Eduardo y su hijo hablan sin perder la sonrisa en ningún momento, la angustia se percibe en sus gargantas y a veces no les deja hablar sin que se les quiebre la voz. De hecho, Melba Cárdenas, ama de casa de 46 años que reconoce que sintió cierta desconfianza antes de trasladarse a la casa de Mariana, recuerda con los ojos encharcados en lágrimas cómo la pequeña de la casa, con tres años, balbuceaba a su llegada: «Ahí está el refrigerador, lleno, para que cojan lo que quieran».

La de Eduardo, Melba y Diego es sólo una historia, la de los que se encuentran entre el número 180 y 190 de la lista de espera de Aeroméxico, pero hay muchas otras, y ellos lo saben: «De los afectados, somos los menos», reconoce Eduardo, que en un gesto por mantener esta cadena de favores entre conciudadanos –o «cadena de amor», como prefiere llamarlo su mujer–, ha formado junto con otras cuatro personas un comité desde el que pedir activamente una solución. Y hasta que llegue, no tienen nada mejor que hacer: reclamar lo suyo.

Billetes «sujetos a espacio»

Todas las aerolíneas disponen de billetes de avión gratuitos para sus trabajadores y ellos, a su vez, pueden cederlos a familiares y amigos –eso sí, el poseedor del billete viajará si hay espacio en el avión–. El problema surge cuando la compañía no ejerce ningún tipo de restricción ni control, tal y como hace Aeroméxico. Así, sus empleados aprovechan la oportunidad vendiendo a mitad de precio sus billetes, lo que, en pleno agosto, ha acabado provocando esta situación.