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#MejorConectados

Pedro Delgado: “Compartir lo que sentimos nos hace humanos”

Perico Delgado.
Perico Delgado.TelefónicaLa Razón

Admirado Pedro Delgado:

Probablemente usted no me recuerde: fui su traductora más de 30 años atrás, cuando realizó la vuelta a Suiza, en 1987. Le escribo inspirada en la carta que hace unas semanas le envió el experto en botánica Francisco Humboldt. Leí el texto de Humboldt en la página web de Telefónica, #MejorConectados, un espacio creado para poder encontrarse, inspirarse, conectar y lograr cosas increíbles, y por algún motivo recordé nuestra conversación previa a la conferencia de prensa de aquella vuelta. Dos años atrás había ganado la vuelta a España, ese mismo año había terminado segundo en el Tour de Francia y el año siguiente, en 1988, lo ganaría.

En aquella conversación, mientras esperábamos que llegaran los periodistas, me preguntó cuántos idiomas hablaba. Le dije que 7, pero le confié que me gustaría poder hablarlos todos. Y fue entonces cuando usted dijo algo que, hasta hace pocos días no entendí, pero siempre recordé. Me dijo que es imposible hablar todos los idiomas porque no solo están las lenguas y los dialectos. La música, la pintura, la gastronomía… todas y cada una de las artes son también un idioma. Pensé que era solo una expresión suya y no tuve tiempo de preguntarle más porque la conferencia comenzó y luego ya no le volví a ver… hasta hace dos días cuando encontré la página #MejorConectados. Allí escuché hablar al violinista Kamran, el de la Escuela Superior del Museo Reina Sofía, sobre sus logros y sus luchas. Seguí con Ferran Adrià, luego Rafa Nadal, Teresa Perales. Entonces comprendí perfectamente a qué se refería cuando me dijo que es imposible aprender todos los idiomas. Y luego me volví a encontrar con usted. Le escuché hablar sobre las derrotas y su importancia. Sobre los triunfos y cuan determinante es estar conectados para aprender de ambos. No sé si usted me recordará señor Delgado, pero en la breve charla que tuvimos, y antes de comenzar la conferencia, me dijo que las artes son el idioma de las emociones y como estas son universales, no necesitan traducción… pero sí interpretación. Y que por eso admiraba mi trabajo. Cuando le vi en el espacio #MejorConectados recordé esta frase y me propuse desafiarlo a usted. Porque sí, porque yo creo que las palabras también definen emociones, solo que no las conocemos todas. Y así es como surgió la idea de este libro que le envío.

Todo comenzó con la palabra más concisa del mundo, según el libro Guinness de los récords en su edición 1994. Se trata de Mamihlapinatapai, una palabra del idioma yagán (hablado por los habitantes originales de Tierra del Fuego, Argentina). ¿Su significado? “Una mirada entre dos personas, cada una de las cuales espera que la otra comience una acción que ambas desean pero que ninguna se atreve a comenzar”.

A partir de ese momento recorrí bibliotecas, hablé con colegas de otros países, conocí gente… me conecté. Y descubrí palabras que solo existen en un idioma, pero que describen emociones y sensaciones universales. Por ejemplo, Cafuné, una palabra en portugués que describe el acto de acariciar con ternura los cabellos de alguien querido. ¿Conoce usted esa sensación de que, a medida que envejecemos, nuestras oportunidades de alcanzar nuestras metas disminuyen? En alemán, eso se llama Torschlusspanik.

Pedro Delgado
Pedro DelgadoTelefónicaLa Razón

La precisa y preciosa cantidad de agua que se puede llevar en las manos se llama Gufra y no podía ser de otro idioma más que del árabe, una lengua que nació donde el agua es una riqueza y llevarla en nuestras manos, un tesoro que tiene que ser definido.

La luz, que atraviesa un bosque y dibuja ángulos entre los árboles, se llama Komorebi en Japón, donde los árboles son venerados y los bosques lugares mágicos. En Suecia, otra tierra de bosques míticos habitados por seres fantásticos, al acto de levantarse con las primeras luces, para internarse en la naturaleza a escuchar su concierto de vientos y aves, se le llama Gökota.

También he descubierto la palabra Iktsuarpok, de la lengua inuit, que describe esa sensación, mezcla de ansiedad, frustración y ganas, que sentimos al esperar a alguien que no llega. Y es lógico: en los páramos desiertos que habitan los inuit o esquimales, se puede ver desde horas antes, la llegada de alguien. Hay mucho tiempo para pensar en ese sentimiento. Y mucha necesidad de describirlo.

Como estas, hay cientos de palabras que los seres humanos hemos creado para compartir lo que sentimos porque, como bien dice usted en #MejorConectados, si no lo compartimos sí es una derrota. Y por eso quería enviarle este libro. Porque en mi intención de desafiarlo, he comprendido que todas estas pequeñas obras de arte, creadas por distintos idiomas, tienen un elemento en común: necesitan de alguien más para tener sentido. Porque, sin duda, estamos #MejorConectados, porque estamos, y somos, mejores si compartimos.

Ojalá este libro llegue a sus manos y le permita descubrir que las emociones que a menudo ha sentido tienen un nombre y, ojalá, puede darle un nombre propio a la sabiduría de aprender de las derrotas y evitar la frustración. Porque cuando le ponga nombre no solo la incluiré en el libro, sino que, al hacerlo, la acercará a muchas personas que aún no lo comprenden.

Me despido de usted agradeciéndole la paciencia y deseando que, algún día, en algún futuro, la música de las ruedas en el asfalto que usted oía al atravesar las carreteras solitarias, también tenga un nombre. Y que con ella Kamran componga alguna pieza para #MejorConectados.

Un cordial saludo,

Clara.

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