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Transplantes capilares

“El trasplante capilar no es vanidad, es reconciliación con uno mismo”

El Doctor Casquero-Gherardi defiende una visión del trasplante capilar donde la técnica médica se funde con el arte y la sensibilidad. En un mercado a veces dominado por lo comercial, este cirujano aboga por un acto de reconciliación personal, donde lo importante no es el pelo, sino devolver la confianza.

“Detrás de cada trasplante hay una historia y una persona que confía en ti. Cuando se olvida eso, se pierde el sentido de lo que significa ser médico"
“Detrás de cada trasplante hay una historia y una persona que confía en ti. Cuando se olvida eso, se pierde el sentido de lo que significa ser médico"Dr. Santiago Casquero-Gherardi

Doctor Casquero, ¿cómo definiría usted qué lo distingue en el campo de la estética capilar?

Creo que soy, ante todo, un médico con una gran vocación artística. Siempre he sentido que el trasplante capilar no es solo una técnica médica, sino una forma de arte. Detrás de cada intervención hay una historia, una emoción y una persona que confía en ti para recuperar algo más que su cabello. No se trata solo de poner pelo, sino de que todo encaje con la expresión, la edad y la personalidad del paciente. Me involucro mucho en cada caso. Escucho, observo y acompaño, porque entiendo que detrás de cada trasplante hay alguien que quiere volver a reconocerse en el espejo.

Me identifico con la precisión matemática para calcular las necesidades reales y, por supuesto, con el respeto hacia lo que el paciente desea reflejar. Él debe ser el primero en sentirse reflejado en esa nueva imagen que buscamos juntos. Al final, intento ayudarle a reencontrarse con su mejor versión.

Suele decir que un buen trasplante es una obra de arte planificada. ¿Cómo equilibra técnica y belleza?

Para mí, la técnica es imprescindible, pero sin sensibilidad artística no hay alma en el resultado. Un trasplante capilar no se “hace”, se “crea”. Tienes en cuenta el rostro o el tipo de cabello, pero también la historia personal. No es solo cuestión de edad o de patrón de alopecia; es comprender qué busca recuperar más allá del cabello: su seguridad, su presencia.

La planificación es esa parte invisible y muy sensible. Es antes de tocar un solo folículo cuando todo cobra sentido. Decidir cómo extraer, dónde colocar, con qué densidad… es un proceso técnico, pero también profundamente emocional. Cuando entiendes que no trasplantas cabello, sino autoestima, entonces la cirugía capilar se convierte en arte con corazón.

“La estética no tiene que ver con la vanidad, sino con la dignidad. Con la necesidad de sentir que seguimos siendo nosotros mismos”

¿Estamos ante un mercado más maduro o más saturado?

Indudablemente, más saturado. El crecimiento de la demanda ha sido positivo, pero también ha traído una parte muy negativa. Frente a clínicas con un nivel técnico y ético extraordinario, existen otras que han convertido los tratamientos en un subproducto puramente comercial, donde el bajo coste es la prioridad. En esos lugares, las manos que operan importan poco.

Me parece muy triste esta globalización, porque en muchos casos la ética y la honestidad han sido sustituidas por el dinero y la inexperiencia. Es peligroso, porque detrás de cada trasplante hay una persona que confía en ti para recuperar una parte de sí misma. Y cuando se olvida eso, se pierde el sentido de ser médico.

¿Qué riesgos ve y cómo puede un paciente distinguir a un verdadero especialista?

Se ofrecen precios cerrados sin evaluar el caso y se promete “sin límite de folículos”, cuando es un recurso limitado que debe usarse con responsabilidad. Hoy hay manos inexpertas, sin formación médica ni ética. El resultado son cicatrices visibles, zonas donantes arrasadas y pacientes emocionalmente destrozados.

Proliferan cursos donde se promete enseñar una cirugía compleja en unos días. Los alumnos pagan un diploma sin haber tocado un cuero cabelludo humano. Es inquietante que luego operen. Los pacientes deben ponerse en manos de médicos con formación sólida, años de experiencia y criterio. La clave no está en el precio, sino en el respeto.

¿Qué diferencias percibe entre hombres y mujeres que afrontan un trasplante?

Para la mujer, el cabello es una prolongación de su identidad y vitalidad. Cuando lo pierde, muchas lo viven con tristeza, como si algo se apagara. En los hombres, la pérdida se ha asociado al paso del tiempo, a sentir que su etapa de plenitud ha pasado. Pero no es verdad. Detrás de cada hombre que cuida su imagen hay alguien con energía e ilusiones.

No es vanidad, sino la necesidad de seguir sintiéndose vivos. Recuperar el cabello es volver a verse con fuerza y seguridad. Y cuando eso ocurre, cambia su manera de estar en el mundo. Hoy, hombres y mujeres buscan lo mismo: sentirse bien con quienes son y reconocerse en su reflejo.

¿Qué papel juega la imagen en la confianza del hombre moderno?

El equilibrio está en que la estética no se imponga a la autenticidad. Es cuando lo que uno proyecta está en paz con lo que siente por dentro. Entonces todo cambia. Hay ilusión y fuerza al sentirse más uno mismo. Quien quiere recuperar su cabello no lo hace solo por estética: lo hace porque necesita reconocerse, recuperar esa confianza silenciosa con la que se enfrenta al mundo. La estética tiene que ver con la dignidad. Con la necesidad de sentir que seguimos siendo nosotros mismos.

¿Qué avances destacaría en tratamientos no quirúrgicos?

Hemos avanzado hacia un abordaje integral. La clave no está en una sola técnica, sino en una mirada global. Contamos con herramientas como la mesoterapia capilar, los factores de crecimiento, el PRP o los exosomas para nutrir y regenerar. Los fármacos bien prescritos y los estudios genéticos nos permiten personalizar y prevenir.

Pero más allá de la técnica, valoro el enfoque integral. No se puede separar el cabello de la persona. El estrés o los cambios hormonales afectan directamente a la salud capilar. Por eso a menudo acompañamos con pautas de nutrición y equilibrio emocional. La prevención es la gran revolución silenciosa.

¿Qué mensaje le daría a quienes dudan en dar el paso?

Las redes sociales han llenado el sector de ruido y personajes sin preparación. Yo creo en unir la ciencia con la experiencia, y la técnica con la sensibilidad. Hacer medicina capilar es saber escuchar y entender al paciente. Eso solo se logra con formación, práctica y una actitud honesta. El futuro debe ser una medicina más individualizada, precisa y humana. Por eso he desarrollado sistemas de valoración únicos y herramientas para mayor eficiencia. Quiero una formación honesta para médicos y técnicos.

Mi mensaje es que esto no va de vanidad, sino de reconciliación. Cuidarse no es rendirse al paso del tiempo, es reconocerse y honrar lo que uno es. No hay edad para sentirse bien. Solo hace falta la decisión de volver a mirarse al espejo con ilusión y verdad.

drsantiagocasquero.com

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