Patrimonio

Alameda de Osuna: el único castillo de la capital por fin ve la luz

El Ayuntamiento instala luces LED en la fortificación del distrito de Barajas, que data del siglo XV

Castillo del Conde de Barajas en el Barrio madrileño de la Alameda de Osuna
Castillo del Conde de Barajas en el Barrio madrileño de la Alameda de OsunaLuis DíazLa Razón

Solo un castillo sobrevive en la ciudad de Madrid. De hecho, se trata de uno de los escasos vestigios de la arquitectura militar del siglo XV que queda en la capital. De pequeñas dimensiones, su superficie interior es de 200 m², en planta rectangular, con esquinas redondeadas y dos de sus torres aún en pie. Cinco siglos de historia de la ciudad y el país han pasado frente al Castillo de la Alameda de Osuna, en el distrito de Barajas. Sin embargo, hasta ahora, nunca lo había hecho acompañado de luz.

El Área de Cultura, Turismo y Deporte que preside Andrea Levy ha recuperado el proyecto de iluminación de este entorno. De hecho, en torno a las 19:00 horas, el conjunto arquitectónico ya es visible durante estos días en plena oscuridad. El Consistorio planteó la iluminación en cinco actuaciones principales con las que se busca poner en valor la historia del castillo. Así, se están usando distintos tipos de luz según la zona del conjunto: los elementos que originariamente tenían un carácter defensivo se iluminarán con una luz fría de 6.000 kilovatios; mientras, para el exterior del núcleo principal, se usará una luz más cálida de 3000 kilovatios. El uso de luz coloreada para este último espacio, el núcleo, nace con la intención de realzar la importancia del conjunto.

Interior del castillo, en el distrito de Barajas
Interior del castillo, en el distrito de BarajasLuis DíazLa Razón

Del mismo modo, el proyecto planteaba el hecho de mostrar también el resto de construcciones que se encuentran dentro del recinto, como el panteón de los Fernán Núñez y el búnker del Capricho, en un recorrido que conducirá al visitante hasta el interior del foso, donde está previsto que se realicen las nuevas actividades nocturnas.

María José Rodríguez Relaño, jefa de Departamento de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento, explica a LA RAZÓN que el castillo fue objeto de una restauración a finales de la pasada década, después de años en el olvido. Se llevó a cabo un completo proceso de estudio y conservación de restos arqueológicos; se abrió el entorno a los visitantes a través de una serie de paneles informativos, y se puso en marcha el acondicionamiento necesario para llevar a cabo esas visitas. «Desde entonces, se realizan labores de mantenimiento e intervenciones para poner en valor al único castillo que tenemos en Madrid, catalogado además Bien de Interés Cultural desde 1949», afirma Relaño. Entre ellas, se encuentra la colocación de una plataforma abierta, con el objetivo de crear un escenario mínimo para ofrecer charlas, y que también contará con su propia iluminación. Unas luces, todas ellas, que serán LED, «con un bajísimo consumo a efectos de energía».

Al final, el valor que atesora no solo se remonta a cinco siglos atrás. Los yacimientos que se han venido ejecutando desde mediados de la década de los noventa demostraron que, en el cerro donde se erige la construcción, se encontraba un poblado de la Edad de Cobre, perteneciente al 2000-1400 a.C. Así, a la altura del actual foso, fue hallada una sepultura en la que se enterró a un individuo, rodeado de varias cerámicas de gran valor. Se trata de tres vasos campaniformes, decorados con incrustaciones de cal, y cuyo uso estaba reservado a los señores de la comunidad. Posteriormente, también se han hallado vestigios que prueban la presencia de asentamientos romanos en el lugar.

Un siglo después de su construcción, entre el XVI y el XVIII, se alzaron en la zona varias villas de veraneo de la aristocracia. Entre ellas, el cercano palacete de los Duques de Osuna, con su parque de El Capricho. De ahí el nombre actual de la Alameda de Osuna. El castillo también vivió algunos episodios de nuestra Guerra Civil. En la fortificación se encontraba el centro de mando del general Miajas, en la retaguardia del frente del Jarama. Mientras que el mando de operaciones estaba en el búnker de El Capricho, el castillo de la Alameda se empleó como fortín. De hecho, junto al mismo se encontró un nido de ametralladoras.

En la actualidad, el conjunto se encuentra «atendido de manera permanente». El Consistorio está ahora licitando actuaciones como la instalación de pasarelas para recorrer el entorno y la reparación de una parte de la valla.