Cultura

Madrid protege las Virtudes Cardinales del Palacio Real

La Comunidad declara Bien de Interés Cultural el boceto que forma parte de las pinturas murales de Salvador Maella

Las Virturdes Cardinales
Las Virturdes CardinalesLa RazónLa Razón

La Prudencia, la Justicia, la Fortaleza y la Templanza tienen aspecto de mujer. Así las representó el pintor Mariano Salvador Maella (1739-1819) en el Palacio Real de Madrid. En concreto, el fresco de las Virtudes Cardinales se encuentra en el techo de la habitación del infante don Gabriel y su esposa la infanta María Ana Victoria.

De esta pintura neoclásica se conservan varios dibujos preparatorios de algunas de las figuras, así como el esbozo inicial de esta composición del pintor valenciano. La Comunidad de Madrid ha querido ahora declarar Bien de Interés Cultural el boceto que forma parte de las pinturas murales del nuevo Palacio Real del que fue pintor de cámara de Carlos III y primer pintor del rey en la corte de Carlos IV. Y lo ha hecho «por sus valores y cualidades artísticas, su composición, la sutileza del color, la agilidad y la destreza del dibujo, así como por su significación histórica», aseguran desde la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid. De hecho, se trata de una de las obras más brillantes del pintor que centró su labor artística al servicio de la monarquía y cultivó todo tipo de géneros, desde la pintura al fresco, el temple, el retrato, la marina y el género religioso.

El trámite se materializó en el último consejo de Gobierno. En concreto, el boceto de presentación de Las Virtudes Cardinales es un óleo sobre lienzo en formato vertical de 54,5x28 centímetros en el que la Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza aparecen representadas en forma de mujer portando objetos con las que se las identifica.

Así, la Prudencia empuña el espejo de la introspección, que simboliza el conocimiento de uno mismo con una serpiente enroscada en el brazo, símbolo de sagacidad. La Justicia aparece representada envuelta en un manto dorado y una corona sobre la cabeza, que le confiere una condición real. Una túnica blanca completa la vestimenta, emblema de la pureza. En una de las manos sostiene una balanza que es la que sopesa las buenas acciones frente a los delitos y malas acciones de los hombres; en la otra aparece levantando la espada justiciera y castigadora frente al mal.

La Fortaleza figura representada mirando al infinito con armadura y casco en actitud combativa y manto azul, mientras que la Templanza sujeta entre las manos el freno que modera las pasiones.

En el lienzo también pueden apreciarse otros símbolos alegóricos que aluden a las virtudes.

Al pie de la composición figuran dos ángeles, que llevan las fasces consulares, uno de los símbolos de la justicia más antiguos y que ya utilizaban los magistrados de la época romana. También se aprecia un fragmento de columna, una rama de encina y un león que asoma junto a la Fortaleza.

En la parte superior de la composición también sobrevuelan pequeños ángeles, uno de ellos con una corona de laurel y el otro con una condecoración, en alusión a los premios de la virtud. El tercero porta una antorcha encendida que simboliza el esclarecimiento, mientras un gran rayo de luz desciende desde el cielo a hasta las virtudes.