Entrevista

Carminho: «El fado puede ser alegre, pero es más bonito cuando es triste»

Una de las voces referentes del género luso por excelencia actúa este miércoles 21 de julio a las 21:00 horas en el Palacio Real

Carminho, cantante de fado portguesa natural de Lisboa.
Carminho, cantante de fado portguesa natural de Lisboa.Cipriano Pastrano DelgadoLa Raz—n

Se dice «Carmiño» y es el diminutivo de Carmo, el segundo nombre de Maria, que no eligió nacer entre fados y guitarradas, pero sí dejarse seducir por su melancolía. Hace más de diez años, un jovencísimo Pablo Alborán se la descubrió a España entre las notas de un sentido «Perdóname» y hoy ella reconoce en los madrileños y madrileñas un público especialmente dadivoso con su música, que tiene patria, pero no fronteras. Arrancó su carrera a los 18 años y en 2009 tituló «Fado» su álbum de debut, mientras que su último trabajo fue bautizado en 2015 con el nombre de «Maria», como ella, que antes de actuar este miércoles 21 de julio a las 21:00 en el Palacio Real, responde a las preguntas de LA RAZÓN evitando usar la palabra «saudade», pero dejándola entrever en su mirada.

–¿Es el pueblo portugués triste por naturaleza?

–Somos nostálgicos, eso no se puede negar. Los portugueses nos entregamos a nuestros sentimientos, pero eso no quiere decir que no vivamos momentos de felicidad y alegría. Y por eso yo no creo que sea una persona triste, pero sí encuentro mucha belleza en la tristeza.

–Y el fado, ¿tiene que ser triste para ser de verdad?

–El fado nació en Portugal, precisamente, por esa entrega de los portugueses a sus propios sentimientos, de la necesidad de confrontar con ellos. Y aunque hay un amplio imaginario popular y festivo dentro del género, creo que es más bonito cuando escarba en sensaciones más profundas, más escondidas. El fado es más bonito cuando es triste.

–¿Puede conectar el público madrileño con un género tan portugués?

–El fado es magia. Cada vez que alguien lo canta es como si fuera la primera vez, porque si se hace desde la verdad y la autenticidad de los sentimientos, es siempre diferente, siempre único. El fado responde a una lengua empática que va mucho más allá de las lenguas formales, es decir, que puede llegar a cualquier persona que se identifique y enamore con esos mismos sentimientos. Y es así como el fado es capaz de conectar con el público madrileño y con el de cualquier cultura o nacionalidad, porque el fado no es un lenguaje hablado, el fado va directo al corazón.

–¿Encuentras diferencias entre el público de Madrid y el de tu ciudad, Lisboa?

–La forma de reaccionar a un fado tiene mucho más que ver con la historia de quien lo está escuchando que con la de la propia canción, por eso, hay diferencias casi entre cada una de las personas del público, sea cual sea. No obstante, los madrileños, como todos los españoles, tienen una personalidad propia, marcada por su efusividad. Aquí, siento que el público lo da todo y desde el escenario siento esa generosidad y ese calor.

–¿Tienen puntos en común el fado y el flamenco?

–Claro, y tal vez también eso explique la conexión entre el público español y el fado. El flamenco es otra forma de expresión urbana enraizada en un lugar específico, Andalucía, y, como el fado, traspasa la melodía y la letra para retratar una manera de vivir, una manera de estar. Incluso, existe un punto de vértigo en cada interpretación de fado y de flamenco en el que la música conduce al artista y el artista a la música y se genera una fuerza que es común a los dos géneros.

–En 2011 te convertiste en la primera artista portuguesa en alcanzar el número 1 de la cima española gracias a tu colaboración con Pablo Alborán, ¿cómo ha sido tu relación con España desde entonces?

–Ya era muy bonita y muy sólida antes de esto, pero, a raíz de la colaboración, muchos españoles que no escuchaban fado empezaron a escucharme a mí, igual que en Portugal muchos descubrieron así a Pablo Alborán. Creo que cuando dos artistas se unen sus dos mundos, con sus particulares estéticas artísticas y públicos, se convierten en un tercero completamente distinto, como una isla que nace de la nada y atrae nuevas relaciones y nuevas sinergias. Fue un encuentro muy bonito. Entonces tuve la oportunidad de actuar con él, de ir a programas de televisión y radio, y recibimos mucho cariño y hasta premios con «Perdóname». Le debo todo a Pablo, porque fue él quien hizo la invitación, y estoy muy agradecida, además de declararme su eterna admiradora.

Carminho actuará el 21 de julio dentro del ciclo de conciertos Jazz Palacio Real 2021.
Carminho actuará el 21 de julio dentro del ciclo de conciertos Jazz Palacio Real 2021.Cipriano Pastrano DelgadoLa Raz—n

–Sacaste tu primer álbum a los 25 años, ¿sois cada vez más jóvenes los fadistas?, ¿cómo está repercutiendo esto en el género?

–Sí, a veces incluso tengo la sensación de que hay quien se precipita. Un fadista vive en una constante construcción, que suele empezar en una casa de fados, donde hay un contacto directo con el género más tradicional. Si alguien me pidiera un consejo, le diría que extendiera al máximo su tiempo de formación, para que, cuando sea el momento, el álbum nazca de la seguridad de estar diciendo algo pertinente, algo que habla de sentimientos y de vivencias reales; solo así podrá defenderlo después, creyendo en lo que está cantando. No quiero decir con esto que a un joven o a una joven fadista les falte madurez necesariamente, pero sí que, cuanto más largo es ese proceso de aprendizaje, más seguro se siente el artista de estar tomando el camino correcto.

–¿Quiero esto decir que «Maria» es tu mejor álbum?

–Siempre somos el último trabajo que hemos hecho, ¿no? Creo que cada uno de mis discos fue mi mejor álbum en el momento en el que lo saqué, así que no podría decir que uno es mejor que otro, simplemente, aquello que quiero hacer y cantar hoy está mucho más próximo a «Maria» que al resto. Aun así, en mis conciertos incluyo muchas canciones de mis trabajos anteriores.

–¿Y el más personal?

–«Maria» es una especie de regresión a mis memorias de infancia, a aquel tiempo en el que escuchaba fados con mis padres en casa y, eso, inevitablemente, sacó mi lado más personal. Aquello que yo quería expresar tuvo que ser producido por mí: no había otra persona a la que yo consiguiera transmitirle mis emociones y recuerdos para después volverlos a interpretar, iba a ser un proceso muy entrecortado, así que pensé que sería más fluido hacerlo yo misma. Este álbum, además, es el que une más canciones compuestas por mí, pero de forma natural, porque mi prioridad no es escribir aquello que canto, mi prioridad es creer en aquello que canto. Es más, muchas veces otros poetas y letristas logran decir lo que siento mucho mejor que yo.

–En este trabajo bebes de tus raíces y del mundo que te rodea, de la tradición y de la contemporaneidad, ¿es esta la clave para que el fado siga estando de moda?

–No estoy muy preocupada con eso, con mantenerme a la moda. De hecho, yo no hago la mezcla entre tradición y contemporaneidad, la mezcla está en mí. Vengo de una familia de fadistas y mi infancia estuvo muy pautada por esto, así que recibí una educación que no fue elección mía, sino que responde a la historia que viví junto a mis padres en la casa de fados que tuvieron. Por otro lado, tengo 36 años y he vivido la vida que cualquier otra persona de mi edad, con la adolescencia y la juventud propias de mi generación. Y no, no tengo hecho el cálculo de la mezcla perfecta. Yo simplemente intento ser lo que soy de la forma más orgánica y fluida posible, sin ninguna pretensión de cambiar el fado o transformarlo, que la trasformación de un género como este se hace de dentro hacia afuera y será el tiempo quien dirá.

–¿Tenías ganas de volver a los escenarios?

–¡Por supuesto, y estoy felicísima de estar aquí! Desde que entramos en esta fase de apertura tras los confinamientos, ya he dado varios conciertos en Portugal y también fuera, en Francia, en España y, pronto iré a Polonia, y siempre tengo la misma sensación de seguridad. Creo que las cosas se están haciendo bien.

–¿Cuál es la situación pandémica en Lisboa en estos momentos?, ¿notas mucha diferencia con Madrid?

–Acabo de llegar y vine directa al hotel, así que todavía no he tenido tiempo de salir para tener una percepción de cómo están viviendo la pandemia los madrileños. En Portugal las cosas están abriendo lentamente, aunque, infelizmente, hay muchos retrocesos, porque a veces depositamos mucha confianza en las decisiones de nuestros gobernantes, en sus directrices, y olvidamos nuestra propia responsabilidad. Es inevitable, porque tanto nuestra mente como nuestra alma necesitan descansar de lo duro que está siendo esto para todos, pero no podemos bajar la guardia, tenemos que estar atentos.

–Por último, ¿te gusta Madrid?, ¿qué vas a hacer mientras estés aquí?

–¡Adoro Madrid, me encanta Madrid! De verdad, si por mí fuera, pasaría aquí mucho más tiempo. Suelo ir a varios restaurantes con los que ya tengo una relación, y también quedar con amigos que tengo aquí. Claro que, ahora, con esta situación, una ya no sabe lo que va a poder o no hacer, pero me encanta pasear por El Retiro, así que, si tengo la oportunidad, la aprovecharé para eso.