Revelación

El tatuador de Getafe con lista de espera hasta 2023

«Black» Sánchez se ha convertido en la revelación «pandémica» del «skin art». Llegan clientes desde Los Ángeles para tatuarse en su estudio madrileño

Cuando entramos en el «Chinatown» de Getafe, Adrián está rematando una de sus obras maestras sobre el antebrazo de Roberto. El joven cliente de 24 años ha venido desde Alicante única y exclusivamente para que Black Sánchez (el nombre artístico de este solicitado tatuador) imprima sobre su piel el retrato de un zombi. No es la primera vez que aterriza en el estudio del madrileño, de hecho, parte de su pierna también ha sido diseñada por Adrián. En su cuerpo ya hay impresos unos 5.000 euros de tinta y los que están por venir. «Cuando hay un tatuador que te gusta, da igual dónde esté. Yo le conocí por las redes y después de comentarle un poco lo que me gustaría hacerme me puse en sus manos», explica el alicantino mientras Adrián da los últimos «pinchazos» a los ojos blancos del zombi.

Y es que, en el último año, este artista treintañero se ha convertido en la sensación de los «tatoo» adictos. Su estilo es muy particular: temas oscuros, de terror, donde el juego de sombras y relieves dan forma a un atractivo realismo. Adrián siempre soñó con ser tatuador pese a la resistencia de sus padres y tras años de tesón y formación consiguió montar en enero de 2020 su estudio propio, Chinatown, en el centro de Getafe.

«Black» Sánchez tatúa sobre un brazo el rostro de un zombi
«Black» Sánchez tatúa sobre un brazo el rostro de un zombiDAVID JAR

Ahora, tiene una agenda que echa humo: «La tengo completa hasta 2023, pero la gente sigue llamando. Lo que hago es ponerles en lista y cuando vuelva a abrir la citación les daré día, pero de momento hasta dentro de dos años tengo todo lleno», dice orgulloso.

Amante de la pintura, también realiza cuadros, los cuales vende a golpe de post en las redes. Comenzó con una obra del rapero estadounidense Notoriuos B.I.G que se hizo viral durante los primeros meses de pandemia y que la gente se volvió loca por conseguirlo. Actualmente conseguir una obra suya es prácticamente misión imposible.

De vuelta a los tatuajes, cuenta que no atiende a más de una persona al día, porque lo tedioso del realismo en piel es la dedicación que requiere: «He llegado a estar desde las diez de la mañana hasta las tres de la madrugada con un cliente. Luego necesito un día de recuperación porque el cuerpo y la vista se quedan tocados. Es mucha concentración y esfuerzo».

13 horas de avión

A sus 30 años es ya una eminencia en el sector, el cual ha crecido vertiginosamente en los últimos años. Según un estudio de la Comisión Europea se estima que alrededor del 12% de los europeos (España está por encima de la media) tienen algún tatuaje y un 38% a nivel mundial. De hecho nuestro país se encuentra en el «Top 10» de los más tatuados: uno de cada tres españoles de entre 18 y 36 años tiene uno, según datos de la Academia Española de Dermatología.

«El perfil de mi cliente es mayoritariamente hombre, un 95% podría decir, y sobre todo entre 20 y 40 años. Quizá sea así por el tipo de dibujo que hago. Pero vamos, que varias mujeres también han venido al estudio a pedirme cita», confiesa Adrián mientras se despide de Roberto, que se toca el brazo un poco dolorido.

Entre los récord Guinness de Adrián se encuentra una espalda que tardó dos años en terminar. «Lo que más me gusta es que la gente me deja su piel como si fuera un lienzo en blanco. La mayoría se pone en mis manos sin saber si quiera lo que le voy a tatuar. No miran hasta que está terminado. Es una presión, pero me gusta esa confianza», confiesa. El 50% de su clientela es de fuera de Madrid, gran parte internacional.

Le llegan «fans» de su arte desde Italia, Alemania, Francia, Estados Unidos... «Tengo un cliente de Los Ángeles que se mete 13 horas de avión para tatuarse y se vuelve a Estados Unidos. Yo le digo que con la cantidad de buenos tatuadores que hay allí cómo es capaz de hacer esa locura. Él me responde que le merece la pena porque no conoce a nadie que haga lo que yo, para mí es un honor».

Clientes «estimulantes»

Después de años tatuando leones, tigres y lobos «podré haber tatuado más de 200 de cada uno a lo largo de mi vida», ahora ya ha pasado a elegir él al cliente que le resulta estimulante a nivel creativo: «Hago criba de los trabajos que me proponen. Antes no me quedaba más remedio que aceptar lo que entraba. Es más, muchas veces me tocaba luchar con el cliente para que hiciera determinados cambios en su propuesta. Ahora ya no me pasa nunca, es un lujo», dice. Aunque se resiste a comentar el precio de sus obras, apunta que no es algo «estándar» sino que va por horas de trabajo y el caché de cada uno. «Es decir que puede costarte desde los 100 euros hasta los 6.000».

Aunque ninguna «celebrity» ha pasado hasta el momento por sus manos y su fama no ha sido comprada a golpe de influencers, la oscura estética de Adrián se ha convertido ya en una tendencia en las redes. «Me da igual lo del tema famosos, a mí lo que me hace ilusión es tatuar a mis seres queridos. Es una sensación increíble que alguien quiera llevar una obra tuya en su cuerpo. Es algo especial. Tiene un punto romántico que es la hostia. Eso sí, sería una pasada tatuar a un suizo, ver uno de mis tatuajes oscuros en una piel tan clara como la que ellos suelen tener sería increíble», confiesa.

«Black» se hizo su primer tatuaje a los 15 años y ahora ha optado por tapárselos. Es más, solo muestra los que tiene en sus brazos y porque lleva camiseta de manga corta. Eso sí, bajo su ropa apenas queda un centímetro sin tinta. «Antes, tatuarse era un símbolo de rebeldía, algo así como ir en contra de lo establecido. Ahora, es ir a favor de lo que hace todo el mundo. No quiere decir que no me gusten, sería absurdo, pero no me gusta exhibirlos», apunta. Aun así reconoce que continuará esparciendo tinta por su piel hasta estar completamente tatuado, «salvo la cara», matiza.

Hacerse un hueco en este mundo no es tarea sencilla, más aún cuando proliferan los centros de tatuajes en cada esquina. Tan solo en la Comunidad de Madrid existen unos 500 estudios de tatuajes en la actualidad , casi diez veces más de los que había hace diez años.

Adrián ha decorado su estudio inspirado en su barrio favorito: Chinatown de Nueva York
Adrián ha decorado su estudio inspirado en su barrio favorito: Chinatown de Nueva YorkDAVID JAR

En España hay unos 3.000, sin contar los numerosos centros clandestinos que operan en todo el país: «Siempre se habla mucho del mercado negro de tatuajes. A ver, la mayoría de tatuadores siempre comienzan trabajando en su casa, no puede permitírselo en un estudio. Yo también lo hice, eso sí, siempre con las medidas de higiene reglamentarias. No lo veo como algo malo sino como parte de los comienzos de esta profesión», afirma. Desde la UNTAP, (Unión Nacional de Tatuadores y Anilladores Profesionales), aseguran que en la actualidad, «por cada tatuador legal hay dos ilegales, aproximadamente unos 5.000 en España, es algo que debería de controlar la Administración porque hace mucho daño a nuestro sector».

Antes de salir del estudio de Adrián no podemos resistirnos a preguntarle por la obra de la que se siente más orgulloso así como las propuestas más bizarras que le han planteado:: «Quizá el de una persona que me pidió que le tatuara un retrato de Eduard Punset comiéndose un sándwich», dice entre risas. Lo que no sabe es si el cliente se arrepintió después. Según un estudio de Connectatto solo un 10% lamenta su decisión y un 2% de lo borra. Un impulso que, a veces, puede salir caro.