Tesoros en los Museos
Este es el origen de la “mala suerte” del Teatro Real de Madrid
El Museo Historia de Madrid cuenta la historia y vivencias de los madrileños desde su capitalidad en 1561 hasta principios del siglo XX
Sólo aquellos que hayan tenido la suerte de verlo desde el aire habrán podido descubrir la peculiar forma que tiene el Teatro Real de Madrid. Cuenta la leyenda que detrás de esta podría estar el motivo de la «mala suerte» que ha tenido este edificio a lo largo de los años desde su construcción. Inundaciones, incendios, largos cierres, obras interminables… hasta que casi 30 años después lograron terminarlo. Por aquel entonces, la fachada ubicada en la Plaza de Oriente servía de acceso para los reyes y nobles mientras que por la segunda, en la de Ópera, accedía el resto del pueblo y así no tener que mezclarse. La construcción de ambas se hizo en forma y tamaño tal y cómo se encuentran ahora y en base a las plazas ya existentes, lo que imposibilitaba su ampliación. Partiendo de estas medidas la estructura del teatro debería haber sido completamente recta y no hubiese habido cabida para suficientes pasillos que permitiesen que estas dos clases sociales se cruzasen, por ello, decidieron ampliar únicamente los extremos laterales y resultó como un ataúd de grandes dimensiones. De ahí la leyenda.
Este puede verse a la perfección en la maqueta original en madera construida por Custodio Teodoro Moreno en 1835 sobre un diseño anterior de Antonio López Aguado, una de las joyas que alberga el Museo de Historia de Madrid y que han restaurado recientemente. La favorita de su directora, Hortensia Barderas, y que llama la atención muchos de sus visitantes. Allí cuentan la historia de ciudad desde su capitalidad en 1561 hasta principios del siglo XX, pero también la de los madrileños. Además de la parte urbanística buscan contar la de vivencia, por esto cuentan con objetos de uso cotidiano, el papel del pueblo durante la guerra de la independencia o el auge de los teatros, las fiestas y las ropas que lucían en el siglo XIX.
Antes que museo fue Hospicio de San Fernando hasta la primera década del siglo XX cuando otras instituciones tomaron su relevo para acoger a estas personas y de entonces solo se conserva la capilla del siglo XVII y la fachada del XVIII. Tras ser declarado Bien de Interés Cultural y restaurado posteriormente, la Sociedad de Amigos del Arte decidió llevar a cabo en él la primera exposición sobre historia de Madrid en 1926 y su éxito fue el germen de convertirlo en un museo fijo solo tres años después. En estos casi 93 años ha sufrido obras, cierres, cambios… pero desde hace siete alberga esta nueva museografía y siguen una nueva política con diferentes actividades, presencia en las redes sociales y buscan acabar con esa idea de «museo antiguo». «Después de casi cien años tocaba renovarse, así que optamos por darle una vuelta a todo lo que sucedía en este museo», cuenta la directora al frente desde entonces a LA RAZÓN. Son muchos los espacios disponibles repartidos entre sus tres plantas y que se usan de alguna forma u otra como espacios expositivos, pero la realidad es que solo tienen expuesto por imposibilidad física un 3% en su colección permanente.
Unfondo fundacional de alrededor de 60.000 piezas que se formó en parte con las donaciones de esa primera exposición, piezas que tenía el Ayuntamiento de Madrid y que no dejan de llegar, compras, donaciones, embargos o herencias. La capilla acoge el Belén de Navidad y su patio interior acoge las exposiciones temporales. Actualmente cuentan con la exposición de fotografías «Madrid hace un siglo de 1900 a 1936» seleccionadas por Manu García del Moral. «Con estas últimas intentamos completar esa laguna que tenemos del siglo XX, intentamos que todas estén relacionadas con este tiempo», detalla.
El edificio se hace en tiempo de Felipe IV, cuando comienza la primera idea por parte de la entonces reina, Mariana de Austria, que lo apoyó junto a la Congregación del Ave María y San Fernando. Su construcción comienza en el siglo XVII pero un siglo después estaba tan deteriorado que el primer borbón, Felipe V, contrata al arquitecto Pedro de Ribera que junto al Marqués de Vadillo se encargarían de su restauración y de una remodelación de Madrid. Así, hacia 1721 nace este edificio estilo barroco después de derribarlo prácticamente entero, restaurando únicamente la fachada y la capilla y que se conservan en la actualidad.
Una institución cargada de historia y con una amplia gestión detrás que Barderas define como una experiencia «gratificante e interesante». «Este museo no es sólo la exposición que todos vemos, es lo más visible pero la parte más pequeña respecto a lo mucho que hay detrás y su consecuente gestión», y confiesa que es mucha la que gente que acude hasta allí, interesada por lo que hacen. «Algo que he descubierto hace poco y que me gusta mucho es los jóvenes que vienen a hacer sus prácticas del grado o del master. Vienen con la idea de abarcar temas concretos que a lo mejor nosotros en nuestro día a día no podemos y ellas se encargan de eso», relata, convirtiéndolo en una experiencia muy interesante. Ya han superado las 100.000 visitas en lo que va de año y esperar, recuperar poco a poco las cifras prepandémicas, y alcanzar antes de que finalice el año las más de 300.000 visitas que alcanzaron en 2019.
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