Perfil
Ignacio Aguado: de rozar el “sorpasso” al PP a la guerra con Ayuso en 20 meses
Su éxito electoral en 2019 le encumbró como el dirigente de Ciudadanos con más poder y más diputados en un parlamento regional, pero la crisis que desembocó en el 4 de mayo precipitó su final
Marzo de 2021. Si hay una fecha que marcará para siempre la trayectoria en la política madrileña de Ignacio Aguado será, sin duda, ese mes, aciago para los naranjas, de hace casi dos años y medio. Se concretó entonces su ruptura con Isabel Díaz Ayuso, su salida del Gobierno regional, la convocatoria de elecciones para el 4 de mato de ese año. Y el resto de la historia es bien conocida por todos. Hoy, Aguado ha anunciado su decisión de darse de baja del partido que lo encumbró como número dos del Ejecutivo madrileño y su ruptura total con Inés Arrimadas.
La frase de que dos años en política son una eternidad es uno de esos lugares comunes tan habituales en las tertulias. Para lo sucedido en Madrid entre mayo de 2019 y marzo de 2021 es, sin embargo, una descripción que, incluso, se queda corta. Hace tres años y medio, el socialista Ángel Gabilondo ganó las elecciones en Madrid; el PP, con Isabel Díaz Ayuso como candidata, logró los peores resultados de su historia en la región; y Ciudadanos se situó como tercera fuerza a tan solo tres puntos de los populares. Muy lejos queda ya todo eso. El 4 de mayo convirtió a los de Aguado -ya sin el propio Aguado como candidato, al rescate acudió Edmundo Bal-en una fuerza extraparlamentaria en la Asamblea de Madrid y dejó a Ayuso al borde de la mayoría absoluta.
Aquella semana de marzo se concretó su caída del que en 2019, fue el dirigente territorial naranja con mejor resultado en los comicios autonómicos. Tras la reciente debacle de los de Inés Arrimadas en Cataluña, era también el líder con la bancada de Cs más numerosa en un parlamento regional. Todo se desmoronó, sin embargo, ese fatídico 10 de marzo para los naranjas. Pero, ¿cómo fueron los dos años de Aguado como vicepresidente? Lo relataron a LA RAZÓN los que compartieron con él bancada en la Asamblea y asiento en el Consejo de Gobierno, de un lado y de otro.
Entre algunos compañeros del grupo parlamentario de Cs siempre existió la certeza de que Aguado fue la víctima del pecado original de una mala negociación de sus competencias. «Un vicepresidente no puede tener como única responsabilidad las cuestiones relativas a Deportes. Eres un portavoz sin contenido», aseguraba un diputado. Un pero que va acompañado de un reconocimiento de la labor que desempeñó a la hora de mejorar la transparencia de la administración regional y de, por ejemplo, haber arrancado a la presidente Ayuso un compromiso para poner en marcha un plan de rescate ciudadano para empresas y familias por un montante de 1.000 millones de euros.
Entre sus filas también hubo reproches. Algunos diputados, entre ellos, los que ese mismo mes de marzo dejaron el partido, veían a Aguado como el responsable de hacer insostenible la convivencia dentro del Gobierno, de tensar la relación con Ayuso y de menospreciar a un socio necesario, como Vox, si lo que se pretendía era agotar la legislatura y aprovechar estos dos años restantes para reactivar a la militancia desencantada.
En el otro flanco, el ocupado por los consejeros populares, siempre coincidieron a la hora de definir la actitud del ex vicepresidente: deslealtad. «Han sido un constante, pero se acentuaron en los días previos a la disolución de la Asamblea». Y eso que esos comportamientos desleales, según esas mismas fuentes, empezaron muy pronto, en agosto de 2019. Nada más conformarse el Ejecutivo, Cs difundió a través de redes sociales una campaña bajo el título «Equipo Aguado», en la que se marginaba a Ayuso y a los consejeros del PP. Meses más tarde, los de Aguado apoyaron la creación de una comisión de investigación sobre Avalmadrid con la que los grupos de la izquierda buscaron acorralar a la presidenta madrileña.
Aquellos primeros choques no tuvieron nada que ver con la tormenta interna final. En Sol ponen fecha ala situación de no retorno: mediados de febrero de 2021. Con anuncios sanitarios que Aguado no consensuaba con el consejero Enrique Ruiz Escudero y que, tal y como relatan desde el Gobierno, emborronaban continuamente la estrategia quirúrgica y de éxito del Ejecutivo madrileño ante el covid-19. El punto álgido de las deslealtades de Ciudadanos, llegó el 4 de marzo, apenas unos días antes del tsunami murciano, con el anuncio por parte del consejero de Asuntos Sociales, Javier Luengo, de una nueva ley de igualdad que era desconocida por la propia presidenta Diaz Ayuso. «Aquello causó una mezcla de sorpresa e incredulidad por la gravedad del envite a la estabilidad del Gobierno de coalición», destacan en Sol. Ese departamento ya había sido el origen de crisis y malentendidos entre los socios, a cuenta de la gestión de su anterior responsable, Alberto Reyero, de las residencias de mayores.
Entremedias, más reproches: ocultación de datos, anuncios de obras y ampliaciones de Metro sin consultar y reuniones con la oposición sin pactarlas con Ayuso. El cóctel era explosivo y explotó. Un culebrón que ahora, dos años y medio después de la ruptura del primer Gobierno de coalición en la historia de Madrid, ha tenido su epílogo con la salida de Ciudadanos del ex vicepresidente madrileño.
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