Arte
Matadero: los 15 años de unas “Naves” que dan vida al teatro
Mario Gas y Natalia Menéndez presentan la exposición que recorre la cartelera de las Naves del Español
La primera vez que el público asistió a ver una obra en las Naves del Español en Matadero, el espacio estaba aún acotado. En obras. De hecho, hace ahora 15 años, en aquella (por entonces) apartada plaza de Legazpi, hubo una pequeña «premonición» de la pandemia que se sucedería algo más de una década después. Es una pequeña anécdota que narra Mario Gas, exdirector artístico del Teatro Español y de las Naves del Español, además de uno de los grandes nombres de las artes escénicas de nuestro país. En sus manos estuvo la dirección de escena de aquella primera obra, «Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny», una ácida ópera que reflexiona sobre la condición humana y el sistema social y económico. «Tuvimos que hacer una premonición del atuendo que años después llegaría con el Covid, ya que de ocho de la mañana a cinco de la tarde estaban los obreros trabajando en las naves, porque esto estaba todavía en construcción. A las cinco llegaban 75 personas para ensayar, con mascarillas», relata a LA RAZÓN. «Esto era realmente un territorio de frontera».
Los que tuvieron la suerte de asistir a aquel primer estreno lo recuerdan de otra manera. Entre ellas estaba la que hoy se encuentra a los mandos de la dirección artística del Teatro Español, Natalia Menéndez. «Acudimos, y lo hicimos rodeados por el polvo y el barro que había de camino a la sala», dice. Sin embargo, el recuerdo que pesa es una honda sensación de privilegio al caminar por un espacio que impresionaba e impresiona. Y es que, tal como subrayó Menéndez durante la presentación de la nueva exposición que recorre estos 15 años de cartelera en el vestíbulo de la sala Max Aub, la entonces consejera de Cultura, Alicia Moreno, junto a su equipo, transformó un matadero en un espacio de vida y de creación. «Nos recordaba a otros lugares, pero, al mismo tiempo, era nuevo, era singular. Era un espacio propio de Madrid», asegura Menéndez.
En estos 15 años las Naves del Español han progresado bajo diferentes procesos, visiones y direcciones artísticas, pero siempre «con la vocación de convertirse en lo que son: un referente cultural a nivel europeo». Y lo han logrado. Sin embargo, el camino no ha sido lineal. Estas naves comenzaron siendo parte del Teatro Español, para más tarde emanciparse durante algunos años, buscando otra manera de ser. «Que Mario Gas crease las Naves del Español en Matadero supuso un cambio cultural, y ofreció a la ciudad de Madrid un lugar de encuentro», señala Menéndez. Ahora, bajo una nueva dirección artística liderada por ella misma, han vuelto a ser parte del teatro más antiguo de Europa: el Teatro Español.
Para Mario, los cambios relativamente frecuentes en la dirección artística del Teatro Español no han supuesto la mejor de las noticias. Por eso, a partir de ahora, pide un poco de «calma». «Justamente ahora, con el actual equipo, creo que deberían reposarse y dejar que se cree un estilo propio para el Teatro Español». Para el director, «cambiando cada poco tiempo de dirección artística lo único que se consigue es marear la perdiz». En cambio ahora, que hay un «proyecto sólido», Gas apuesta por «dejar que se expanda, que plasme todo lo que el actual equipo tiene en la cabeza». «Nuestro objetivo ha sido el de volver a acercar al público teatral a este lugar emblemático, lleno de posibilidades artísticas», confirma Menéndez. «Hemos abierto las puertas de las Naves del Español de par en par para que sean lugar de encuentro y de cultura. Hemos generado de nuevo esos vínculos para traer al público de la plaza Santa Ana a la plaza de Legazpi, pero con el reto de generar también nuevos públicos», añade.
Sin embargo, Gas no puede dejar de puntualizar que el hecho de que el Matadero haya cumplido 15 años «es señal de la vitalidad teatral de esta ciudad». Y esta es «una muy buena noticia para los teatros públicos, porque este lugar podría no existir, pero no solo existe, sino que está preñado de futuro». «Estas naves conforman un espacio que configura la visión del creador con su estructura», asiente Menéndez. Son algo icónico que ha dejado, a su vez, momentos únicos. De hecho, además de las muchas –cientos– de obras que han pasado por sus escenarios, Menéndez recuerda con especial cariño el periodo en el que se quiso cambiar los nombres de las salas Max Aub y Fernando Arrabal. «Se montó un cirio», asegura. «Eso quiere decir que estas gradas están mucho más presentes en la gente de lo que nos podemos imaginar, que se tienen en cuenta». De alguna manera, Madrid aprecia y defiende este lugar como si fuera propio. «De hecho, cualquier día vienes y encuentras un ambiente muy peculiar aquí, porque tiene un aura de familiaridad maravillosa», asegura Menéndez. «Estas naves tienen su propia identidad. Es un sitio auténtico y muy especial», añade. «Este sitio tiene su simbología», confirma Gas, a quien le parece una auténtica «maravilla» que este lugar se haya reutilizado para albergar «cultura, arte y ocio en el mejor sentido para el ciudadano de Madrid». Es un sitio, además, que establece un diálogo con el pasado y el futuro de la ciudad a través del mejor de los lenguajes: el arte. «Ese binomio entre la estructura moderna del interior con la fachada industrial pero preciosa del exterior hace que sea un lugar mágico», afirma.
Además, durante estos años, la programación que han albergado las Naves del Español ha sido de lo más diversa. «Han venido creadores del mundo entero», dice Menéndez, «pero, sobre todo, ha sido un lugar diferente». «Yo creo que los espacios tienen un alma y los espectáculos dan un vuelo muy diferente a lo que puede ser un teatro a la italiana de finales del siglo XIX o principios del siglo XX». Por este motivo, «muchos creadores han querido y quieren venir aquí a mostrar sus proyectos». Tanto es así que, ahora mismo, el Teatro Español ha recibido 600 solicitudes en el buzón de proyectos. «Los miramos uno a uno, y contestamos a todos», asegura la directora del mismo.
Cuando se inauguraron las Naves del Español, estas, tal como recuerda Gas, estaban «en un lugar apartado», pero, al poco tiempo, incluso con aquella primera obra, «quedó demostrado que era un espacio que la ciudad buscaba y necesitaba, y llegó para dar respuesta a ello». Y, si bien la zona ha ido evolucionando al ritmo de la ciudad, aquel tampoco era un momento fácil a nivel social y económico, como ahora. «No estamos en una época sencilla a nivel mundial, ni europeo ni español», dice Gas. Pero, como entonces, «el teatro sigue presente». No es una cuestión de prioridades. El arte no se mide con la misma lógica que el resto de las cosas. «La cultura, el teatro, las artes escénicas proporcionan salud, siempre lo he dicho», apunta Menéndez. «Evitan muchos problemas en los hospitales, contrarrestan muchos males y aportan no solo riqueza material, sino también, y sobre todo, riqueza para el alma», asevera. Y es que, como en aquel primer Mahagonny, el teatro no solo da fe de muchas crisis, sino que las reflexiona y las representa. «La situación actual es un descalabro y, sin embargo, la cultura sobrevive», afirma Gas. «Y eso solo puede ser una buena noticia».
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