Madrileñ@s

El retrato que merecen las mujeres de los barrios obreros de Madrid

La politóloga Aida dos Santos lleva dos años inmersa en la elaboración de «Hijas del hormigón», un proyecto para contar la historia de las madrileñas de las periferias

Entrevista a Aida Dos Santos, creadora del proyecto Hijas del Hormigón.
Entrevista a Aida Dos Santos, creadora del proyecto Hijas del Hormigón.Jesús G. FeriaLa Razon

Hija de un portugués y una española, Aida dos Santos se crió con sus abuelos en el Ruedo de Moratalaz, en el seno de una familia de clase obrera. Estudió Ciencias Políticas, lo que la convirtió en la primera universitaria de su familia. Ahora, recién estrenados los 30, se dedica a hacer encuestas y a hacer planes de igualdad para empresas.

Es una hija más del ladrillo rojo de los edificios de la periferia de Madrid. En 2016 su amigo Julio Embid escribe el libro ‘Hijos del Hormigón’, donde describía la vida de la clase obrera de Madrid, haciendo un recorrido por barrios de Latina como Aluche y otros tantos de Carabanchel, Usera o Villaverde. “Es un recorrido muy cuantitativo, en el que se trabaja mucho con datos”, señala dos Santos. “Es un libro que me encanta, pero en el momento de leerlo pensé que faltaban muchas cosas por contar”, añade. Y es que, ¿dónde están las mujeres? “No es algo que solo falte en el libro de Embid. En casi toda la literatura que abarca esta temática habla del obrero de mono blanco, del minero, del trabajador fabril… todo estaba muy masculinizado, como si las mujeres no hubieran trabajado o no hubieran formado parte del mundo del trabajo”, explica.

Así, buscando dar respuesta a esta pregunta, se lanzó a la piscina: ahora es ella la que escribe ‘Hijas del hormigón’, un proyecto en el que lleva más de dos años trabajando, haciendo entrevistas a mujeres de las periferias de Madrid para contar sus historias. Hacer un retrato de quienes son y quiénes han sido. “El que las mujeres no accedieran al mundo del trabajo hasta hace muy pocas décadas es algo que incluso mis propias entrevistadas tienen muy interiorizado, porque cuando les pregunto a qué se dedicaban sus padres me responden que su padre era conductor de autobús, o era constructor, o trabajaba en una fábrica, y que la madre no trabajaba, que era ama de casa”, dice. Entonces es cuando empieza a indagar. “A poco que les pregunto si no iban a limpiar a ningún sitio, si no les llegaban encargos para coser… al final, es raro la que dice que no”, asegura.

De esta manera, va saliendo a la luz un trabajo que ha pasado desapercibido durante décadas, en el que miles de mujeres, por ejemplo, “han estado cosiendo en casa para boutiques, pero eran trabajadoras, a pesar de no haber sido reconocidas como tal”. “Es tan sencillo como que, igual que ahora con un solo salario no da para mantener a una familia, antes tampoco, así que las mujeres cosían en casa, iban a limpiar… Tengo una entrevistada que me dijo: “Mi madre no ha trabajado nunca, pero yo me he acostado todas las noches escuchando la máquina de coser de mi madre”.

Pero no solo se trata de aquellas trabajadoras invisibilizadas. Dos Santos entrevista también a las jóvenes de hoy, quienes, en muchos casos, no se han librado de los prejuicios. “Hay mucha diferencia entre entrevistar a chicas jóvenes y a mayores, porque estas últimas han interiorizado y asumido todo como la vida que les ha tocado. Me da esperanza en el progreso, porque de hablar de lo que pasaba en los años 70 a lo que pasa ahora hay un cambio brutal”.

Y es que, para dos Santos, “no es cuestión únicamente de lo que nos pasa por ser mujeres, sino por ser mujeres en barrios obreros”. “He entrevistado a chicas que se han tenido que enfrentar a muchos prejuicios y sufrir muchas discriminaciones, aunque a veces, de primeras, no se den cuenta ni de la mitad”. Por ejemplo, “empiezan a escuchar que, si falta dinero de la caja, habrá sido la de Villaverde, o que si se ha hecho tatuajes así no se nota si no se ducha”. De hecho, esta investigadora empezó el proyecto queriendo aproximarse a esos estereotipos. En el caso de una de ellas, cuenta, llegaron unas Navidades y en la empresa en la que trabajaba les dieron una cesta que incluía un jamón, y sus compañeros le dijeron “mira, va a ser la primera vez que lo pruebes”.

En este sentido, evitar la discriminación está, en gran medida, en manos de las empresas. “Tal cual ocurre con la prevención de riesgos laborales, ocurre con los planes de igualdad”, dice. “A quien le importe la seguridad de sus trabajadores, se preocupará por implementarlos, y quien solamente vea números, no”. Sin embargo, reconoce que cuando hace el diagnóstico en las compañías, prácticamente todas las tienen brecha salarial. “Puedes justificar que una mujer a media jornada no gane lo mismo que un hombre a jornada completa. Pero, el precio hora por el mismo trabajo, con la misma formación, con la misma antigüedad, se debería respetar, y, en muchas ocasiones, no es así. Eso es lo que tienen que justificar las empresas”, asevera.

Mujeres resilientes
“Las mujeres obreras de Madrid son mujeres híper resilientes”, asegura dos Santos. “Han soportado y soportan muchísima carga de cuidados, no solo de sus hijos sino de sus padres también”, explica. Además, “siguen sin tener contrato fijo en muchos casos”. Pero, sobre todo, el retrato de la mujer de la periferia de Madrid “es el de una mujer cada vez más consciente de lo que le está pasando”.