Análisis

Del “rodea la Universidad” al “abraza a Carmena”, la izquierda juega a dos bandas y... ¿Villacís al PP?

Quieren en el PSOE que la exalcaldesa bendiga con su presencia algunos de los actos previstos para la campaña ahora que Pablo Iglesias reniega de ella

La ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, durante la presentación de 'Esto es España'
La ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, durante la presentación de 'Esto es España'Ricardo RubioEuropa Press

La semana en la que la izquierda le prepara a Ayuso el aquelarre en la Complutense conocemos que el PSOE tienta a Manuela Carmena para que participe en sus actos en Madrid. La candidata fantasma, Reyes Maroto, ha decidido aparecer para hacer campaña fuera del paraguas que le otorga Moncloa como ministra, y ha lanzado una OPA a la exalcaldesa para que la acompañe en su carrera hacia el Ayuntamiento de Madrid.

El escrache organizado por la izquierda para amedrentar a la presidenta de la Comunidad de Madrid solo ha servido para consolidar la imagen de esta. Cuantos más ataques recibe, más votos cosecha, sobre todo, cuando la chatarrería la llama asesina, fascista y otras vergonzantes soflamas que dicen muy poco de la futura generación de periodistas que se forman en la Facultad de Ciencias de la Información. Claro que, según el líder de los socialistas madrileños, Juan Lobato, Ayuso fue a recibir el premio que le otorgó la Universidad «para provocar». Ni una declaración argumentada contra la violencia política a la presidenta se ha escuchado esta semana entre el arco parlamentario. Mutis por el foro también entre las fuerzas políticas madrileñas tras las palabras de Lobato. La izquierda solo ve violencia política cuando lo decreta la ministra Irene Montero en su escaño, al borde de la lágrima. Cuando la líder del PP recoge un galardón y lo hace sin esconderse, pese al boicot que le preparaban, provoca. Solo le faltó al candidato socialista añadir lo de la falda corta para redondear su ataque machista.

Con lo bien que le iba la precampaña al socialista debatiendo sobre la bajada de impuestos en la región, esta semana ha decidido instalarse al lado de los de «rodea la Universidad». El Gobierno de su partido quiere desempolvar la Ley de Seguridad Ciudadana y reformarla para suprimir las sanciones por concentración alrededor de sedes gubernamentales o por celebrar manifestaciones sin previo aviso. Lobato ha hecho el ensayo general criticando a Ayuso en vez de poner el altavoz en la condena a los nauseabundos insultos y amenazas a la presidenta.

Conscientes de que la protesta le ha dado más rédito político a la popular del que esperaban, en el PSOE han querido esta semana cambiar el paso. De la bronca al buenismo. Para ello, se han abrazado a Manuela Carmena en un intento por arañar afines. Quieren en el aparato socialista que la exalcaldesa bendiga con su presencia algunos de los actos previstos para la campaña electoral ahora que Pablo Iglesias reniega de ella por criticar los efectos de la ley del Sí es Sí. Ya se sabe que en Podemos encajan mal las críticas, aunque vengan de aquella a la que veneraban en su día.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, también ha entrado en campaña, una campaña en diferido que le organiza la Factoría del PSOE para que no tenga que pisar la calle y aguantar las protestas ciudadanas. Tras su ridícula visita a una librería en Barcelona junto a Salvador Illa, con frase topicazo incluida («El placer que supone perderse en una librería»), se fue a Coslada a grabarse jugando a la petanca con unos jubilados afines al PSOE y a montar en bici en un tiempo de ocio de atrezzo. Las fotos de Sánchez son menos creíbles que sus promesas y en su partido en Madrid se echan a temblar cada vez que le da por explotar su ego. Saben que resta en sus aspiraciones hacia Sol y Cibeles y ninguno de los candidatos quiere fotografiarse con el jefe, aunque sean instantáneas preparadas, así que Sánchez no tiene más remedio que aparecer solo montando en bici. Eso sí, con todo el equipo de producción y edición.

No llega a tanto el concejal de Economía de Ciudadanos, Miguel Ángel Redondo, pero en Cibeles bromean con que «todo se andará...». Su obsesión por estar presente en acontecimientos con proyección le ha valido el apelativo de Wally en los pasillos del Ayuntamiento. A la espera de que se rubrique el fichaje de su jefa, Begoña Villacis, por el PP, el concejal se ha apresurado a posicionarse en cualquier plaza que le permita continuar en el Ayuntamiento, un hervidero de corrillos en torno a las listas electorales.

El alcalde, José Luis Martínez-Almeida, ha sido ratificado esta semana como candidato del PP al consistorio madrileño y los concejales ajenos a su núcleo duro no saben dónde apuntar para que atiendan sus demandas para repetir cuatro años más. Saben que en la confección de la lista municipal el alcalde tiene poca capacidad de maniobra en favor de Génova y del PP de Madrid de Ayuso. Si como apuntan en la organización madrileña, Almeida solo podrá colocar a tres o cuatro, aventuran en Cibeles que Almudena Maíllo, Borja Fanjul y Álvaro González tienen el puesto asegurado. El delegado de Movilidad, Borja Carabante, mano derecha del alcalde, estaría trabajando para volver a la Comunidad de Madrid, aseguran en la primera planta de Génova. Almeida dispondría, por tanto, de una vacante para colocar a alguien más de su equipo, si es que antes no los ha fichado la CEOE, convertida en puerta giratoria para los colaboradores de Soraya Sáenz de Santamaría y los íntimos de Fátima Báñez, que se dividen entre la organización empresarial y la séptima planta de Génova.

Los Dalton, como cariñosamente son apodados los del núcleo de Almeida, trabajan para engrasar la maquinaria electoral del alcalde. Los buenos datos de calidad del aire le han dado un discurso inicial para combatir al bloque de izquierda, pero no es suficiente, sobre todo, cuando Villacís amenaza con ir en las listas del PP. No se sabe si lo hará como independiente o como Begoña Villacís, sin más, porque ella lo vale.

El alcalde sugiere a los poderes «fácticos» de Madrid que convenzan a los de Génova de que Begoña estaría muy bien como diputada nacional, no vaya a ser que al sugerirlo él le digan que naranjas de la China. Ya se sabe que la convivencia entre ambos es imposible, por mucho que traten de demostrar lo contario. Para Almeida, lo peor sería que le colocaran a la de Ciudadanos en la lista. Como bien sabe, cosas peores se han visto. Que se lo digan a Rita…