El Madrid de

Agatha Ruiz de la Prada: «No hay nadie en España que en 44 años haya hablado de ecología como lo he hecho yo»

La diseñadora que ha hecho de su nombre un estilo y cuya esencia permanece, trascendiendo los tiempos y las modas

Agatha Ruiz de la Prada, diseñadora
Agatha Ruiz de la Prada, diseñadoraJesús G. Feria.La Razón

Diseñadora, aristócrata, celebridad… y madrileña. No duda un segundo en decir que lo que más le emociona de su ciudad es el Museo del Prado. Un plan que no falla en su agenda ni en la de los invitados que vienen a visitarla. Siguiendo con los clásicos, no olvida mencionar El Retiro como otro de los lugares de los que nunca se cansa y que considera un punto de referencia de la ciudad.

Agatha Ruiz de la Prada conoció los años dorados de la prensa. Aunque ella siga suscrita al New York Times y a otros medios, reconoce que estos tiempos no son los que eran. «Cuando yo empecé, la prensa tenía un poder impresionante y ahora no lo noto así, quizá por las redes sociales». Recuerda la llegada de la PBS (televisión pública de Estados Unidos) con grandes equipos instalados durante meses en el Palace o en el Ritz. «Venían para un programa sobre España diez años después de la muerte de Franco. Entrevistaron a cinco personas, yo entre ellas. Había mucho dinero y dedicación. La influencia de ese mundo era increíble. Y yo he sido consciente de ello puesto que he estado casada con uno de los periodistas que más dinero ha ganado en la historia de España». La diseñadora cuenta a LA RAZÓN que en Navidad han llegado a pasar por su casa cerca de mil regalos.

Haber crecido con la prensa, incluso con periodistas en la puerta de su casa mientras dormía, ha supuesto que difícilmente pueda separar lo personal de lo profesional, reconoce. «Todo el día estaba presente, tanto a nivel nacional como internacional», apunta. Y en su caso, la comunicación fue algo positivo porque supuso la masiva libertad de expresión en cuanto a su trabajo como diseñadora.

De madre catalana y padre madrileño, Agatha Ruiz de la Prada pudo conocer desde muy pequeña las dos grandes ciudades donde más se desarrollaba la moda en España. Por aquel entonces, Barcelona se posicionaba en el primer puesto. «El sector textil era importantísimo y las fábricas de tejidos se encontraban en Barcelona. Ahora, el 90% de esas fábricas no existen y la apuesta política por Madrid ha hecho que la capital sea el punto de referencia». Después de París, Milán, Nueva York, entre otras, Agatha posiciona a Madrid entre la quinta o sexta ciudad referente en moda. «No está nada mal a nivel mundial».

No le gusta definir su estilo con palabras, pero sí tiene claro, «porque está científicamente demostrado», que la indumentaria va mucho más allá del exterior. Considera que representa un estado de ánimo y una actitud para afrontar el día. Con ella, lo vemos todo de color y el negro lo dejamos para los funerales. «Cuando murió mi madre tuve que hablar con una amiga para conseguir ropa de luto, no tenía», señala. Ahora el negro ocupa un espacio muy escueto en su armario y no hace uso del mismo motu proprio.

Entre sus planes, los museos le gustan especialmente, como por ejemplo el de las Colecciones Reales. Menciona también el Palacio Real o la zona muy cuidada recientemente del Four Seasons, a pocos pasos del metro de Sevilla, representando el cambio espectacular que ha supuesto la zona de Montera en el centro de Madrid.

Moda y ecologismo

Aunque para muchos la sostenibilidad y la toma de conciencia por el planeta sea algo medianamente reciente, para la que puede estar en el ranking de las más reconocidas diseñadoras del país no lo es. «Mi abuelo y mi padre ya hablaban de ecologismo. Y no hay nadie en España que en 44 años haya hablado de ecología como lo he hecho yo», señala. No obstante, explica que cuesta mucho hilar ecología con asequible. «Los tiempos y las percepciones han cambiado. Antiguamente, la sociedad asociaba la artesanía como algo barato. Ahora, en cambio, el concepto se ha revalorizado porque la gente empieza a entender todo el proceso que hay detrás».

En este periodo de transición, Agatha Ruiz de la Prada presentó hace unas temporadas un desfile con una colección «puramente ecológica», por ejemplo, creando prendas hechas con plátano, pero a la vez muy caras. «La gente se interesa mucho por lo ecológico, pero todavía o no pueden, o no están dispuestos a pagarlo».

Una larga trayectoria fiel a su estilo

Los Nuevos Ministerios se hicieron cuando Agatha todavía era una niña, y desde entonces ese ha sido su barrio. Vivió en Paseo de la Habana, luego en la esquina entre Zurbano y Abascal y ahí ha pasado su vida. Recuerda la construcción de El Corte Inglés de Castellana o el incendio del Windsor. Su madre la llevaba a los museos de Cera, de las Carrozas y Sorolla. Las mejores comidas las ha tenido de la mano del empresario y político Rafael Anson, a quien dice admirar profundamente.

«Soy cualquier cosa menos una mujer invisible», dice en su último libro, «Mi Historia». Y así es, los colores no han desaparecido en su largo bagaje, habiendo creado un lenguaje propio y perecedero.