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Cultura

El cuerpo como último territorio: Jana Leo en La Neomudéjar

En el interior del Museo La Neomudéjar, se despliega hasta el 7 de septiembre una exposición que no pide permiso para incomodar y se titula "El cuerpo presente"

Jana Leo. Borja Álvarez.

Se trata de la reciente propuesta de Jana Leo, artista y teórica madrileña afincada entre España y Nueva York, conocida por una trayectoria que se mueve entre la denuncia, la reflexión sobre el espacio urbano y la exploración del cuerpo como escenario de poder y vulnerabilidad. La muestra parte de una constatación inquietante: en un mundo hiperconectado, donde gran parte de la vida se filtra por pantallas, el cuerpo físico ha perdido parte de su capacidad de presencia. Leo lo formula como una «falta de capacidad de control en la que la acción sobre el propio cuerpo es lo único posible por estar situado en circunstancias ajenas al control». Ese cuerpo presente se convierte así en el último bastión de autonomía en un entorno marcado por la mediación tecnológica y la precariedad emocional.

Las obras que conforman la exposición abordan esta idea desde distintos ángulos. En «Standing on Ice», una figura se yergue sobre un bloque de hielo que se derrite lentamente, metáfora de la fragilidad que sostiene nuestras certezas, ya sean laborales, afectivas o vitales. El hielo es superficie y amenaza: un suelo que se deshace bajo los pies mientras uno intenta mantener el equilibrio. En «Estigmas fatales», serie de autorretratos en blanco y negro, la artista se fotografía con las letras «A I D S» inscritas en la frente. La pieza remite a los años en que la epidemia del sida estaba cargada de estigma y segregación, y funciona como un acto de resistencia contra la negación.

Otra obra clave es «El Grito», réplica de una fotografía tomada en la infancia de Leo. La imagen, que muestra una expresión de desesperación y vulnerabilidad, evoca esas emociones que muchas personas viven a diario frente a acontecimientos que las superan, desde pérdidas íntimas hasta crisis globales.

Más reciente es «Tensión», fotografía que plantea visualmente la fragilidad de los derechos civiles. No todos tienen el mismo acceso a la libertad, y el cuerpo, con su carga biográfica y social, se convierte en documento y prueba de esa desigualdad.

El recorrido incluye también una pieza de video-performance titulada «154 Bofetadas. La violencia del procedimiento». En ella, Jana Leo se abofetea frente a la cámara 154 veces, hasta el agotamiento físico. El acto repetitivo, casi burocrático, es una denuncia de cómo las instituciones y sus procedimientos pueden convertirse en formas de violencia simbólica y real.

Trayectoria

Para quienes conocen la trayectoria de la artista, esta exposición dialoga con sus trabajos anteriores. En «Violación Nueva York», Jana Leo narró su propia experiencia de agresión sexual y analizó cómo la estructura urbana y burocrática de la ciudad había facilitado el ataque. Allí, como aquí, el cuerpo era el centro de una reflexión sobre el poder, la violencia y el control. Obras como «La Jauría» o «El Portal» habían abordado la psicología del agresor; ahora, en «El cuerpo presente», el énfasis está en la vivencia íntima de la vulnerabilidad.

Caminar por la exposición invita a «dejarse afectar». Las fotografías, las performances y los gestos de Jana Leo no ofrecen salidas fáciles ni consuelo; invitan, más bien, a reconocer el peso de lo que no controlamos y a preguntarnos qué podemos y queremos hacer con lo que sí depende de nosotros. En tiempos de autoaislamiento, el mensaje es nítido: la presencia física no es un residuo de la vida analógica, sino una forma de resistencia, se encarga de matizar.

La Neomudéjar, fiel a su vocación de espacio para el arte de vanguardia con conciencia crítica, ofrece aquí un territorio donde el cuerpo y la memoria se hacen visibles. Y en ese ejercicio, Jana Leo reafirma algo que recorre toda su obra: que el arte, cuando se compromete con la realidad, no solo observa, sino que interroga, incomoda y, a veces, golpea

El libro

Por otro lado y respecto a su trayectoria, Jana Leo es también autora de «Mamá está muerta, pero la vamos a curar». Proviene de la frase de una niña de seis años, hija de Fátima, una víctima de violencia de género. Es una declaración que, en su inocencia, encierra el absurdo de la violencia machista y la imposibilidad de revertirla. «Aunque no puedas eliminar la violencia de género, aunque pienses que nunca desaparecerá, haz como si estuviera en tu mano, créetelo cada día de tu vida y cambiará», aclara Jana Leo.

Las historias recogidas en el archivo son un catálogo de la violencia extrema, pero también de las múltiples formas de control y maltrato que la preceden. Muchas de las víctimas habían denunciado, tenían órdenes de alejamiento o intentaban rehacer su vida. «El mecanismo es muy claro: aniquilación literal de la mujer que se resiste a ser la imagen viva del ideal deseado por él».

Madrid como espejo

Aunque la violencia machista es un fenómeno global, Jana Leo decidió acotar su estudio a la Comunidad de Madrid. «Fue una cuestión de capacidad… Conozco muy bien Madrid, he nacido aquí.La Comunidad de Madrid tiene una población flotante mayor y muchos viven en la ciudad y son explotados por la misma, pero también, al no tener vínculo ni compromiso cívico, arrasan con sus cohabitantes».

El epílogo del libro, escrito junto a Tombesi, analiza los patrones detectados en estos 20 años como la alta proporción de asesinatos cometidos justo después o durante una separación y la influencia de factores como la soledad, la precariedad y el desarraigo.