
Contado por su hija
La historia ejemplar de Manuel: «Mi padre volvió a aprender a vivir en Cuidados Paliativos»
Manuel fue uno de los pacientes de este servicio asistencial a domicilio, que cumple 25 años en la región y que ya no solo se aplica a enfermos terminales

Cristina habla de su padre Antonio como un auténtico maestro de vida, lo fue hasta en sus últimos días. Antonio fue uno de los pacientes terminales que recibió la asistencia a domicilio del programa de Cuidados Paliativos de la Comunidad de Madrid. Cristina pone nombre y apellidos a los pacientes a los que acompañan en este servicio profesional, días de miedo sufrimiento e incertidumbre, pero también de gestos de amor, humanidad y cariño. «Mi padre era una persona que amaba la vida y era optimista por naturaleza, aunque también tenía momentos en los que se preguntaba por qué le estaba ocurriendo todo a él. Mi padre llevaba años dedicándose a cuidar a mi madre –enferma de alzhéimer– y solo tres meses después de que ella muriese, le daban seis meses de vida por culpa de una enfermedad fulminante, a los 83 años. No merecía un final así». De hecho, ella está convencida de que su plena dedicación a su mujer durante tantos años era lo que le acabaría pasando factura meses después. «Pero él lo volvería a hacer siempre, la adoraba», recuerda con ternura y admiración su hija.

Sobre el trato que recibió su padre en esos últimos días tan delicados, Cristina destaca que el sentido del humor nunca abandonó la habitación de su padre: «Nunca habría imaginado que en Cuidados Paliativos también hay espacio para las bromas y las caricias. Aunque mi padre era sicólogo, para él tampoco era fácil asumir la muerte, pero en esta unidad aprendió a aceptarla y también a vivir y disfrutar hasta el último día. Te preparan para lo que nunca te quieres preparar».
A veces, que sepas que se va acabar puede ser solo una oportunidad para aprovechar mejor el tiempo, o al menos así decidió tomárselo Antonio. «Superado el impacto inicial del diagnóstico, mi padre optó por devorar la vida, disfrutar de sus hijos y sus nietos, viajar, organizar comidas y paellas. Fue un auténtico ejemplo de cómo hay que celebrar la vida, y nos dejó a todos un legado imborrable. En sus últimos días, a pesar del miedo, sonreía hasta con los ojos y bromeaba sobre que al final ganaría a los médicos». Y lo hizo. El pronóstico inicial se alargaría hasta los 8 meses. Todo un ganador.
Por su parte, el médico Manuel González reflexiona que «es un privilegio atender al paciente en su casa y la gratitud con la que te reciben sus familiares, incluso en esas circunstancias». Aunque los haya, se evita hablar de plazos temporales, aprendiendo a disfrutar cada día. Evidentemente, este servicio no es como otro cualquiera, aunque sea una rutina laboral, esta vocación va dejando huella también en los profesionales: «Convivir con la muerte te ayuda a lidiar con ella, pero también a comprender el sentido de la vida. Aprendes a hablar sobre lo que nadie querría escuchar». Indudablemente, el trato con el paciente se hace aún más prioritario en circunstancias así. Sin embargo, Manuel recuerda, que este servicio, cada vez se amplía más y ya no es solo para pacientes terminales, sino también crónicos.
25 años acompañando
La Comunidad de Madrid atendió en 2023 a un total de 8.748 pacientes en su domicilio o en centros residenciales, por encontrarse inmovilizados o con grave reducción de su autonomía a causa de una enfermedad crónica avanzada y progresiva. Aproximadamente el 70% de los casos corresponden a personas que sufren procesos oncológicos y el 30% restante, a otras patologías, entre ellas la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), con 108 usuarios.
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