Obituario
Los invisibles de amarillo
Juan Antonio tuvo la desgracia de ser arrollado por un trailer y perder la vida cuando señalizaba un artículo averiado
Durante la madrugada del sábado, como cada noche, mi compañero Juan Antonio Blanco, recorría la A-42 realizando las tareas de vigilancia de la carretera. Un aviso, aparentemente sencillo y frecuente, le hizo parar para señalizar un vehículo averiado en el p.k. 13+000. Allí fue cuando Juan Antonio tuvo la desgracia de ser arrollado por un trailer y perder la vida. No hay peor cosa que ir a trabajar y no volver a casa me decía una compañera.
El sábado, cuando se conmemoraba el 55 aniversario de la llegada del hombre a la Luna, “un pequeño paso para el hombre y un gran paso para la Humanidad". Así, con pequeños pasos, cada día, mis compañeros de amarillo, cuidan la carretera y asisten al resto, jugándose la vida, a la intemperie, frente al frío y el calor, frente a la negligencia y la inconsciencia de los conductores. Los invisibles de amarillo, así son mis compañeros.
Recuerdo cuando comencé a trabajar en la Conservación de Carreteras de la A-5 y A-42, sinceramente no sabía ni que existía esa profesión. Nunca me había fijado en que en la carretera “trabaja gente”. Sí, parece una tontería, pero la mayoría de las personas cuando circulan por las autovías se piensan que eso está ahí y nada más. Un escenario por el que pasan para ir al pueblo, a trabajar, o a casa. Eso está ahí, las señales, la barrera de seguridad, por arte de magia, sin que puedan plantearse que nosotros cuidamos las carreteras y mis compañeros, los de amarillo cuidan de todos. Invisibles, así son, qué ironía, amarillo flurorescente y reflectante, “que no se ve”. Como si fueran parte del paisaje, ahí están, cruzando la calzada diariamente, jugándose la vida para solventar las incidencias, o simplemente señalizando un vehículo averiado, como hizo mi compañero “Wiki”, como le llamaban.
Un trabajo que no está pagado y casi nadie reconoce. Ahí estuvieron mis compañeros de amarillo cuando Madrid colapsó por la Filomena, ahí estuvieron desinfectando las calles cuando la epidemia por Covid aterrorizaba nuestras vidas, ahí estuvieron en inundaciones, hundimientos en la calzada, incluso cuando el Papa vino a Madrid, dejando todo bonito.
Ahí estuvieron. Pero quien ya no estará más será “Wiki”. Ya no estará más con sus bromas y su vacile. Así se tomaba la vida. Muchas anécdotas nos deja en el recuerdo. Llevaba poco tiempo de vigilante de carreteras y recuerdo que uno de sus primeros días en el parte de trabajo se quedó tan pancho escribiendo “abortar misión” cuando acudió a un aviso y no había nada ya que atender. Así era.
52 años tenía y un hijo adolescente deja. Su familia y sus amigos, nosotros sus compañeros no le olvidaremos. Aquí seguirán mis compañeros de amarillo, trabajando para todos, siendo invisibles para la mayoría.
Hoy le hemos despedido en su pueblo, Añover del Tajo, en Toledo, ya ningún año más podrá decirme el 26 de julio: ¡“Anita, Feliz Santo, la Patrona de mi pueblo”! Qué ingrata es la vida a veces.
* ANA B. B.
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