El otro Vía Crucis
Medinaceli, más allá de una multitudinaria devoción
La Archicofradía presta asistencia a una treintena de familias a través de Cáritas parroquial en el madrileño barrio de Pan Bendito
Es tradición profundamente arraigada en la capital que, el primer viernes de marzo, los madrileños se acerquen hasta la basílica de Jesús de Medinaceli para «visitar» al Cristo. Son 24 horas en las que la cola para entrar al besapié suele alcanzar el kilómetro alrededor del templo. Semanas después, él le devuelve la visita al pueblo madrileño, hoy, Viernes Santo, saliendo a las calles en una procesión que suele congregar, según datos del Consejo de Cofradías de Madrid, alrededor de 800.000 personas.
Está claro que tanto una fecha como otra son multitudinarias cada año, y que el fervor al Cristo de Medinaceli, lejos de decrecer, se mantiene firme. Pero lo que hay tras ella va mucho más allá, y la Archicofradía Primaria de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Medinaceli no olvida al pueblo de Madrid el resto del año y, muestra de ello, viven cada día bajo la máxima de su titular, el amor al prójimo, el cual se manifiesta a través de su delegación de Acción Social y Caritativa. «Nos basamos en la ayuda a personas que, perteneciendo o no a la Archicofradía, tienen algún tipo de necesidad», dice Miguel Ángel Izquierdo, hermano mayor de la histórica Archicofradía. De esta manera, su actividad caritativa cubre desde el acompañamiento de personas mayores hasta el reparto de alimentos. «Suelen ser personas ancianas que han formado parte de la hermandad y que, ahora, en el último momento de sus vidas, necesitan sentir que no están solos», explica.
Pero, además, Izquierdo subraya la importancia que ha tenido la llegada de gente joven a la Archicofradía para que esta acabe de entrar de lleno en el mundo de la ayuda al más necesitado. «Está claro que los jóvenes son siempre más conscientes de los problemas que hay a su alrededor, y tienen más ganas y fuerzas para hacerles frente», asevera. E insiste en que, si bien «cualquier cosa que se hace en torno al Cristo de Medinaceli mueve a muchísima gente, porque la devoción no es solo de Madrid, sino de toda España», es vital también que «se tenga conciencia de que en la Archicofradía no solo estamos aquí para procesionar».
Una de las campañas que se han puesto en marcha, por ejemplo, es que el primer viernes de cada mes los hermanos y personas que asisten a la basílica «en lugar de llevar flores y velas, entreguen alimentos que se necesiten cada mes para cubrir las necesidades más básicas de las familias». De esta manera, consiguen dar asistencia a treinta familias desde el Cáritas parroquial de Pan Bendito. Así, junto a los frailes capuchinos, presentes en la basílica, y a los voluntarios de la misma, se seleccionan los alimentos para llevarlo a Cáritas, y esta lo reparte. En esta misma línea, Izquierdo apunta que también llevan alimentos al comedor social Ave María de Tirso de Molina.
«Colaboramos además con el Servicio Capuchino para el Desarrollo y la Solidaridad (Sercade), cuya labor se realiza con personas migrantes que han llegado, sobre todo, del África subsahariana y que necesitan ayuda para salir adelante», apunta Izquierdo. En este proyecto, que es un centro de día, se les da comida, ropa, y hay voluntarios para enseñar español a los migrantes, «un poco con el objetivo de que, ya que llegan al país prácticamente sin nada, puedan vivir en unas mínimas condiciones», explica.
Por otro lado, a finales de cada año la Archicofradía de Jesús de Medinaceli ayuda a la fundación Luz Casanova, la cual trabaja con mujeres que han sido víctimas de violencia de género. «Medinaceli es una archicofradía atípica, porque siempre lo que más atrae es la devoción al Cristo», afirma el hermano mayor. «Ahora se está intentando que la gente se vea reflejada, que vean que la Archicofradía tiene vida durante todo el año, y que se necesita a gente para llevarla a cabo», continúa. «Y ya se van involucrando un poco más, sobre todo la gente joven que, desde 2018, ha pasado a formar parte de la archicofradía para sacar el Cristo a hombros», explica, e insiste en que son precisamente ellos, los jóvenes, entre los 2400 hermanos que son, quienes «tienen mucha más conciencia social y caritativa que la gente mayor». «Han entrado con mucha fuerza en este sentido», concluye. «Para ellos es muy importante».
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