
Sucesos
Las menores que denunciaron abusos del sacerdote del colegio Highlands School padecieron terrores nocturnos
La policía investiga las imágenes del centro escolar que dan al "patio de abajo"

Ya son seis las familias de las menores que han denunciado al que era el capellán del colegio Highlands School El Encinar de Madrid por supuestos abusos a sus hijas de 6 años, aunque podrían ser más.
El director del centro escolar, Jesús María Delgado, renunció ayer a su puesto debido a la situación que afronta el colegio y que, reconoce, "ha provocado un profundo dolor y ha causado desconfianza en nuestra institución". Y es que una de las cosas que pesan contra él es que, cuando se quedaron sin capellán en el colegio, trajera a Marcelino de su otro destino aun sabiendo que había sido expulsado de un centro escolar y, además, ante las quejas de los padres debido a su pasado como secretario y mano derecha del fundador de Regnum Christi, Marcial Maciel, quien fue apartado del sacerdocio dos años antes de fallecer por el Papa Benedicto XVI, en 2006, hiciera oídos sordos y lo tomó como un "bulo". (El sacerdote ha negado los hechos y no cuenta con denuncias pasadas). Esto hizo que entre cinco y ocho familias sacaran a sus hijos del Colegio de los Legionarios de Cristo.
Terrores nocturnos
Según se desprende del atestado al que ha tenido acceso LA RAZÓN fueron el padre y la madre de una de las menores los que se percataron de que a su hija le pasaba algo tras sufrir terrores nocturnos y cambios en el carácter. "Se habrían mostrado desde entonces más irascible, gritaban sin motivo aparente y presentaban estallidos de ira o miedo a la oscuridad" mientras que siempre había sido una niña "risueña". Y es que la niña había comenzado a visitar con frecuencia la enfermería durante los recreos, según le habían informado por "dolor de tripa y de cabeza que aparentemente no respondían a ningún cuadro". "Esas visitas coincidían con este estado depresivo de mi hija", relata el padre. Una de las menores le expuso a su progenitor que no quería volver al colegio e incluso evitaba entrar al colegio por la puerta de los de primaria y prefería hacerlo por la de los mayores para así evitar al capellán.
El padre de la menor logró grabar en vídeo la conversación que mantuvo con su hija donde poco a poco consiguió que esta le contara lo que estaba padeciendo. Y es que, en esa conversación la niña relata cómo ha sido objeto de supuestos abusos junto a otras niñas llegando a decirle a su padre que estos se produjeron un total de "32 veces" -aunque contabilizó 28 días en febrero a los que habría que restarle los fines de semana- porque los tocamientos los habría realizado, según explica, todos los días entre febrero y marzo, según se desprende del atestado policial. Además, la menor relata a su padre cómo Marcelino les lleva a la zona del «patio de abajo», que es como ellas distinguen un patio del otro ya que éste está más alejado del recreo. Narra también que los abusos se los hacía a ella y a otras niñas que han denunciado los hechos y que se sentían "fatal" y le habían expresado que no les gustaba y que no querían eso "pero lo seguía haciendo".
Los investigadores de la Unidad de Atención a la Familia y la Mujer (UFAM) de Madrid habían pedido al centro escolar las imágenes de las cámaras que hay repartidas por el centro y, según ha adelantado ABC, estas habrían captado a Marcelino con las niñas en un punto donde la menor ya explicó que ocurrían dichos abusos. En ese punto del recreo era donde las llevaba a contarles que hicieran "secretos y no se los dijéramos a nadie", explicó entonces una de las menores a su padre. Esos "secretos" tenían que pensarlos ellas que iban desde poner zancadillas a los chicos o empujar en la fila y decir que no habían sido ellas instándoles a mentir. La menor relató a sus padres que "el padre Marcelino a veces nos molesta" y les decía a ella y a sus amigas que tenían que hacer "bromas", como "poner la zancadillas a otros niños, empujarlos con la bandeja o sacar el dedo palabrota a gente buena" e incluso les enseñaba a mentir. "Nos enseña cosas malas, ya no me acuerdo o no lo quiero contar" fueron algunas de las expresiones de las menores.
Alguna de las niñas incluso evitan hablar del sacerdote y repite frases propias de una persona adulta. Marcelino les daba "mala espina" a algunas madres pero los padres de la menor de la que parte la denuncia no conocían la vinculación del sacerdote con Marcial Maciel. El capellán solía ganarse la confianza de las pequeñas repartiendo caramelos, les pintaba caras en las manos y los dedos, les regalaba gomas del pelo, joyas de juguete. Alguna de las madres del colegio que sabía que que repartía estos obsequios había prohibido a sus hijas a que cogieran nada y les habían advertido de que no se quedaran a solas con el sacerdote por las sospechas que solían correr por el centro sobre este capellán.
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