Palacios de Madrid

El palacio del Marqués de Amboage de Madrid, de mansión aristocrática a embajada de Italia

El palacio del Marqués de Amboage es, desde 1939, la sede diplomática de Roma en Madrid

Palacio del marqués de Amboage (Embajada de Italia)
Palacio del marqués de Amboage (Embajada de Italia)Comunidad de Madrid

Ubicado en el 79 de la calle de Velázquez, el palacio del Marqués de Amboage se erige como un emblema de la opulencia arquitectónica de principios del siglo XX en Madrid. Actualmente sede de la embajada de Italia, esta imponente construcción representa el anhelo de la aristocracia burguesa de la época por consolidar su prestigio. Su historia, su arquitectura y su contexto urbano lo convierten en una joya indiscutible.

El palacio fue un encargo de don Fernando Plá y Peñalver, II marqués pontificio de Amboage, y su esposa, Sofía Ruiz Pelayo, vizcondesa de Huerta. Este matrimonio, ligado a una fortuna originada en el comercio cubano, aspiraba a erigir una residencia que reflejara su estatus y su gusto por la arquitectura francesa de la época. Para ello, confiaron en el arquitecto Joaquín Rojí, quien diseñó un edificio que sintetizaba influencias del neobarroco francés y el eclecticismo, en armonía con el entorno del Ensanche de Salamanca, donde la nueva aristocracia madrileña edificaba suntuosas residencias.

El palacio ocupa una manzana completa y está rodeado de jardines que refuerzan su exclusividad y privacidad. El conjunto incluye no solo la residencia principal, sino también pabellones auxiliares, como las antiguas caballerizas y cocheras, proyectadas en 1912. La entrada original se realizaba a través de una puerta monumental coronada por el emblema de la casa marquesal, mientras que una vía lateral permitía el acceso de carruajes hasta el pórtico central acristalado.

Se desarrolla en un volumen de cuatro niveles y planta rectangular, organizada según un eje norte-sur, en el que se suceden, y en el inferior, el pórtico, vestíbulo circular, hall o patio cubierto, comedor, serré y la escalinata imperial de descenso al jardín.

Los alzados, concebidos en un estilo neobarroco francés, se caracterizan por el juego de luces y sombras que provoca el movimiento de los muros, y por la profusión de elementos ornamentales, dobles columnas de orden gigante, grandes frontones circulares, guirnaldas, medallones, ménsulas... El repertorio escultórico, a excepción del escudo central, y la balaustrada que lo coronaban, han desaparecido.

El interior responde a un esquema funcional que prioriza la suntuosidad en los espacios representativos y la comodidad en las dependencias privadas. El eje central de la planta baja lo constituye un amplio hall tripartito.

A la izquierda, el salón principal se abre a una galería exterior, mientras que a la derecha se despliega la monumental escalera de honor, de tres tramos en «L», con peldaños de mármol y barandilla de hierro forjado y bronce. La escalera está iluminada por una vidriera policromada de la casa Maumejean, cuyos motivos ornamentales refuerzan la magnificencia del conjunto. Al fondo se encuentra el comedor de gala, ricamente decorado con espejos, consolas y una chimenea de mármol veteado, separado del comedor infantil y del office.

El confort moderno era un aspecto prioritario. Ascensor, calefacción central y avanzados sistemas sanitarios garantizaban el bienestar de sus ocupantes. Entre las estancias de uso privado, destacan la capilla, la sala de música con decoraciones alusivas y el fumoir, revestido de madera, concebido como un espacio de retiro para la conversación y el descanso.

Los jardines del palacio, diseñados para complementar la majestuosidad de la residencia, están trazados con simetría geométrica y cuentan con elementos ornamentales como pérgolas, glorietas y fuentes. La escalinata de la terraza principal desciende hacia un estanque trilobulado con un mascarón de bronce, realzando la integración entre la arquitectura y el paisaje. Estos espacios exteriores reforzaban la imagen de grandeza de la propiedad.

El Palacio del Marqués de Amboage recibió en 1918 el premio municipal al mejor hotel particular construido en Madrid, lo que certificó su relevancia.

En 1939, el gobierno italiano lo adquirió para establecer en él su embajada en Madrid, asegurando su preservación a lo largo de las décadas. Su presencia en el barrio de Salamanca sigue evocando la época dorada de la arquitectura madrileña y recordando el esplendor de otra época.

Dónde

Velázquez, 79; Juan Bravo, 16

Arquitecto

Joaquín Rojí

Año de construcción

1914

Nivel de protección

Singular

Uso actual

Embajada de Italia