Palacios
El palacio de El Pardo, mucho más que la residencia de Francisco Franco
La historia de este palacio se remonta a la Edad Media: el monte que lo rodea fue cazadero real desde el siglo XIV
Para mucha gente, el palacio de El Pardo tiene aún reminiscencias franquistas por haber sido durante años la residencia del que fuera Jefe del Estado hasta 1975. Sin embargo, este enclave situado a las afueras de Madrid tiene una historia rica y compleja que abarca desde la Edad Media hasta la actualidad.
Su origen se remonta al siglo XIV, cuando el monte de El Pardo era uno de los cazaderos favoritos de los monarcas castellanos. Documentos históricos mencionan la existencia de un coto de caza y un pabellón desde 1304, y el lugar aparece en el «Libro de Montería» de Alfonso XI. La historia de este emblemático palacio comienza con la construcción de una Casa Real en 1405 por orden de Enrique III, quien decidió levantar un nuevo edificio sobre los restos de un antiguo pabellón de caza.
A lo largo de los siglos, el palacio ha experimentado numerosas transformaciones y renovaciones, reflejando los gustos y necesidades de los distintos monarcas que lo utilizaron. Enrique IV, un gran aficionado a la caza, construyó en 1472 una fortaleza con torre del homenaje, almenas y puente levadizo. Sin embargo, fue Carlos I quien dio el primer gran impulso al palacio que conocemos hoy.
En 1543, encargó a Luis de Vega que demoliera la antigua fortaleza y comenzara la construcción de un nuevo palacio renacentista. Este nuevo edificio, terminado en gran parte en 1547, incluía características innovadoras como una planta cuadrada simétrica con torres en los ángulos y un gran patio central de ceremonias.
Durante el reinado de Felipe II, Gaspar de Vega y Juan Bautista de Toledo continuaron las obras, introduciendo elementos arquitectónicos y decorativos al estilo flamenco e italiano. Estos cambios incluyeron la cubrición del edificio con chapiteles y tejados de pizarra y plomo, así como una redistribución interna y la decoración de interiores con frescos renacentistas.
El palacio sufrió un devastador incendio el 13 de marzo de 1604, durante el reinado de Felipe III. Solo la torre suroeste, conocida como el Torreón de Gaspar Becerra, sobrevivió al fuego. El rey encargó a Francisco de Mora la reconstrucción del palacio, quien mantuvo las características renacentistas originales pero introdujo mejoras, como la sustitución de los forjados de madera por bovedillas de ladrillo y la utilización de piedra berroqueña en la fachada.
A la muerte de Francisco de Mora, su sobrino Juan Gómez de Mora continuó las obras, completando la construcción para Felipe IV. El siglo XVIII trajo nuevas reformas bajo los borbones. Felipe V encargó a Francisco Carlier la rehabilitación interior, incluida la construcción de una nueva Capilla Real y un pasadizo que la conectaba con el palacio. Fernando VI añadió la Puerta de Hierro, diseñada por Francisco Nangle y Domingo Olivieri.
El cambio más significativo llegó con Carlos III, quien en 1772 ordenó a Francisco Sabatini una ampliación del palacio, que duplicó el volumen del edificio, añadiendo una nueva ala al este que imitaba el estilo de la ya existente. Esta ampliación creó un edificio de planta longitudinal con un patio central, conocido como el Patio de los Borbones, que conectaba con el antiguo renacentista. Las obras se extendieron hasta el año1782, modernizando y expandiendo significativamente el palacio.
En el XIX, se añadió un teatro, diseñado por Isidro González Velázquez, siguiendo el modelo neoclásico. También se llevaron a cabo diversas obras de reparación y restauración, además de crear un jardín romántico frente a la fachada principal, completado con un cenador y fuentes.
Durante la Guerra Civil, el palacio sufrió daños significativos. Al finalizar el conflicto, fue restaurado y adaptado por Diego Méndez para ser la residencia de Francisco Franco, quien lo habitó entre 1940 y 1975. Entre 1981 y 1983, Manuel del Río y Juan Fernández realizaron obras de restauración y acondicionamiento para convertir el palacio en la Residencia de Jefes de Estado Extranjeros, incluyendo la cubrición con bóveda de cristal del Patio de los Borbones.
En años recientes, Pedro Moleón Gavilanes ha llevado a cabo una restauración completa que ha incluido la recuperación de la galería alta del patio de los Austrias y la restauración del jardín, siguiendo un diseño que respeta tanto la historia como las necesidades contemporáneas.
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