Intrigas políticas
¿A dónde lleva la puerta secreta del Congreso?
Tras una estatua de la reina, en la entrada del Congreso de los Diputados, un pasadizo laberíntico conecta el lugar con el Ateneo, el Hotel Palace o el Palacio Real (e incluso más allá)
Todo comenzó con Isabel II. Bueno, con ella y sus adversarios, pues unos y otros en aquel convulso siglo XIX trataron de imponerse a la facción contraria con desigual éxito según el momento. A ella, a Isabel II se debe la construcción del Congreso de los Diputados, por eso no es extraño que una estatua de mármol con su imagen nos reciba a la entrada.
Hasta ahí está todo dentro de cierta normalidad. Pero la cosa cambia. Una puerta secreta que da acceso a los sótanos se esconde en el lugar. Y esto es realidad, no fabulación sobre pasadizos y caminos en el subsuelo de esta institución. Con todo, más de uno cree a pies juntillas que existe una red de túneles que conectan el edificio con el hotel Palace, los Jerónimos, el Monasterio de las Descalzas Reales y el Palacio Real. Unas fabulaciones que crecieron al encontrarse un osario en el lugar. Aunque todo tiene una explicación más prosaica: el Congreso ocupa el espacio del antiguo convento del Espíritu Santo, y en aquellos años no era extraño enterrara a las hermanas fallecidas dentro de los muros de la casa.
Aquel convento, deteriorado y abandonado, fue derribado y convocado un concurso cuyo ganador fue el arquitecto Narciso Pascual y Colomer. La reina Isabel II puso la primera piedra el día 10 de octubre de 1843. El nuevo edificio del Congreso de los Diputados fue inaugurado el 31 de octubre de 1850.
Construido sobre el solar del antiguo convento, la planta sótano contaba con depósitos de agua, pozos y enganches a la red de saneamiento, así como con un sofisticado sistema de “caloríferos” con tomas de aire que aseguraban el calor, a través de rejillas y bocas de calor a varios lugares del edificio y, muy especialmente, a los escaños de los diputados, montados escalonadamente sobre unas bóvedas anulares por las que circulaba el aire caliente, a modo de hipocausto romano. Otro sistema de chimeneas y conductos aseguraba la ventilación del gran salón en la época calurosa.
Esta puerta camuflada, como decíamos, que se esconde en el vestíbulo de Isabel II, da acceso a los sótanos de la cámara a través de una escalera de caracol. Esta escalera comunicaba originariamente con dos túneles, que se dirigían, uno hacia el Ateneo y otro hacia la Puerta del Sol. Actualmente, no están en uso, pero en el siglo XIX se utilizaban y entre sus funciones estaba la de poder escapar de las inmediaciones del Congreso en caso de peligro. Tiempos de asonadas y disparos, a muchos les parecía una gran cosa tener un plan B en caso de que su discurso en la Cámara no lograra convencer a sus oponentes políticos.
El Ateneo Científico y Literario de Madrid, “destino” de uno de esos túneles, es una de las construcciones más singulares de la ciudad. El edificio es un monumento histórico-artístico que tiene un pasadizo de 100 metros de largo hacia el Congreso de los Diputados. La leyenda cuenta que el ex presidente de la República, Manuel Azaña, lo utilizaba para poder realizar sus dos actividades: la presidencia en el Ateneo y el Ministerio de Guerra.
Y por aquello de la movilidad, aunque a la vista de todos, apuntar que el palacio conserva el ascensor que solo utilizaba la Reina cuando asistía a las Cortes. Está en el lateral que da a la calle Fernanflor. De madera de caoba y forrado de moqueta por dentro, cuenta con una pequeña butaca para que ella pudiera sentarse cómodamente mientras el aparato ascendía las tres plantas , donde se encontraba el palco real. Junto al ascensor, una pared de espejos que sorprendentemente se abre cuando uno se acerca a menos de un metro de ella. Descubre otro pasadizo que baja al sótano del Congreso. Pero esa es otra historia.
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