
Gastronomía
Ni rosquillas ni barquillos: este es el dulce que todo madrileño de pura cepa come de niño
Se convirtió en un producto asociado a la repostería más especializada, sobre todo en barrios como Salamanca, Retiro o Chamberí

Madrid tiene una larga tradición repostera que va más allá de los dulces más conocidos. En muchos hogares, especialmente en los barrios más tradicionales, hubo durante décadas un dulce muy concreto que formó parte de la merienda familiar y de las reuniones de fin de semana. No estaba en los quioscos pero sí en las casas de los buenos madrileños.
Para varias generaciones, este dulce estuvo siempre asociado a esos momentos cotidianos. Era habitual verlo en pastelerías y bombonerías de barrio, donde se convirtió en una compra frecuente para acompañar las tardes de los niños. Aunque hoy su presencia es menos común, muchos madrileños siguen recordándolo como parte de su infancia.
El dulce más querido por los madrileños
A diferencia de otros típicos de Madrid, este no nació en la capital. Las lenguas de gato de chocolate tienen su origen en Austria, donde comenzaron a elaborarse en el siglo XIX en pequeñas chocolaterías. Las primeras referencias apuntan a que la empresa Küfferle comenzó a producir estas piezas de chocolate en 1892 bajo el nombre alemán "Katzenzungen". Aquellas primeras versiones eran finas y alargadas, inspiradas en la forma clásica de la lengua de gato.
Con el tiempo, el formato llegó a los países europeos y, en el siglo XX, a España. En Madrid, encontraron rápidamente su espacio dentro de la pastelería y bombonería. Se convirtió en un producto asociado a la repostería más especializada, sobre todo en barrios como Salamanca, Retiro o Chamberí.
Las variedades de las lenguas de gato
Las lenguas de gato de chocolate son piezas alargadas y finas, elaboradas vertiendo chocolate templado en moldes estrechos. Se presentan principalmente en tres variedades: chocolate con leche, chocolate negro y chocolate blanco. Su textura es lisa, ligeramente crujiente al morder y su sabor suave las convierte en un bombón delicado y agradable al paladar.

Aunque hoy son menos comunes que hace 20 o 30 años, todavía se pueden encontrar en algunas pastelerías, bombonerías y tiendas gourmet, y pueden encontrarse en bandejas o cajas de distintos tamaños. Su precio suele oscilar entre 8 y 12 euros, dependiendo del establecimiento y del tipo de chocolate.
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