
Dia mundial del medio ambiente
Cuando el reciclaje mata la reutilización
"Durante décadas, la industria ha fomentado los envases de usar y tirar como símbolo decomodidad"

Aunque hace años que oímos hablar de la economía circular, hoy en día, los datos indican que las prácticas realmente circulares –como la prevención, la reutilización y la reparación– retroceden. Mientras tanto, políticas públicas y campañas ambientales continúan poniendo el foco en el reciclaje.
Durante décadas, la industria ha fomentado los envases de usar y tirar, principalmente de plástico, como símbolo de comodidad moderna. Nos han vendido la idea que podemos seguir consumiendo de forma desmedida siempre que tiremos el envase en el contenedor correcto.
Además, en el caso de productos que no son desechables, pero sí muy demandantes de minerales críticos, como los aparatos eléctricos y electrónicos, su producción se ha disparado, y así estos minerales se han convertido en residuos a causa de la corta vida de estas tecnologías.
Esta narrativa que suma un solo uso más reciclaje no es casual: es una estrategia diseñada para perpetuar un modelo productivo insostenible. Hoy sabemos que la circularidad ha retrocedido un 2,2% los diez últimos años y solo el 6,9% de los materiales que se utilizan provienen de fuentes recicladas. Además, los índices de recogida selectiva han tocado techo. La mayoría de residuos se acumulan en vertederos, se incineran o se dispersan al medio.
Y de lo que se recicla, una gran parte pierde calidad en el proceso: el material reciclado no tiene las mismas propiedades que el virgen y acaban siendo utilizados en aplicaciones de menor valor. Es lo que se conoce como downcycling. Esta espiral de desvalorización es incompatible con una gestión eficiente de los recursos y una economía circular real.
Mientras tanto, la industria continúa produciendo envases no reutilizables y que cada vez son más difíciles de reciclar: materiales compuestos, mezclas incompatibles, formatos no estándares. Un caso paradigmático son los vasos de cartón con laminado plástico, imposibles de reciclar. La economía circular no puede existir si partimos de envases diseñados para ser residuos.
¿Y quién paga todo esto? La ciudadanía y las administraciones públicas. La industria se escuda en el reciclaje para seguir generando residuos, sin asumir el coste real. La Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP), que obliga las empresas a pagar por la gestión de los residuos que generan, se incumple sistemáticamente.
Además, a pesar de estar vigente desde hace décadas, el sistema de la RAP no ha conseguido revertir la tendencia creciente de generación de residuos. El reciclaje continúa siendo el foco, mientras que la prevención, la reutilización o la reparación retroceden. En un contexto cada vez más frágil —con cadenas de suministro inestables, crisis energética y escasez de materias primas— Europa no puede continuar derrochando recursos. La RAP tiene que dejar de ser un mecanismo para cofinanciar la gestión de residuos para convertirse en la palanca de cambio de rumbo.
Por eso, cada vez más voces reclaman reformular la RAP con una visión basada en dos pilares. Uno, optimizar el sistema: Establecer criterios comunes, garantizar más control, evitar el fraude y facilitar el cumplimiento por parte de los productores. Dos, activar la circularidad: Invertir en prevención, reutilización y reparación. Financiar infraestructuras de lavado, sistemas de reutilización y fondos para la reparación.
Desgraciadamente, hoy solo se está trabajando el primer pilar. El segundo, el que realmente podría transformar el sistema, continúa ausente de las prioridades políticas.
Esta estrategia limitada frena la transición hacia un modelo de producción y consumo residuo cero y mantiene viva la ilusión que reciclar lo soluciona todo. Pero el reciclaje no es la solución: es la coartada para seguir produciendo sin límites.
Exigimos medidas valientes, empezando por priorizar la reutilización por delante del reciclaje. Hay que hacer cumplir la normativa, destinar recursos públicos al fomento efectivo de la reutilización y no ceder a las presiones de la industria del desechable en el recorte de objetivos ni en sus campañas fake news contra la reutilización.
También es necesario activar propuestas orientadas a alargar la vida útil de los productos, aumentar su durabilidad y hacer un uso estratégico de los residuos. Es decir, consumir materias primas dentro de los límites planetarios, velando por la salud y el bienestar de las personas y las comunidades.
Al mismo tiempo, hay que prohibir los envases superfluos y los envases no reciclables, así como restringir la entrada en el mercado de productos desechables que aparecen como más sostenibles (como los bioplásticos) cuando realmente son falsas soluciones.
Es necesario también aplicar medidas fiscales que graben la producción, distribución y consumo de productos desechables por encima de sus alternativas reutilizables. Otra medida clave es la reconfiguración y aplicación estricta de la responsabilidad ampliada, sin dejar de lado la apuesta por una nueva gobernanza del modelo de residuos.
En resumen, urge asumir el fracaso del reciclaje y exigir un cambio de modelo.enfrentarnos a la prueba y poder afirmar con seguridad que «el algodón no engaña».
Rosa García, directora general de Rezero
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