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Cuidar el Alto Tajo, clave para la España Vaciada

ONGs, instituciones públicas y emprendedores locales colaboran en una de las áreas protegidas con menor población de Europa para crear oportunidades de trabajo sostenibles

Parque Natural Alto Tajo desde mirador
Vista del Parque Natural del Alto Tajo desde el miradorCedidaLa Razón

A través de 180.000 hectáreas, los Parques Naturales del Alto Tajo y la Serranía de Cuenca suponen la mancha verde forestal más grande de España, en su extensión por el Sistema Ibérico Sur. Sus ecosistemas apenas están afectados por la acción del hombre, pues la población de la zona es tan escasa que se la considera una de las más bajas de Europa, por debajo de los 2 habs/km2. A pesar de encontrarse en el corazón de la España Vaciada, donde cabría esperar que las opciones de prosperar sean limitadas, varias iniciativas confluyen allí, con la finalidad de impulsar el desarrollo de la zona y desde el cuidado del entorno como eje común.

«El hecho de que la zona no esté muy poblada no quiere decir que no estén pasando cosas en su interior», comenta Ignacio Jiménez, biólogo y coordinador del proyecto Nuestros Espacios Protegidos. Entre sabinares, bosques de ribera, cañones fluviales y diminutos pueblos se ha diseñado una red de trabajo donde emprendedores locales cooperan con gobiernos regionales, ayuntamientos y ONGs de carácter medioambiental.

Existen dos organizaciones ecologistas en la zona. Por un lado, se encuentra Europarc, oficina técnica técnica que asesora a los Espacios Protegidos en España. Por otro, está la Fundación Española de Renaturalización. También conocida como Rewilding Spain, aboga por «un enfoque de conservación de la naturaleza que va más allá de la preservación».

Ambas organizaciones comparten la idea de «renaturalizar» los ecosistemas: reintroducir especies perdidas para recuperar funciones naturales importantes, y usar esto como motor de desarrollo socioeconómico. «Queremos que las personas de estos territorios consigannuevas oportunidades basa das en la naturaleza para prosperar. Entendemos naturaleza y personas como un mismo binomio», sostiene Lidia Valverde, responsable de comunicación en la fundación.

Así, el Parque Natural guarda dentro de sus límites historias de personas que han encontrado allí un lugar donde vivir y desarrollar sus proyectos profesionales, vinculados al paisaje natural. Ejemplo de ello es Pablo Villa, criado en Villanueva de Alcorón y residente en este pueblo de 135 habitantes, en el borde del Parque, hasta que la falta de trabajo le forzó a abandonarlo hace tres décadas. Criador de caballos durante casi toda su vida, hace escasos meses regresó a sus raíces y encontró en la reintroducción de caballos de Przewalski una oportunidad.

A pesar de que los caballos salvajes que poblaron el Alto Tajo desaparecieron siglos atrás, se considera al Przewalski como la especie más cercana a aquellos animales que vivieron en libertad. Existen unos 2.000 ejemplares en el mundo y se ha traído a 10 de estos al ecosistema, con la idea de duplicar su número en 2024.

La iniciativa impulsada por la Fundación Española de Renaturalización obedece a un motivo claro: la desaparición de grandes herbívoros que realizaban funciones de pastoreo natural tras el fin de la ganadería extensiva. Al alimentarse de un tipo de materia vegetal acumulada en los bosques conocida como lignina, estos caballos ayudan a regenerar el suelo y a prevenir grandes incendios.

Villa cuida de estos animales durante sus meses de aclimatación al nuevo entorno, antes de su completa liberación. Su trabajo y la presencia de estos animales desencadena un «efecto bola de nieve», pues el proyecto genera empleos, atrae a visitantes que quieren ver a los animales, y puede servir de modelo para que otros municipios de la zona traten de impulsar su desarrollo al imitar esta fórmula.

Hacia el sur, en el monte frente a Peralejos de las Truchas, también se trabaja en la reintroducción de otro animal, el buitre negro. El ave de mayor envergadura de la Península perdió su población permanente durante el pasado siglo, a pesar de ser natural del Alto Tajo. Formar parte de proyectos como ese brinda a una familia de conservacionistas la oportunidad de establecerse en los alrededores del Parque y de criar a su hijo cerca del entorno natural.

Marina Mònico y Pablo Schapira trabajan dentro de la Fundación. Ella, en el programa del buitre negro, mientras que él lo hace vinculado a los caballos de Przewalski. Ambos viven en Molina de Aragón desde septiembre de 2022, después de años de trabajo en Parques Naturales del continente africano. «Volvimos con la familia porque la iniciativa que estaba aquí creciendo nos atrajo», comenta Schapira.

Empleo y turismo respetuosos

La Fundación Española de Renaturalización pone fondos a disposición de los emprendedores que desarrollen iniciativas ligadas a la naturaleza. «Se puede crear trabajo vinculado a ganadería, producción forestal, resineros o aprovechamiento micológico», resalta Basilio Rodríguez, oficial de desarrollo socioeconómico en la fundación. Además, destaca que este tipo de proyectos «pueden ser un revulsivo en la lucha contra la despoblación atrayendo a gente».

Las múltiples iniciativas de desarrollo local ligadas al entorno componen una oferta turística que se amplía con cada nuevo proyecto que emerge en el Parque Natural. La educadora ambiental y guía turística Sandra Cascales define el planteamiento a seguir: un turismo ecológico cercano, en el que «más vale calidad que cantidad» y que se valga de atraer visitantes a la zona para fortalecer los negocios locales. «Queremos enseñar esta naturaleza y poder vivirla de una forma sostenible, cuidándola para el futuro», añade. Una idea que ya ha convertido el aprovechamiento respetuoso de los ecosistemas en el pilar de la economía en el Alto Tajo.