Verde

Fernando Jáuregui: «Los políticos del mañana serán mejores, porque peores no pueden ser»

El veterano periodista advierte sobre una transformación imparable que nos desborda (el "Cambio" con mayúscula) y llama a una alianza intergeneracional para afrontarlo con espíritu crítico, frente a una clase política que, dice, ha renunciado al futuro

Fernando Jauregui, periodista y escritor
Fernando Jáuregui, periodista y escritorPenguin Random House

Pocos periodistas conocen tan bien los pasillos del poder, las miserias de la política y las transformaciones de la sociedad española como Fernando Jáuregui (Santander, 1950). Con más de cinco décadas de trayectoria, ha firmado más de 12.000 artículos y 15 libros, testigos de los grandes vaivenes nacionales. En El cambio en 100 palabras (Ed. Plaza & Janés), abandona momentáneamente el análisis político para trazar un reportaje poblado de expertos que miran hacia adelante: ¿Cómo será el año 2050? ¿Y la sociedad que formará la generación Z? ¿Qué retos depararán a la futura era de Leonor I? ¿Nos agrada el mundo que heredarán nuestros hijos y nuestros nietos...? Jáuregui se pregunta qué será de nuestras vidas tras sufrir ese "Cambio" que él escribe con mayúsculas. Una Nueva Era de transformación tecnológica, social, económica, educativa, alimentaria... que no todos hemos asumido.

Dice que los jóvenes están formados, pero no se enteran "de la misa la media". ¿Peca de paternalismo generacional o realmente ve una desconexión estructural entre conocimiento tecnológico y pensamiento crítico?

Nunca he visto tanta distancia entre generaciones como ahora. Y eso que las relaciones entre padres e hijos son más cercanas que en mis tiempos. Admito que, al pensar que las generaciones últimas muestran escaso compromiso, puedo pecar de cierto paternalismo. Como otros pueden pecar de edadismo. O puedo, claro, estar equivocado, a pesar de que he dado clases en muchas universidades comprobando la escasa involucración de los jóvenes en los problemas de hoy, incluyendo el Cambio en tantas facetas... Sí existe una desconexión entre conocimiento tecnológico y, al menos, humanismo. El homo sapiens de ahora tiene que ser una mezcla de sabiduría tecnológica y humanismo. Difícil conseguirlo, creo, pero así es...

Cuenta que para la investigación previa a este libro probó carne impresa en 3D y visitó fábricas de satélites. ¿Alguna vez ha pensado "se nos va de las manos"?

Muchas. De hecho, cosas como el dataísmo, la manipulación genética, el uso frívolo de la IA que se nos están yendo de las manos. Mi libro invita, precisamente, a recapacitar a los ciudadanos libres para que sigan siéndolo, y no unos esclavos de las pantallas y de quienes manejan algoritmos y datos. Pero hay un mensaje de esperanza en él. No creo en el "todo está perdido" de los Harari, los Byung-Chul Han o los Acemoglu. La IA nos servirá para regenerar ideas, para avanzar en la "nueva realidad" que va más allá de lo real. Pero la "nueva realidad" puede ser una oportunidad si sabemos entenderla, no solo temerla. Quienes más la denigran menos la entienden.

En el libro subraya que el Cambio no solo es inevitable, sino brutal. ¿Qué tipo de resistencia —social, política o moral— le parece más peligrosa: la negación del Cambio o su aceptación acrítica?

Interesante pregunta. Ambas posturas son peligrosas, como siempre ocurre con los extremos. Negar el Cambio es absurdo, porque está ahí y va a quedarse, acelerándose cada día. Pero asumirlo de manera acrítica, sin preguntarse si la máquina acabará superando al humano, es una quimera que puede llevarnos a un cierto grado de locura. La crítica es necesaria en todos los aspectos y estadios de la vida; la negación por principio es poco constructiva. Lo importante es saber cabalgar el Cambio, no que el tigre del Cambio nos devore.

¿Está España preparada?

La sociedad española es muy plural, pero yo diría que predomina cierta alienación que reside en el Estado del Bienestar. ¿Cuánto durará? Los cambios dictarán la mudanza: en la pirámide poblacional, en el medio ambiente, en el mapa geoestratégico y en la estructura económica... El actual statu quo no va a durar mucho, porque el mundo está en estos momentos sometido a la acción de personajes enloquecidos y sin barreras morales.

¿Quién diseña el futuro?

Nos lo están diseñando desde demasiados sitios que no son España. Bruselas, Davos, Silicon Valley... Y aquí seguimos, pensando en el próximo ciclo electoral. Tenemos un Gobierno, unos gobiernos, que siempre piensan en otras cosas, más cercanas a sus ambiciones temporales e inmediatas. Es imprescindible una revolución en las mentes, que sitúe a gobiernos y oposiciones en otros parámetros, más lejanos a sus intereses personales.

Quiero un Gobierno ambicioso, capaz de dominar el Cambio y hacer que todo el país participe en él. ¿Lo tenemos? Claro que no. Aunque a veces me he sentido orgulloso cuando nuestros gobernantes han sabido, rara avis, desligarse de posiciones mayoritarias en el poder universal, cuando han sabido criticar a los Elon Musk de turno; a un Trump desatado, a un Netanyahu ávido de sangre, a un Putin genocida. Todos ellos, afortunadamente, pasarán, y nacerá un mundo nuevo. ¿Quiénes los sustituirán? Ah, gran pregunta. Pero seguro que serán mejores, peores no pueden ser.

Define el debate político actual en España y el mundo como "repugnante". ¿Culpa de los políticos… o de la ciudadanía?

Nos van ganando la inmoralidad política y económica, la falta de patriotismo de nuestros representantes y la pereza por acometer reformas que, como la constitucional, son imprescindibles para la modernización y la marcha del país hacia el futuro. El debate que vivimos, por ejemplo, en las sesiones de control parlamentario es de tan baja calidad que a veces a avergüenza. La democracia no puede salir beneficiada de tanta ambición, cinismo y cortoplacismo. ¿Dónde están las personas que piensan en generar una prospectiva del Cambio para 2050 o para más adelante, cuando tantas cosas y tantas caras habrán cambiado? Desde luego, el mundo de Leonor I, que supongo que llegará a reinar, será del todo diferente al de Felipe VI. Y tenemos que prepararnos para ello. Pero estamos dejando pasar demasiadas oportunidades.

¿Tenemos la clase política más mediocre en 50 años?

Estamos en un mundo que ha hecho demasiadas concesiones. En lo que ha dado en llamarse "clase política" y en muchos otros aspectos, incluyendo, temo, el periodismo. Que nuestros principales dirigentes no hayan hecho otra cosa que ascender en política es significativo. Han hecho demasiadas concesiones. No son patriotas. No son patriotas, sino buscadores del oro de la influencia. Desde luego, la clase política de la Transición, tan denostada ahora por algunos, era diferente. Mejor. Porque anteponía los intereses de la patria a los suyos propios.

¿Hay sitio para el periodismo entre subvenciones y censura?

Ni idea de lo que será el periodismo, pongamos, en 2050. Para mí, hay ideas básicas de las que no podemos apearnos, como que noticia es todo aquello que alguien no quiere que se publique. Estamos perdiendo, por culpa de nuestra mala situación económica, bastiones importantes de rebeldía, de libertad, de valor. Pero que conste que en la revelación de algunas cosas recientes, un grupo de compañeros admirables, ha jugado un papel decisivo. Sin ellos muchas cosas jamás se sabrían.

Yo creo que los jóvenes controlarán la IA, magnífico invento en pésimas manos, mucho mejor que nosotros, que nos hemos lanzado a sus fauces sin precauciones. No, la IA no va a dejar ejércitos de parados ‘inútiles’, como dice Harari. Va a potenciar a esas clases medias que se esfuerzan por fabricar un mundo mejor para sus hijos. Pero es necesario que se lo repitamos una y mil veces: hay que afrontar el Cambio y los cambios con espíritu crítico, no con ánimo acomodaticio. Es la guerra, y hay que encararla con cierta comodidad, porque aquí no hay bayonetas ni bigotitos hitlerianos, sino ondas en la Red. Tenemos que unirnos todas las generaciones que estamos en el plató para ganar esa guerra.

¿Qué le diría al lector joven?

Que los jóvenes controlarán la IA mucho mejor que nosotros, que nos hemos lanzado a sus fauces sin precauciones. Y no, la IA no va a dejar "ejércitos de parados inútiles" como dice Harari, va a potenciar a las clases medias. Pero es necesario que se lo repitamos una y mil veces: hay que afrontar el Cambio y los cambios con espíritu crítico, no con ánimo acomodaticio. Hay una guerra que se libra en la Red, y tenemos que unirnos todas las generaciones para ganarla.

¿Queda espacio para la soberanía ciudadana?

Si nos lo ganamos a base de rebeldía y protesta. Rebelarse, rebelarse, rebelarse, como decía Churchill, es la consigna frente a quienes tratan de reproducir el "Mundo feliz" de Aldous Huxley. O un 1984 de Orwell sofisticado. Pero tenemos que organizarnos, la sociedad civil, que es algo que nuestros representantes tratan de debilitar. y minimizar Porque les parecemos peligrosos así, unidos, para sus intereses.

¿Y qué intereses tienen esos "Musk"?

Me refiero a que una élite, que invierte, dedica su tiempo a ello, está preparada y piensa, nos esté dominando. Ellos, y llamémoslos como queramos, Musk o con muchos otros nombres, tienen el propósito de dominar el mundo y otros mundos paralelos. Nos han garantizado una realidad paralela, metavérsica, que nos encanta y de la que somos presos. Esa, precisamente esa, es la rebelión que yo quisiera: la de quienes nos levantamos contra quienes están diseñando lo que Douglas Rushkoff llamó "la supervivencia de los más ricos". Predicar la revolución de la igualdad me parece ahora lo más interesante para la pervivencia de eso que se llama "clases medias". Y sí, llegaremos a Marte dentro de pocos años, y otras muchas cosas que hace un lustro eran impensables. Pero esos avances tenemos que verlos todos, no los más ricos y poderosos.

¿Qué nos jugamos?

Ceder todos los instrumentos a quienes abominan de la igualdad. La salud estará en manos de los ricos, lo mismo que el "diseño" geriátrico y genético de las generaciones futuras. La desigualdad va a ser el santo y seña de la sociedad del futuro si no sabemos dotarnos de los esquemas democráticos que nos hacen imprescindibles. La tecnología es patrimonio de todos, o debería serlo al menos. Esa es la lucha que tenemos que emprender: tenemos derecho a participar en los beneficios de esa tecnología galopante, que se nos escapa entre los dedos.

¿Qué error del pasado estamos repitiendo con los ojos cerrados?

Ya decía el canciller Bismarck que los españoles somos el pueblo más fuerte del mundo, porque llevamos siglos intentando acabar los unos con los otros y, hasta ahora, no lo hemos logrado. Es necesario un gran pacto nacional.