Torre Pacheco
Torre Pacheco: el odio sembrado a través de las redes
La difusión de bulos y el llamamiento a la violencia por Internet son elementos clave para entender la semana de disturbios en este municipio rural del Campo de Cartagena
“¡Moros de mierda!”, “¡iros de aquí!”, “¡os vamos a matar!”. Esos son los insultos, a voz en grito, que precedieron a la lluvia de golpes que recibió hace unos días el hijo de Kesia, una vasca que reside en Torre Pacheco desde hace cerca de 20 años. Está casada con un marroquí y su hijo -cuyo nombre no mencionamos por proteger su identidad-, es una de las víctimas de los disturbios raciales de Torre Pacheco de esta última semana. Lleva días atemorizado sin querer salir de casa. El suyo fue un linchamiento en toda regla, a manos de vecinos del pueblo que le conocen y que le acusaron en falso de ser el presunto agresor de Domingo; el sexagenario que había sido apaleado dos días antes. “Salta una voz y dice: '¡Es él, es él! Empiezan a correr detrás del grupo, y a mi hijo, lo que cometen contra él, es una ‘cacería’, una auténtica ‘cacería’. Se ve en el suelo, hecho un ovillo, cómo 13, 14 y hasta 15 hombres les están propinando una paliza: patadas en la cabeza, por todo el cuerpo…”.
Así es como narra angustiada esta madre la paliza que recibió su pequeño. Sus atacantes, por cierto, ya están identificados y fueron detenidos. Se les va a investigar por un delito de odio y otro de lesiones. Casi le revientan un tímpano, de no ser por la disuasión que ejercieron, en este caso, los agentes de la Policía Local del municipio.
Pero estos violentos nada tenían que ver con los agresores de Domingo. Los que apalearon a este jubilado pachequero también están identificados y arrestados. Uno de ellos, el que le pegó, mientras uno grababa la escena y otro la jaleaba, ya está en prisión provisional. No eran del pueblo. Nada tenían que ver con el pueblo y simplemente parece que pasaban por allí. No hay más datos.
Pero da la sensación de que planearon el ataque: estaban esperando agazapados a Domingo, que solía salir a pasear antes de las 7 de la mañana por las inmediaciones del cementerio. Y grabaron su particular ‘cacería’. No se sabe si con la intención de subirla a una red social concreta, Tik-Tok. Una de las líneas de investigación de la Guardia Civil podría apuntar en esa dirección: que estos jóvenes marroquíes estuviesen cumpliendo un ‘reto’ de los que absurdamente se proponen en estas redes sociales, algunos de ellos peligrosos, cuando no criminales y homicidas. Pero no es una teoría confirmada. Porque la Benemérita guarda silencio mientras se calman los ánimos, y la delegación del Gobierno pide prudencia, para que los agentes puedan trabajar y poner encima de la mesa del juez pruebas concluyentes: delitos de lesiones, delitos de odio, desórdenes públicos y atentados a agentes de la autoridad, principalmente. Algunos de los delincuentes esquivarán, probablemente, las condenas, porque son menores de edad. Otros no.
No pierdan de vista una clave. El mismo día en el que Domingo concede entrevistas a los medios de comunicación regionales con un ojo complemente ensangrentado (miércoles 9 de junio), se hace viral un video de un hombre -que ha resultado ser de Almería-, magullado, en el suelo, e implorando ayuda, tras haber sido salvajemente agredido. Sus atacantes son españoles, fueron detenidos y esperan juicio. Pero las imágenes corren como la pólvora y las redes sociales hacen de ‘espejo’ de esta ‘fake new’ -luego vinieron más-. Un bulo en toda regla.
Sin embargo, es tarde. Ese video se reenvía masivamente por whatsapp, lo que le vale como ‘combustible’ a grupos de ultraderecha de toda España para anunciar una reacción acorde al linchamiento de una persona de avanzada edad, otra ‘cacería’. Es aquí cuando entran en juego nombres como Dani ‘Desokupa’, el líder de una empresa antiokupación, viejo conocido de la Policía por sus antecedentes violentos; y Vito Quiles, un reportero que se autodenomina independiente y que está relacionado también con la extrema derecha; conocido por sus combativas entrevistas a políticos de partidos de la izquierda. Estas dos personas anunciaron en sus redes sociales que se desplazarían a Torre Pacheco y confirmaban su asistencia a una manifestación no autorizada, que se convocó el pasado martes a las 20 horas, bajo el lema ‘Solo el Pueblo, salva al Pueblo’. Finalmente, la gruesa presencia de la Guardia Civil, más de 100 agentes han estado custodiando día y noche el municipio, les impedía el acceso a la plaza del ayuntamiento, donde se deslavazaba finalmente esa protesta.
"Fake news", redes sociales y violencia
Dani Esteve, alias ‘Dani Desokupa’, tiene algo más de 80.000 seguidores en Instagram. Solo con que un 50 % de esos ‘followers’ repliquen su contenido, consigue una amplificación masiva, que llega a cientos de miles de personas en cuestión de segundos. Para el CEO de La Penúltima Comunicación y director de Digital de La 7, Alejandro F. Romero, las redes sociales fueron como “echar gasolina a una hoguera”. “Ese caldo de cultivo emocional y desinformativo generó un efecto dominó: se organizaron disturbios, se desplazaron radicales de otras provincias y se puso en jaque la convivencia en un municipio tradicionalmente mestizo y pacífico”, apunta Romero, que tiene claro que las plataformas digitales han sido claves como herramientas de “empoderamiento ciudadano” y “manipulación emocional”. No todo lo que aparece en redes es cierto, pero es capaz de alterar los estados de ánimo de la opinión pública y crispar a toda una población y a la sociedad en general. Y llevarlos a conductas de agresividad, de violencia y de odio.
Este experto digital asegura que “el algoritmo no distingue verdad de mentira, solo premia lo viral, y, en esa lógica perversa, el morbo racista encuentra campo abonado”. De esta forma, Romero se pregunta cómo se puede gestionar “la verdad” en un mundo digital, en el que cualquiera puede ser emisor de mensajes de odio, donde las fronteras con la libertad de expresión se difuminan. El analista concluye diciendo que “las redes, como el fuego, iluminan o arrasan. Todo depende de en qué manos estén”. En este caso, a todas luces, las equivocadas.
Una lectura más política hace la socióloga de la UMU, Natalia Moraes, quien afirma que los discursos de odio están siendo legitimados por partidos como Vox, que no condena estos actos explícitos de violencia. Por eso, inquiere: “¿Hubiese pasado lo que pasó, sin esa movilización desde fuera? Seguramente, de llegar a ocurrir, no hubiese adquirido ese nivel de agresividad, odio y violencia organizada. Lo primero, entonces, no fue un conflicto de vecinos contra vecinos, como algunos quieren hacer creer”. Para Moraes, quien falla al producirse este tipo de situaciones, es el sistema, cuyos servicios públicos, como la Sanidad, la Educación o los Servicios Sociales son precarios en estos municipios, especialmente para atender a la población inmigrante, que se ha triplicado en los últimos 40 años en Torre Pacheco. Esta profesional universitaria dice que “cuando las administraciones públicas no dan respuestas a las inseguridades, incertidumbres e inestabilidades de una comunidad diversa, es más fácil que se busquen chivos expiatorios y que calen discursos de odio y rechazo”.
Por tanto, hace una lectura que pone el énfasis en discursos excluyentes, en los que se habla de un “nosotros” y un “ellos”. Añade Moraes que hablar de marroquíes de “segunda o tercera generación” es un término pernicioso, porque son jóvenes nacidos en España y, a todos los efectos españoles, a pesar de que son tratados como extranjeros en su propia tierra. “Los jóvenes racializados son los que sufren más la discriminación y afirman sufrir un racismo sutil en su vida cotidiana. En Sociología solemos hablar de la “herencia de la condición inmigrante” para explicar este fenómeno. Los discursos ultras y xenófobos trasmiten la idea de que todo joven de origen inmigrante, sobre todo si es marroquí o negro, es sospechoso, un criminal y un delincuente en potencia”.
El día 'D'
Hace unos días el alcalde de Torre Pacheco, Pedro Ángel Roca, hablaba de día ‘D’ para referirse al ‘día después’ , es decir, cuando se marchen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado del municipio. Es ahí cuando comprobaremos si la convivencia se ha restaurado, o si se vuelven a producirse episodios de violencia, como la sufrida por el hijo de Kesia.
Esta madre vasca, de hijo español con rasgos marroquíes, reconoce que tiene miedo a lo que podría estar por venir. “Este daño que están causando… El odio que están creando entre los vecinos del pueblo, que nunca ha habido odio. Después de que la Policía y los Cuerpos de Seguridad se vayan, ¿qué va a ocurrir?”.
Ella prefiere estos días no salir a la calle por la noche. Su hijo, ni por la noche ni por el día, porque está completamente traumatizado por lo ocurrido.