Opinión | A través del espejo

Vicente Berenguer, un palmarés real

Figuras como la suya deberían correr por las redes sociales como corren las de los «influencers»

Vicente Berenguer junto a Celso Mabjaia
Vicente Berenguer junto a Celso MabjaiaLa Razón

El 5 de julio Vicente Berenguer cumplirá 87 años. Nació en Teulada pero su corazón le llevó a Mozambique durante medio siglo. Regresó a su tierra hace unos cuantos años, pero un pedazo de él se quedó allí. Lo extraño sería que esto no hubiese ocurrido. Llegó a este país africano como misionero muy joven, cuando estaba todo por hacer. Vicente se dedicó a repartir amor en forma de escuelas convencido de que no hay nada más importante.

Esta semana se hacía público un reconocimiento que no esperaba. La Casa Real le ha concedido la Medalla del Mérito Civil. El padre Vicente es tan grande que cuando recibió la llamada pensó que era una broma y siguió la conversación para intentar averiguar quién era el que quería gastársela.

Aunque acumula un imponente palmarés nunca se ha postulado para ninguno. ¿Por qué iba él a imaginar que le iban a dar este reconocimiento? ¿Lograr la educación de 60.000 niños lo merece? ¿Garantizar el futuro de varias generaciones lo vale? ¿Hacer que este mundo sea un lugar mejor debe tener premio?

Por supuesto que sí. La vida me regaló hace años conocerlo, casi por casualidad, y descubrir a una persona que nunca querrá aparentar todo lo que ha conseguido. Simplemente porque no le hace falta.

Figuras como la suya deberían correr por las redes sociales como corren las de los «influencers» porque no se me ocurre mejor manera de educar en valores, de enseñar a jóvenes y mayores que se pueden hacer cosas extraordinarias y que el ser humano también puede ser bueno por naturaleza.

Desde Gata de Gorgos Vicente sigue soñando con hacer cosas grandes. Todavía recibe llamadas desde Mozambique y seguirá atendiéndolas porque, sin ellas, nada tiene sentido.

Sé que este no es el último premio que se le concederá. Vicente Berenguer ha dado tanto que aún le queda mucho por recibir. Gracias. Vicente, para siempre.