Opinión

Vergüenza europea

No es la primera vez que el Tribunal de Derechos Humanos se cisca en la racionalidad. De ahí que me vuelva a parecer criticable, ha habido otras, el fallo que obliga a España a indemnizar con 50.000 euros a los etarras Igor Portu y Martin Sarasola «por haber sido objeto de trato inhumano y degradante tras su detención». Vergüenza debería darles tener más en cuenta las imputaciones, casi siempre falsas, de los dos terroristas que las alegaciones presentadas, siempre ciertas, por el Estado español. Como vergüenza le debería dar al magistrado español, miembro del citado Tribunal, Luis López Guerra, participar con su voto en una afrenta a su país, a las Fuerzas de Seguridad del Estado, a las víctimas del terrorismo y a la mayoría de los españoles.

Para mayor bochorno, como reflejaba ayer LA RAZÓN, es más que conocida la estrategia de ETA de recomendar a los miembros de sus comandos denunciar siempre la existencia de malos tratos y torturas, que tan bien les fue en muchas ocasiones y ahora en ésta. Por ello, su Dirección les animaba a mantener ese comportamiento. Lo indignante es que los responsables de impartir justicia, un español entre ellos, las obvien y, después, duerman tranquilos.

Decía que no es la primera vez que el mencionado tribunal europeo sorprende a las personas de bien, a las que les mantienen en sus poltronas. Por poner un ejemplo, la supresión de la aplicación de la doctrina Parot. Como plasmaba ayer el editorial de nuestro periódico «la Corte de Estrasburgo no puede ejercer como una especie de áureo tribunal supremo, contra el que no hay posibilidad de apelación». Si censurable es eso, más lo es que pretendan despreciar la pulcra labor realizada por los jueces españoles. Así es la vida.