Opinión

Las órdenes militares españolas

La constancia del trabajo campesino durante cuatro siglos consiguió la ampliación del espacio de convivencia europea, de manera que lo que en principio fueron fronteras políticas que las fuerzas armadas tenían que defender, pasaron a ser fronteras humanas. Los campesinos se instalaron en una infinidad de aldeas que, por movimientos de nuevas poblaciones, algunas de ellas, las emplazadas en situaciones más estratégicas y propicias para la vida y el desarrollo, se convirtieron en ciudades.

Este movimiento fue una característica netamente europea y también pertenece a España. Fueron ampliaciones del espacio europeo, estudiadas en la «Historia Social y Económica de España y América» (tomo II), dirigida por Jaime Vicens Vives, por el profesor Santiago Sobrequés, entendido como «patriciado urbano». Este movimiento generalizado de roturaciones y desecaciones se desarrolló en el espacio que a mediados del siglo X estaba constituido en la Cristiandad latina, también denominado Sociedad Cristiana Occidental, y durante el espacio de los siglos XI al XIII no se detuvo, pese a que se vio necesitada de organizarse en Reinos e incluso defender en las mismas aldeas que habitaban y todas las ciudades que construían para ampliar sus formas de vida. Un segundo y tercer factor fue sucesor del Mediterráneo, pues hubo un Imperio bizantino, llamado inicialmente Imperio de Oriente, y una intervención en una fulminante invasión bélica que condujo la guerra drástica hasta la conquista de la Península ibérica, si bien inmediatamente iniciaron los reinos montañeses la reacción: Asturias, Navarra, Aragón.

La guerra para recuperar la tierra y la soberanía perdidas; la ampliación del espacio en la Península ibérica alcanzó el máximo con la Reconquista. El profesor Jaime Vicens Vives ha delineado en su «Aproximación a la Historia de España» un cuadro en dos grandes etapas: una primera, islamismo y mozarabismo, legitimismo astur, culminando en el choque entre «califalismo» (Córdoba) y «leonesismo» (León), lo que permitió la gran expansión reconquistadora y la difusión del espíritu de cruzada en la Meseta, haciendo frente a los tres intentos de nueva conquista del territorio hispánico por los imperialismos africanos: almorávides, almohades, benimerines, del siglo XII al XIV. En las tierras nuevamente incorporadas en cuatro etapas de lucha constante, de reorganización permanente, de levantamiento de nuevas ciudades, de instalación en los nuevos territorios, Castilla salió al mar y los mares abrieron horizontes nuevos. La dilatación del espacio de la España nueva llevó a la conquista final del reino nazarita de Granada por los Reyes Católicos, donde ya comienza a apreciarse la importancia de la ciudad. El «señorío» sucede a las aldeas; las ciudades adquieren un lento proceso de los rasgos urbanos; rasgos artesanales, renacimiento comercial definitivo con una reactivación de intercambios que abren los itinerarios comerciales del intercambio de productos que comienza a surtir grandes economías del beneficio y la competencia.

Este es el escenario donde aparece una particularidad de la España medieval, las llamadas Órdenes Militares. Es necesario, en verdad imprescindible, que no se disloque su significado. Las Órdenes Militares fueron cofradías, o hermandades de Caballeros que unen, a un fin básicamente religioso, la misión de combatir al infiel, que por añadidura quiere secuestrar la idea de soberanía, atacar los centros humanos que se han creado durante el proceso de recuperación territorial. Es un producto característico de la situación, que para eso lo hemos demostrado, que permite comprender la necesidad. Estas «Órdenes» adjetivadas de militares tienen una dificultosa condición muy difícil de precisar, pero en la que no puede, ni debe haber, condicionamientos que no tienen equiparación con el glosario, ni las ideas de momentos históricos diferentes. No cabe duda que durante todo el medioevo la guerra de recuperación de la tierra y soberanía perdida ante el Islam, se encuentra motivado entre los españoles. El modelo europeo alcanza un máximo en los siglos XI y XII su mayor manifestación en la Orden del Cister, a cuya regla se sometieron las nacientes «Órdenes Militares de Caballería». En otro lado, el espíritu guerrero que elevaba como modelos de vida ejemplares al lado de la contemplativa del monje, la activa del caballero, cuya fuerza protege al pobre y desvalido que aúna en este ideal a todos los caballeros, poniendo la acción militar –por otra parte inevitable, si es defensa–, uniendo a todos los caballeros en una apuesta al servicio de la justicia, en una hermandad espiritual que nunca falla: la Orden de Caballería.