Opinión

El coco

La canción infantil alemana sobre el coco hace furor entre los independentistas, que han escrito una letra de peloteo a su caudillo aprovechando la similitud entre el término «Butzemann» (hombre del saco, coco) y «Puigdemont». Quiera el cielo que jamás me vea obligada a jalear a un político con la música del «Había una vez una barquito chiquitito». Como el coro catalán le pone juegos florales y escalas de color, la cosa se disimula en España, pero para mí, que entonaba la canción de cría, el efecto es sencillamente bochornoso. Le he pasado las imágenes a mi madre que –como ya es conocido para quienes me aguantan estos artículos– es nacida en Hamburgo. Su gélido comentario, levantando la ceja derecha y manteniendo un tono monocorde, ha sido: «Esta gente ha perdido totalmente la chola».

El «butzemann» es una figura terrorífica que los Grimm incorporaron a sus cuentos con ánimo pedagógico y que aparece en casi todas las culturas europeas. Es el Bogeyman o Boogyman anglosajón y el Baba Roga ruso. Modernamente, con las nuevas pedagogías, se hizo la canción «Es tanz ein Bi-Ba-Butzemann» para intentar darle un aire amable al monstruo y reconvertirlo en un ser que regala manzanas a los niños buenos.

La versión catalana ha corrido como la pólvora en internet y la alemana ha tenido estos días unas 500.000 descargas. En la manifestación del pasado domingo a favor de los golpistas, un director de coro vestido de amarillo, con un sombrero del mismo color con la estelada pintada en rojo, dirigía a un grupo de seniors con pañuelos amarillos que en su mayoría peinaba canas. Había que ver el entusiasmo con el que los jubilatas cantaban: «Viva Puigdemont, nuestro presidente aclamado y todo su gobierno. Viva Puigdemont». Una profunda vergüenza me ha acometido al ver las imágenes. Es el comportamiento de una secta fanatizada, entregada con fervor a su jefe, desprovista de recato personal. Los aires germanos me han retrotraído a la película «Cabaret», a la escena en concreto en que unos rubios jóvenes con camisas pardas entonan enfervorizados una canción de aire patriótico y transmiten el clima enardecido de las calles alemanas en los prolegómenos del nazismo.

Los publicistas del régimen catalán independentista han saludado esto del «Butzemann» con entusiasmo. Consideran un éxito su viralización y que hasta la prensa alemana haya recogido el fenómeno. Yo, señoras y señores, me moriría de vergüenza si alguien me pillase en un vídeo con un gorrito azul cantando a Rajoy o con una gorra roja entonando himnos a Sánchez. Solamente por eso confieso estar completamente incapacitada para militar en un movimiento nacionalista. ¿Se imaginan que me pilla Alfonso Ussía vestidita con mi canesú? Ni muerta.