Opinión

Brujuleros

Ayer me despertaron los datos de audiencia que recoge el Estudio General de Medios. Venían precedidos de un poema de Pedro Salinas «Él queda, y en él, el mundo, la rosa, la piedra, el pájaro, aquéllos, los del principio, de este final asombrados» y en el siguiente mensaje los 82.000 nuevos oyentes que se habían sumado en el último trimestre.

Hay ratos en los que una gran noticia se queda como la espina atravesada en la tráquea. Recuerdo el exhorto materno: «¡come miga de pan!» y todo pasa.

Callaron los generales y echaron a andar los que son. Por eso quiero dar las gracias, en nombre de toda la orquesta, a los nuevos y a los que estaban. No sé si serán muchos o pocos, pero quiero agradecer a los que se quedaron, a los que volvieron, a los que llegaron por casualidad, a los que nos llaman «fachas», a los que amenazan con quitarnos cuando hablamos con Echenique, a los que nos dejan su opinión, a las que un día fueron adolescentes, a los que votan nuestras encuestas, a los que echan de menos a Alsina, a los que se echaron las manos a la cabeza con la «jota» y a los que la bailaron, a los del Jazz del San Juan Evangelista, a los Lama que cenan en familia, a los que damos carrete en el taxi, al Prudencio que nos manda las fotos de las carreteras españolas y nos paga las copas en Boadas, a las madres que se hicieron Twitter para seguir a su niña, a todas las madres aunque no tengan redes sociales, a mi padre que se postra ante el aparato para no perderse nada, a los de las miserias rabiosas, a los trolls, a los gnomos, a los que apagan la radio cuando Cancho habla de guerra porque antes hay que explicárselo a los pequeños, a los que sueñan con visitar Punta Norte, a las profesoras de Universidad, a las de Instituto y a las de colegio, a los que preguntan los días de Champions por dónde salimos o por «dónde nos echan», a los que piensan que estamos locos y a los que están seguros de que lo estamos, a los hermanos que nos sintonizan desde Texas o Alemania y a las hermanas, a los que nos esperan dormidos, a los primos, que somos todos y a ese «cuñao» que todos llevamos dentro... a tantos, que cuando aparecen en los titulares de repente te queda la sensación de que no tienes cervezas para todos. A los que ponen la radio y se encuentran con nosotros, a los que nos buscan en el podcast...

Gracias a todos los brujuleros y a los que todavía no saben que lo son.