Opinión
Elecciones
La campaña electoral ha comenzado. Los festejos del 2 de mayo en Madrid con sus fusilamientos de vísperas y sus presencias se han convertido en la hoguera de las vanidades de la política. Tomar Madrid como medida de todo tiene su interés y sus riesgos. Pese a todo hay escaparates y hay encuestas pero sobre todo hay dos aspectos esenciales para analizar esta carrera hacia los próximos comicios, que serán municipales y autonómicos. El primero es que Rajoy va a volver a sacar unos presupuestos con 137 diputados. En España se instaló eso de que Rajoy era incapaz de pactar y como lo va consiguiendo estamos ahora en lo del gobernar pagando, como han hecho todos. La realidad objetiva de la política contrasta con el otro aspecto de esta larga precampaña: la caída de Cifuentes y su salida por la puerta de emergencia del Eroski de Vallecas. Quien haya guardado la porquería durante siete años sabe que hay restos orgánicos que no caducan, sin fecha de consumo preferente, venenos letales que excitan en los adversarios las ganas de urna. Van tirando con la metadona de los sondeos que alivia pero no coloca y esto va de conseguir el poder, lo demás son cuentos y sobre todo cuentas de la lechera.
Así que hay que estar atentos a dos tramas muy interesantes. El poder en los bloques de toda la vida, el centro-derecha y la izquierda. La ola naranja amenaza con expulsar al azul PP a la medalla de bronce. El ensimismamiento popular ha hecho aparecer a todas esas gaviotas de otros tiempos convertidos en ratas. En la izquierda Sánchez tiene asegurado el triunfo si sus barones y baronesa no se empeñan en poner palos en las ruedas. Por si acaso el líder socialista mantiene con Rajoy las conversaciones necesarias para meter en el congelador determinados asuntos que pueden reforzar a sus críticos, como la Financiación Autonómica. Aquí entramos en la segunda trama: la de la supervivencia del bipartidismo como estructura hegemónica de nuestra política.
A ese bipartidismo se le ha enterrado demasiadas veces pero sólo ahora está en condiciones de saltar definitivamente por los aires. Todo depende de los resultados de ciudadanos, si esas elecciones que se avecinan refuerzan al partido o pinchan en la expectativa. «Naranjito» o la «Naranja mecánica» ese es el cartel que se juega Rivera al que sin duda le vendrían mejor unas generales antes.
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