Opinión

Terelu se estrena como diseñadora

Terelu como Pedro Ruiz también está de estreno, aunque no tenga que ver con el teatro. Respaldada por su madre, «forever» Bigote, y Carmen Borrego presentó su primera colección de joyas hechas en colaboración, consejo y apoyo de un veterano profesional cordobés, tierra pródiga en artífices de joyería. En contra de lo que muchos suponíamos –o mas bien temíamos– conscientes de sus excesos indumentarios, el resultado sorprendió por la sencillez nada recargada que a veces intencionadamente prodiga su señora madre, tan añorada en las tardes televisivas del fin de semana. Añoran «¡Qué tiempo tan feliz!», donde imprimía una personalidad única siempre causando expectación por su acción zapateril con taconazos de 13 cm que le hacían pisar fuerte y que se convirtió en gag. Era un contrapunto bueno a la seriedad entrevistadora o a sus comentarios y talante de enorme comunicadora como una simple cadena clásica de la que cuelga un sencillo aro. Podría parecer Bulgari, pero tiene detalles diferenciadores que aseguran una buena comercialidad, especialmente entre los que son o se sienten jóvenes.

Baltasar Garzón quedó sorprendido ante el «nuevo» y anterioremente citado Pedro Ruiz. Notó, constató y confirmó las observaciones. «Sí, estoy mas natural y cercano al público. He bajado del pedestal», bromeó ante el juez evidente admirador de este retorno del polifacético barcelonés que celebra cuarenta años pisando escenarios.

Sigue con la acritud habitual un tanto endulzada. Otra expresión pero el mismo mensaje. Sigue tirando a dar, como también constató Natalia Figueroa que sostiene con él una vieja relación. Son amigos entrañables y comparten muchas cosas, como la conservación física, donde asombra la señora Martos que parece desafiar el paso de los años, como las denunciadoras observaciones de Ruiz que encantaron a un Garzón de inmejorable aspecto, más delgado y ya con envidiado color veraniego. Como otros muchos populares, sirve para espolear la agudeza crítica y denunciadora donde no deja títere con cabeza. Madurado y sorprendiendo, siempre en sus varapalo, pero igual de corrosivo dando repaso al alucinado país que estrena Gobierno. Una celebración consecuente.

De «premiere» anda también Lola Herrera pero a nivel físico: lleva escayolada la pierna izquierda por rotura del fémur. Lo toma con casi humor y bromeaba con Natalia también afectada de un golpe menos ostensible. Mientras Dani Dicenta sorprendía con exposición fotográfica nada convencional. Rompe moldes e innova con resultado el hijo varón de la gran actriz, que repone «Cinco horas con Mario» –siempre un cheque al portador y triunfo seguro para llenar teatros– ya con treinta años sobre su efectividad escénica. Un texto novelístico de Miguel Delibes que no envejece, más bien lo contrario, convertido en un clásico. «Es la octava vez que lo repongo y sigue entusiasmando como el primer día», reconocía satisfecha y triunfadora la gran actriz vallisoletana desde su más tumbona que silla de ruedas. «Aún no sé cuánto tiempo tengo de recuperación, me lo dirán en unos días. Pero no pienso suspender ninguna función ahora que la gira esta tan encauzada», añade.

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