Opinión
Tamara Falcó: El vestido «mami» del que todos hablan
Tamara Falcó Preysler ha sido la sorpresa de los últimos días. Es cotilleo en todas las tertulias capitalinas, que ya aprovechan el fin de semana para escaparse a Marbella o para solazarse en la plácida Ibiza, todavía padeciendo los efectos de la ya nada sofisticada moda Adlib. Los más viejos del lugar añoran los espléndidos tiempos creativos pagados por Abel Matutes y encauzados por la maniobrera princesa Smilja Mihailovic. Nos ofrecieron años de desfiles esplendorosos con Aznar y José Luis de Vilallonga de pregoneros. Todo estaba muy cuidado. La elevación del traje campesino a moda fue una revelación que siguen explotando, ya sin aquella sabiduría convocadora que otorgó a la isla un inesperado estilo indumentario desenfadado y muy rústico tomando lo mejor de la tradición, hoy mantenido por solo tres incontaminados modistos fieles a lo de siempre, donde destaca el blanco, que es santo y seña.
Viene a cuento la referencia y nostalgia ante el debut como diseñadora de Tamara Falcó. En internet ha colgado parte de su primera colección. Parece el trabajo definitivo donde encarrilar su buen gusto, heredado de «mami», como ella llama a Preysler, y también de la distinción del marqués de Griñón, su señor padre. El último trabajo conocido de Tamarita –que así la llaman cariñosamente sus más próximos– fue intentar alquilar parte de los palacetes y fincas del marquesado paterno. Ella no solo lo gestionaba, también se encargó de darle a lo tradicional un aire actual. Casi diríamos que le quitó el polvo a sus blasones.
Temporada en París
«Sé que es una locura y que algunos criticarán el dedicarme al diseño, pero es mi vocación, hasta ahora frustrada. Mi madre– para ella por siempre «mami», cuya relación con Mario Vargas Llosa ha durado más de lo que la jet suponía– me animó, aunque al principio me decía que si estaba loca por complicarme así, aunque desde el primer momento era consciente de que es algo vocacional para mí. Sé que es como una locura y que me la juego. Pero ya sabes cómo siempre admiré a grandes como Óscar de la Renta, Valentino e Yves Saint Laurent y qué de veces hemos comentado algunos de sus desfiles de alta costura. Claro que yo soy más rockera. La noche es lo que más me gusta. Para dedicarme al mundo del diseño abandoné mi empresa madrileña de relaciones públicas, con la que organizaba eventos y me instalé en París para conocer los entresijos», me explica muy ilusionada Tamara, que no es merecedora de tener que dar tantas explicaciones para justificar a lo que se quiere dedicar y tanto corazón e ilusión le está poniendo.
–¿Estás preparada para recibir palos –que no todos te aplaudirán–, aunque seas la que mejor cae de tu familia?
–Dispuesta a soportar y a exponerme.
–¿Cuál ha sido la reacción de tu padre? Lo supongo sorprendido o desbordado por esta inquietud.
–También me da su apoyo total, igual que mi hermana Ana, a la que ya le amplío el vestuario. Su apoyo me da fuerzas, igual que me sucede con mami.
Tamara dará que hablar, discutir y disentir. Tras admirarla personalmente por su ingenio y clase ahora se expone a la crítica social, algo que los suyos conocen sobradamente. Pero lo que no se le puede criticar es su humildad. «La crítica constructiva es bienvenida», escribe en su web. La ya nada niña puede aportar y hasta conmocionar las pasarelas.
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