Opinión

Renovadores

Parece confirmarse la previsión de que el nuevo gobierno socialista, sin respaldo parlamentario, va a limitar su obra a aspectos simbólicos. No es que estos no sean importantes, pero más que un cambio sustancial en el legado de la era Rajoy, lo que permitirán será la preparación para ponerlo en marcha cuando Sánchez considere oportuno convocar elecciones generales.

Esto le da al Partido Popular una excelente oportunidad de renovarse. Se nos ha dicho que no es una renovación programática. Parece que el último Congreso ya lo decidió todo. Ahora bien, la elección de un nuevo líder que será, si nada lo impide, candidato a presidente de Gobierno, da la ocasión de lucir otro estilo.

En primer lugar en la forma de hacer política. El PP no puede seguir encogido por el sacrosanto temor a dejar ver diferencias de criterio. En una sociedad tan fragmentada y tan política como la nuestra, sólo el debate permitirá que se llegue a una actitud común y que los afiliados –y los electores– se sepan escuchados y se sientan representados. Es imposible continuar en la seguridad de que los hechos vendrán a dar la razón, al final, a quienes los han propiciado. Nunca ha sido así, y menos que nunca ahora, cuando los finales han sido, y serán, muy distintos de lo previsto.

Y como estamos en el terreno de los símbolos, los populares tienen también la oportunidad de hacer saber lo que piensan sobre esos mismos asuntos en los que se van a volcar los socialistas. La inmigración, por ejemplo, no ha existido en todos estos años en el discurso gubernamental, como no ha existido una posición articulada, consistente, sobre la Memoria Histórica. Es este un asunto sobre el que el centro derecha, que se reclama de un apoyo mayoritario por parte de los españoles, tendrá algo que decir. ¿O no? Así que ha llegado la hora de que los populares digan lo que piensan, contribuyan a formar opinión y hagan oposición desde ahí.

Y si el gobierno socialista no se queda en lo simbólico, más necesario aún será actuar de ese modo.