Opinión

Pedro pop

La producción iconográfica de La Moncloa está a pleno rendimiento. Cualquier día nos envía a todos un póster del Presidente del Gobierno, recompensa la eternidad. Lástima que se haya muerto Andy Warholl porque le hubieran encargado el tuneo pop de Pedro Sánchez. Si juntamos la falta de costumbre y la sobredosis barrunto un colapso cercano. En unos días, pocos para paladear las buenas imágenes, se ha repasado el álbum del perfecto líder occidental. Se han tomado fotografías con aire de Obama, Kennedy o Trudeau. Incorporar al consumo popular escenas de presunta normalidad tiene que tener también su posología para no llegar a la intoxicación. En realidad ver a un Presidente corriendo por los jardines, acariciando a su mascota o en el avión con gafas de sol pintonas es el testimonio gráfico de esa cultura de la ocupación de los espacios públicos. Lo que no llenes tú te lo llenan otros. Viene a ser la propuesta visual equivalente a los que hacen discursos políticos con metáforas náuticas y ferroviarias, que son técnica llevadera ante la falta de propuestas verdaderamente rompedoras.

Que tendrán que llegar con exposición nítida. Toda la ristra del fotomatón de Moncloa y alrededores tenía un sentido que puede perderse por emulación y acumulación pero lo de las manos...lo de las manos ha sido una torpeza estratégica. El día en el que Pedro Sánchez se entrevista con Merkel en Berlín. El día de la foto del estadista alguien cuela en la cuenta de la Moncloa cuatro imágenes de las manos del Presidente del Gobierno. Cuatro momentos que según explicaba el texto demuestran la determinación del Gobierno. La llegada de Sánchez a La Moncloa, la formación de Gobierno, sus primeras medidas. Todo ha sido inusualmente rápido. El relato propagandístico que acompaña ha corrido a la misma velocidad pero no se ha conseguido la medida del día a día. Para llegar a hacer un póster de Pedro Sánchez hay que trabajar la selección con más cuidado y pensando siempre en el universo consumidor. La campaña ha comenzado, asistimos a la escenificación del programa, por eso es esencial que se analice al destinatario que en primer lugar es el votante socialista, en segundo el que lo fue o lo puede volver a ser y en última instancia toda la ciudadanía gobernada. Las fórmulas visuales del S XX distribuidas con la tecnología del XXI corren el riesgo de perder el halo y no ser más que carne de meme... y otro día hablaremos del Gobierno y de las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros.