Opinión

El centro

El «centro» es uno de los cuentos políticos más arraigados de nuestra democracia. El centro como aspiración y propaganda se basa en un espacio político desconocido que se tiene que construir porque cada «centro» tiene sus elementos definitorios y decisivos. Al final se trata de dar relato a un éxito electoral porque los listos siempre dicen que se gana por ahí abriendo el abanico. El concepto resulta taumatúrgico por eso es muy frecuente que unos y otros se sumen a la conga del «centro», lo hizo hasta Pedro Sánchez para vender las virtudes de Ángel Gabilondo ante el máster de Cifuentes y compañía. Así que como colorante político esboza bien el trampantojo. Luego está la realidad, el «centro» como esfuerzo político. Gracias al «centro» se consiguió construir aquella UCD donde por acumulación de izquierdas y derechas moderadas se dio forma a un partido administrador de unos tiempos complejos. A la Transición, a Suárez en particular, le falta un homenaje iconográfico para entrar en la cultura popular de estos tiempos en los que todo se hizo mal...pero eso es otra historia. Suárez fue el «centro» porque se instaló en él de la única manera que se puede llegar a habitar: desde la gestión.

Por mucho que uno se declare centrista y se apele al «centro» solo se anida políticamente desde el ejercicio del poder. Es cuando los partidos se abren hacia ese lugar más o menos desconocido y por teorizar, al menos en el bipartidismo, cuando consiguen mejores resultados electorales. Esa apertura supone diálogo, negociación y abandonar posturas maximalistas que solo sirven para tener la sacristía, consagrada o sin consagrar, pero reluciente. Lo hizo Felipe en el 86 y lo mantuvo hasta que la corrupción provocó la náusea. También Aznar para llegar al 2000 con la mayoría absoluta. Luego se instaló en la soberbia y allí sigue «desde su posición actual». Rajoy también se instaló en ese centro cuando estaba en Moncloa en la de la absoluta, en la fallida y hasta la moción. Si repasamos y contextualizamos las acciones de gobierno que acercan al centro llegamos a la conclusión que solo se puede conseguir con el abandono del sectarismo y una acreditada capacidad de negociación. Todo lo demás es agitación, propaganda y complejos. Se seguirán ganando elecciones por el centro, pero para eso, quien las gane, tendrá que tener muy claro de dónde viene, qué ha dicho en su vida pública, si es capaz de mantenerlo y explicarlo antes de dejarse llevar por las modas y tener claro que no hay mayor castigo para un líder político que trabajar por la destrucción de tu partido...en las urnas digo.