Opinión

Las costuras del Estado

Maquiavelo, uno de los padres del concepto Estado, le desesperaba comprobar cómo Italia, el país más desarrollado de la época –siglo XVI– se hallaba dividido en particularidades, expuesto a incesantes guerras, que acabaría postrada tras la derrota de Pavía en 1525 ante los españoles. En contraste –señalaba–, Francia poseía una autoridad central estable, que la hacía económica y militarmente poderosa.

Nunca me cansaré de defender el papel del Estado como regulador de la vida política, como elemento garante de estabilidad, verdadera columna vertebral de nuestra convivencia. Pero cuando está mal cosido, cuando predominan las fisuras e incluso el hedor de sus cloacas, es cuando aparecen los populismos y los nacionalismos excluyentes y hay peligro de que aniden entre sus costuras a tóxicos, mediocres y pillos. ¿Que hacer para reforzar la política de estado frente a los vaivenes de la política de partidos?: En principio reforzar los valores de la lealtad y la solidaridad, el del bien general por encima del particular, valorar el trabajo de los «servidores del estado». En segundo término hay otras medidas a medio plazo que no convendría dejar.

Está claro que estamos lejos de conseguirlo. Se gobierna partiendo de la base de deshacer lo anterior como mérito o promesa; se oposita, criticando cualquier medida del que gobierna, aun coincidiendo en sus postulados. Y se toman decisiones con votos comprados in extremis que solo permiten victorias pírricas e inseguras. Nuestra vida política es un verdadero hacer y deshacer, porque falta un verdadero sentido de Estado.Y no esperemos que los nacionalistas contribuyan a reforzarlo.

Hace poco más de dos semanas se reabría en mi Menorca un excepcional Museo de Arqueología tras profunda remodelación. La rica historia de la Isla lo merecía y el esfuerzo de cuantos lo hicieron posible, justificaba la presencia en la reinauguración del Ministro de Cultura. Jose Guirao es un hombre de reconocía valía en el mundo de las Bellas Artes y de los Museos, es decir no un advenedizo. Personalmente hombre cercano y sensible. Le va el cargo y la responsabilidad. Pero, con diez días en el cargo preparó un largo parlamento, valorando y reconociendo los esfuerzos de quienes habían materializado los trabajos, sin dedicar ni tres palabras a quienes lo hicieron posible desde el gobierno anterior que habían gestionado y ejecutado un proyecto de tres millones de euros. Alguien dijo que faltó elegancia; otros que es moneda corriente. No. En mi opinión faltó sentido de Estado. Consideró que el Museo labrado durante décadas por nuestros antepasados, era propiedad de «su» actual Ministerio. Por supuesto por las fisuras de esta falta de política de estado, aprovechando el cambio de Gobierno se fueron filtrando políticas nacionalistas con interpretaciones históricas más que discutibles. Es el cuento bien conocido de «arañar sin prisa y sin pausa». Asumo que alguien me dirá: hubiera sido igual, con gobierno y actores de otro signo. Posible.

Pero, si seguimos priorizando hacer lo contrario de lo que hizo el anterior; si para políticas a medio y largo plazo como las infraestructuras ferroviarias, los trenes de cercanías, las autopistas, los planes educativos o energéticos, la Seguridad Social, no hay sentido de estado y se sigue priorizando el corto plazo pensando solo en el próximo programa electoral, vamos listos. Hoy no podríamos programar y ejecutar tres encadenados Planes de Desarrollo Económicos y Sociales, como los diseñó Lopez Rodó que crearon nuestra estabilizadora a clase media. Y para la construcción de pantanos y presas que han dado respuesta –aunque no sea total– a nuestra ancestral sequía, aun andaríamos construyendo y destruyendo al ritmo de los frecuentes cambios de gobierno. Y entre galgos y podencos viviríamos constantes problemas de abastecimiento de un bien vital como son las aguas.

Dudo que algún economista pueda evaluar el coste de lo que hacemos y deshacemos. Como en una familia, no solo se desvanecen energías, sino que se tiran por la borda fondos públicos –que sí son de alguien, que somos todos– que harían falta para otras necesidades.

Temo un otoño caliente, del que los problemas migratorios y del taxi son puntas de un iceberg que hay en el fondo. Porque no se piensa en Estado sino en las próximas elecciones autonómicas de 2019 y en otras no descartables a nivel nacional a corto plazo. Como mucho se piensa en dos años cuando nuestros problemas y nuestras vidas son proyectos a mucho más largo plazo.