Opinión
Vientos y tempestades
Tuve la suerte, en torno a 2014, de formar parte de una extraordinaria Sociedad (1) que rememoró, con claras intenciones de cohesionar, el bicentenario del nacimiento del general Prim (1714-2014), «colosal personaje de la Historia de España; uno de estos hombres cuyo liderazgo y carisma transforman su entorno» (2). Se presentaron proyectos y conferencias en varios círculos de Madrid, Barcelona y Reus. Y bajo la presidencia del entonces Príncipe Felipe y la hospitalidad del Abad de Poblet, celebramos en su Real Monasterio una rica, nutrida y representativa asamblea.
Hoy, solo cuatro años después, no podríamos repetirlo.
Los vientos sembrados desde hace treinta años nos han llevado a unas tempestades de efectos impredecibles. Si por ejemplo, dijésemos hoy que los accionistas de SEAT en Martorell han decidido su traslado a su casa matriz de Turín, debido a que su comité de empresa, presionado políticamente, ha decidido que toda la serie de sus vehículos salgan pintados de amarillo-lazo, en lugar de la rica gama de colores con que hoy se presentan en el mercado, nos parecería descabellado. Antes que arruinarse, los responsables emigrarían. ¡También parecía imposible que La Caixa y otras 4.000 empresas saliesen de Cataluña!
Porque cuando más necesario sería reflexionar y aprender de los aciertos y errores de nuestra historia reciente y concretamente de aquella Revolución Gloriosa en la que Prim estuvo seriamente comprometido y de la que se cumplen 150 años (1868-2018), nuestro día a día no lo permite. Porque la convulsión y el odio se han instalado en parte de una Cataluña dispuesta a entronizar como héroe a un salvaje que se rompió la mano golpeando a un Policía Nacional por la espalda; o que aplaude el «retorno victorioso» de Fredy Bentanachs, uno de los líderes de la asesina Terra Lliure. Dirán los propios Mossos: «nos insultan como siempre; pero ahora nos miran con odio».
Alguien ha escrito que se necesitarán 20 años para reconducir la situación. Una valiente Teresa Freixes (3) remonta a octubre de 1990 el diseño de las actuales estrategias, que incluyen pensamiento, enseñanza, universidad e investigación, medios de comunicación, entidades culturales y de ocio, proyección exterior, infraestructuras y administración.
Habrá que desmontar con argumentos sólidos la mentira original de 1714 en la que se ha confundido intencionadamente sucesión con secesión, en la que lucharon tantos o más catalanes junto a Felipe V que con el pretendiente Carlos de Austria. Y que al final quienes salieron ganando –nosotros atisbando si eran galgos o podencos– fueron los ingleses que se quedaron con Gibraltar y Menorca, bases navales fundamentales para sus proyectos comerciales en el Mediterráneo.
¿Qué piensan los inductores de la actual situación?¿Que nadie sacará tajada de nuestras debilidades? Serán bastantes más que los chinos vendiendo urnas, o los de Bangladesh vendiendo cintas amarillas y esteladas. Olvidan quienes por miedo o mínimo sentido de sus responsabilidades, llaman «amigos» a las puntas de lanza de los CDR, aquella dura frase relacionada con Danton y Robespierre: «La revolución acaba comiéndose a sus propios hijos». Aconsejo la lectura de sus memorias.
Realmente hoy, «siento, Patria, tu aflicción» como nos cantó el poeta. Cuando el oportunismo y la ambición invaden nuestra vida política; cuando se hurgan las cloacas del Estado y solo encontramos referentes conocidos; cuando nuestra Justicia partida en dos, es incapaz de dar respuesta rápida a situaciones graves o cuando la insolidaridad campa por sus respetos. Nos hablaba de ella hace unos días Julio Llamazares (4): «cuando, fruto de pactos electorales, los residentes insulares solo pagan el 25% de sus billetes, a Teruel sigue sin llegar un tren directo desde Madrid». Y deduce con lógica: «si a un hijo problemático le das más dinero, al otro se lo tienes que quitar».
Y no es solo esto. Formamos parte de una Europa débil y acomodaticia como lo fue hace diez años respecto a Kosovo; nuestra sociedad liquida es incapaz de reflexionar con aplomo y reconocer valores positivos que indiscutiblemente van asociados a nuestra vida. Y en este momento, no encontramos a un regenerador Prim, crisol de dos amores a su Cataluña y a España, cuyo liderazgo y carisma transformasen nuestro entorno.
Con el almirante Topete y el general Serrano gritaría el reusense hace 150 años un «¡Viva España con honra!».
¿Pero, saben estas generaciones educadas en la deformación de nuestra Historia, alimentadas por intereses de clanes del 3%, sometidas a sesgadas informaciones en modo adormidera, lo que es la honra?
Sembrados estos vientos no esperemos recoger más que tempestades, salvo que –mano firme al timón– sepamos enfrentarnos a ellos.
(1).Michavila, Tamames, de Diego, Mª José Rubio, Pau Roca, Garcia Nieto y los reusenses Carles Pellicer y Carles Tubella.
(2).Maria Jose Rubio. Prologo Memoria de la Sociedad Bicentenario Prim.
(3). «155. Los días que estremecieron Cataluña». Ed. Doña Tecla
(4). El Mundo. 29 de septiembre 2018.
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