Opinión

Cinco lecciones de Irán

Esta semana se han cumplido cuatro décadas de la revolución islámica en Irán. Llama la atención el poco interés en recordar el triunfo de la última gran revolución del siglo XX no existiendo signos de que vaya a verse derrocada. De hecho, los únicos comentarios interesantes han procedido del ministro Borrell para alabar al régimen de los ayatollahs lo que, desde luego, obliga a pensar en la vida que llevará el titular de exteriores. Este cerrar los ojos no es recomendable porque en aquella victoria de Jomeini se concentraron muchas lecciones que conviene recordar. La primera fue la torpeza de un Occidente – Gran Bretaña y Estados Unidos – que arremetió contra Irán mediante el golpe de estado que derrocó a Mossadeq. Para los occidentales, ese episodio es desconocido, pero para los habitantes de Oriente Medio es una herida aún supurante contra la intervención en sus países. La segunda es que no suele funcionar intentar imponer determinados modelos sociales y económicos de manera acelerada y pasando por encima de lo que se ha pensado durante siglos. El shah implicó grandes avances para Irán, pero la manera en que estos se consiguieron unieron contra él a millones de iraníes. La tercera es que la subversión, incluida la bélica, no siempre tiene éxito. Contra Irán se lanzó a Saddam Hussein, entonces dócil instrumento de Estados Unidos, pero de aquella guerra espantosa no salió absolutamente nada bueno. No da la sensación de que vaya a ser distinto el resultado de las intervenciones en Afganistán, Irak o Libia por citar sólo algunos ejemplos. La cuarta es que las dictaduras se fortalecen muchas veces por la presión exterior. El enconamiento de los poderes extranjeros puede ser utilizado incluso como una legitimación de sus medidas más pavorosas. Personalmente, estoy convencido de que con su insistencia en atacar Irán, Netanyahu sólo ha conseguido afianzar una dictadura sobrecogedora. La quinta es que resulta imprudente vaticinar la caída de los dictadores. Es cierto que, en ocasiones, caen, pero Franco, Tito, Castro o Jomeini son ejemplos innegables de que también muchas veces mueren en la cama. Estas son lecciones que no deberíamos pasar por alto y que, sin embargo, hemos decidido dar de lado olvidando que desdén Irán se propaló que el Corán podía ser de nuevo la ley del país y que de esa cosmovisión, entre otros, surgirían Osama Bin Laden, Boko Haram o ISIS.