Opinión

Cartagena de Indias

Mi amigo, compañero y paisano tinerfeño Enrique Marco Dorta, catedrático de Arte Hispanoamericano, escribió un libro maravilloso titulado «Cartagena de Indias, la ciudad y sus monumentos», que publicó la Escuela de Estudios Hispano-Americanos (Sevilla, 1951).

Era Cartagena de Indias la ciudad más hermosa, grande y fuerte de toda América meridional, que ha recogido el eminente americanista Juan Manuel Zapatero y López Anaya, personalidad destacada del Servicio Histórico Militar, Jefe que fue de la Sección de Ultramar del Servicio Histórico del Ejército. Condecorado prácticamente por todas las naciones hispanoamericanas y Estados Unidos; Comendador con placa de la Orden de Alfonso X el Sabio. Desde la pequeña isla de Jamaica, todas las construcciones de castillos y fortificaciones del continente americano han tenido la fortuna de la intervención restauradora del capitán Zapatero por su alta especialidad en fortificaciones, por cuya razón recibió el título honorífico de «Rey del Caribe», que bien podía extenderse a todo el continente americano. Es autor de una amplia colección de grandes e importantes libros. Quiero destacar el infolio de 450 páginas con ilustraciones y textos de época donde se recogen en la resonante lengua española de los siglos históricos, «La Guerra del Caribe en el siglo XVIII», prologado por el catedrático de la Universidad de Sevilla José Antonio Calderón Quijano, también especialista en fortificaciones españolas en el continente americano. Esta obra, de un valor histórico incalculable, publicada en España por el Servicio Histórico Militar, con el apoyo y ayuda de todas las áreas donde se desenvolvió y se desarrolló la guerra del Caribe y se edita a los ciento noventa y tres años del histórico de que la poderosa flota del almirante Henry Harvey y del ejército invasor del general Ralph Abercromby en 1797 actuó contra la isla de Puerto Rico, último ataque inglés en la batalla del Atlántico que culminaría en Trafalgar (1805). El catedrático de la Universidad de Sevilla José Antonio Calderón Quijano expresa muy bien en el prólogo introductorio del libro del doctor Juan Manuel Zapatero la importante relevancia de este libro, que es un verdadero archivo documental y gráfico, del cual me he valido para presentar el elogio de la obra del catedrático Marco Dorta sobre la ciudad que pergeñó él en su propio libro.

Cartagena de Indias tiene título de ciudad desde el año 1574, con uso del escudo de armas que la ilustra: sobre Campo de Oro, Cruz Verde coronada con dos leones rojos rampantes en ademán de sostenerla. El 6 de marzo de 1575 obtuvo del monarca español el nombre de «Mui Noble y Mui Leal Ciudad». Era la plaza más importante del Virreinato de Santa Fe (Nuevo Reino de Granada) cuando tuvieron lugar los incisivos y mordientes ataques del almirante Sir Edward Vernon en los años 1740 y 1741, al ejecutar los proyectos políticos planeados por Inglaterra sobre los dominios españoles, en lo que los españoles llamaban Nuevo Mundo. El objetivo era Cartagena de Indias.

Fundada por el madrileño Adelantado Pedro de Heredia a mediados el año 1533, en un lugar que los naturales de la región llamaban Calamari, que significa cangrejo. Su puerto, «uno de los mejores del mundo» dice Marco Dorta, tomándolo del capitán de los Tercios don Juan Díaz de Vallejera, que la visitó en 1570.

Los documentos históricos de que se dispone marcan elogios sobre el puerto, la ciudad, su posición defensiva y estratégica. Sufrió el primer saqueo por el pirata francés Robert Baal con su flota pirata; después el inglés John Hawkins, que sólo consiguió bombardear la zona oeste; más tarde, Sir Francis Drake recorría a sangre y fuego las Antillas y el istmo, saqueando e incendiando las poblaciones costeras desde Santa Marta (Colombia) hasta San Agustín de la Florida.

El grueso de la guerra fue en el siglo XVIII. En el gran libro del capitán Zapatero, ésta se extendió en su otra dimensión histórica que son las fortificaciones: fuertes, castillos y plataformas, en la isla de Barú. Con enorme precisión los partes de las guerras navales permiten seguir hasta la gran estrategia de Inglaterra dirigida por el almirante Edward Vernon, ejecutor del vasto plan para cortar los dominios españoles en el Caribe. En tres momentos distintos atacó Cartagena de Indias (13 de marzo, 3 de mayo de 1740 y 13 de marzo de 1741), pero vencido en el más fuerte de sus ataques, se frustraron los proyectos preparados por el Almirantazgo para el dominio del Caribe, la batalla por Cartagena de Indias. En su defensa se cubrió de gloria el Teniente General de la Armada Blas de Lezo, Comandante General de navíos, castillos y dunas, fortificaciones de Cartagena de Indias, muerto con la mayor gloria en la defensa de la importante «llave del Perú», que fue en última instancia Cartagena de Indias.