Opinión
Historia de las instituciones
Una de las cátedras y escuelas universitarias de investigación con más abolengo intelectual en España está constituida por la referida a las instituciones políticas y administrativas del ordenamiento jurídico público, que responde, como la Historia del Derecho, a dos sectores de conocimiento e investigación diferentes, pero inevitablemente correlativos: uno, la ciencia normativa del Derecho público y, otro, la ciencia histórica propiamente dicha. Es decir, conocimiento histórico y método jurídico que permita conocer el concepto singular de las instituciones en su proceso histórico y el sistema jurídico-político en que se integran y el sentido de su ordenamiento. La Historia de las Instituciones se ordena; es una rama desgajada de la Historia del Derecho.
Nace científicamente en el siglo XIX en Alemania, en la obra de K.F. Eichhorn, «Historia del Derecho y del Estado alemán» (1808-1813) y la monumental «Deutsche Verfassungsgeschichte» (primer volumen aparecido es 1844); sólo un año antes de la aparición de la obra del británico William Stubbs, «The Constitutional History of England...» (1847), que abrió la ruta, ya no interrumpida en las naciones continentales europeas. En España el estudio había tenido una precedencia con otra dimensión debida, desde luego, a la Historia del Derecho y a la transmisión de la raigambre que la Historia del Derecho tuvo en la formalización del Estado de los Reyes Católicos. Luis García de Valdeavellano, en su «Curso de Historia de las Instituciones Españolas» (1986), que dedica a su maestro Claudio Sánchez-Albornoz, pone como ejemplo de tal anticipación las obras de Gerónimo Castillo de Bovadilla, «Política para corregidores y señores de vasallos» (1585), o Pedro Salazar de Mendoza, «Origen de las dignidades seglares de León y Castilla» (1618), así como una larga serie de obras de esta especialidad en los siglos de la edad moderna, XVIII y XIX, con figuras de colosal valor como Manuel Colmeiro, Fernando Cos Gayón. Colmeiro es, además, autor de un estudio histórico sobre las Cortes castellanas, que es introducción a la «Colección de Cortes de los antiguos Reinos de León y Castilla», publicada por la Real Academia de la Historia.
La renovación y florecimiento en España son debidos a la gigantesca figura de Eduardo Hinojosa (1852-1919), el cual abrió nuevas tendencias e inquietudes científicas en las investigaciones de historia jurídica y política constitucional y fue el creador de una escuela de investigadores de historia jurídica. La «Historia General del Derecho español» (1887), del que sólo apareció el tomo dedicado a las instituciones primitivas hispano-romanas. Las obras de Hinojosa son fundamentales y la escuela creada por él aportó a la Universidad española maestros de la talla intelectual de Galo Sánchez o José María Ramos Loscertales que, por iniciativa de Sánchez-Albornoz, fundaron el «Anuario de Historia del Derecho Español», donde se han ido publicando las mejores investigaciones y estudios modernos acerca de la historia jurídica española. De los discípulos de Hinojosa, como ha sido señalado por Valdeavellano, el más destacado es don Claudio Sánchez-Albornoz, ilustrísimo medievalista de fama internacional, sobre todo por su estudio sobre las behetrías, en lo que creó escuela sobre el denominado «Libro Becerro de las Behetrías», elaborado a mediados del siglo XIV en tiempo del monarca castellano-leonés Pedro I, sobre el cual ha publicado un importante estudio el investigador y catedrático de Historia medieval Carlos Estepa Díez, dos volúmenes de estudio profundo y completo sobre «Las behetrías castellanas», publicado por la Junta de Castilla y León.
La densidad del conocimiento de las instituciones sociales, políticas y constitucionales a través de las cátedras de Historia del Derecho de la Universidad española ha sido difícilmente conmensurable, ya no sólo en España sino la prolongación de dichas cátedras en las Universidades de Iberoamérica, donde la Escuela de Estudios Jurídicos ha brotado de manera incontenible prácticamente en todas las naciones componentes de la comunidad intelectual. Además, al crearse en 1943 las especialidades de Historia de América en las Universidades de Sevilla y Complutense de Madrid, se creó la Cátedra de Derecho Indiano, desempeñaba como extensión de Cátedra el catedrático de Historia del Derecho de la Facultad de Derecho. Recuerdo con emoción y profundo respeto las importantes colaboraciones con los catedráticos de Derecho en la especialidad de Historia de América, desde don Galo Sánchez, don Alfonso García-Gallo, don Juan Manzano y Manzano y más próximo, por ser también gran historiador de América, don José Manuel Pérez-Prendes y Muñoz de Arraco. De ellos guardamos los americanistas el mejor recuerdo en trabajos comunes de la especialidad americanista.
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